Este Primero de Mayo – como todas las fechas que acontezcan durante esta pandemia – no será como todos. Pero esto no será así sólo por los hábitos que hemos tenido que modificar debido a la emergencia sanitaria (que nos impide, por ejemplo, convocar marchas conmemorativas), sino también porque en esta coyuntura se ha exacerbado la alta vulnerabilidad de la mayoría de los colectivos laborales.
Desde el comienzo de la cuarentena se ha puesto de relieve las condiciones laborales de las y los trabajadores de la Salud, que no han sido tenidos en cuenta por los distintos gobiernos que se sucedieron, y tampoco, vale agregar, por el Poder Judicial, donde la Corte ha emitido fallos regresivos en la materia en los últimos años.
Este Primero de Mayo no hay que olvidarse tampoco de las trabajadoras domésticas – colectivo laboral vulnerable si los hay – que, a pesar de no estar exceptuadas del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, son día a día presionadas por sus patrones para volver al trabajo, bajo la amenaza de no pagarle el salario o incluso de despedirla (ilegítimamente, claro está).
Tampoco hay que olvidarse de aquellos trabajadores cuyos salarios han sido recortados por acuerdo de las empresas y los sindicatos y, por cierto, con la venia del Ministerio de Trabajo.
Otro drama es el de los trabajadores de la economía popular y solidaria: sobre todo los que viven de “changas”, los feriantes y artesanos, que se encuentran privados de realizar sus actividades.
Por último, cabe hacer referencia a aquellos trabajadores de servicios exceptuados del Aislamiento que se exponen al contagio del virus y de transmitírselo a su grupo familiar, sobre todo a quienes realizan su trabajo en condiciones precarizadas, como los repartidores de apps.
No hay que dejar de pelear por todos ellos y ellas.
Por Claudio Servetto – Abogado laboralista – Referente de Libres Del Sur San Fernando
