La Plaza y la voluntad (o la comprensión de texto)

Por Sebastián Plut (*)

01. Mucho es lo que se puede decir del acto del jueves 25 en la Plaza de Mayo. Y es mucho porque allí se condensaron sentidos múltiples, sobre el pasado y sobre el presente. Quizá, también, sobre nuestro futuro.

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Durante la mañana de ese día, en el programa radial de Víctor Hugo Morales, Alejandro Dolina decía que ese día había una “alegría efímera”. Efectivamente, y sin ninguna duda, la alegría que sentimos y observamos en la Plaza fue inmensa, contagiosa. La emoción fue mayor que la lluvia.

02. Sin embargo, el adjetivo que pronunció Dolina (efímera) duele por su acierto, por la grave realidad que describe y anticipa. ¿Por qué no habría de perdurar la alegría? ¿Por qué Dolina subraya su carácter pasajero?

La explicación más sencilla sería recurrir a una consabida sentencia: la felicidad siempre es transitoria, tal como todo placer es discontinuo, discreto. En cambio, la respuesta más evidente nos dirá que no hay alegría sostenible cuando carencias fundamentales atraviesan a tan grande porción de la población, cuando las injusticias circulan cual si fueran el modo normal de vivir y cuando el odio se expande bajo el nombre de información.

03. No obstante, creo que hay aun otra razón de peso al interior de aquel carácter efímero y que podemos enunciar bajo la forma de interrogantes: ¿cuál es el destino de la intensidad que vivimos esa tarde? ¿Qué haremos después de una jornada tan vital? ¿Cuál es el conjunto de acciones que deberían seguir y corresponder al acto del 25 de Mayo? ¿Tamaño movimiento popular, conjugado en la Plaza, resultará luego en voluntad popular sostenida?

04. El daño existente es mayúsculo y los riesgos son aún más ingentes. Alrededor de todo lo que padecemos y denunciamos, parece sobrevenir una triste y peligrosa escena: subvertir el aforismo gramsciano. Así, percibimos que hoy nos rigen más el optimismo de la razón y el pesimismo de la voluntad. Sabemos y entendemos qué sucede y porqué, somos portadores de una lucidez precisa, propia u oída, al tiempo que todo eso no conduce a acciones sino que, más bien, es correlativo de una voluntad adormecida, escéptica, apenas despabilada en una manifestación masiva.

05. Intuyo que bajo esa misma comprensión, en su discurso del 25 de Mayo, Cristina Fernández de Kirchner exhortó a militar en las fábricas y universidades, en la calle y en los “bondis”. Que una persona sola no puede es una verdad de Perogrullo, pese a lo cual fue necesario expresarla. El deseo de que se presente como candidata, el operativo clamor, entonces, no solo choca con la proscripción que le impide postularse, sino también con la ausencia en el pueblo de una voluntad y una acción concretas que combatan la mentada proscripción.

06. Hemos advertido y escrito hace tiempo sobre dos omisiones que identificamos en nuestras indagaciones. Por un lado, que tras tanto análisis de la subjetividad neoliberal, nos olvidamos de examinar la subjetividad popular. Por otro lado, y quizá como corolario de lo anterior, que podrían quedar afuera de nuestro registro las vías por las cuales la subjetividad popular quedaba intrusada por la ideología neoliberal.

Dicha intrusión, pues, se realiza por diversos caminos y ataca diferentes sectores de nuestras subjetividades, entre ellos, el cuerpo, la percepción, los afectos y la motricidad. Todo ello comenzó hace unos 30 años, en los ’90, y se articuló originalmente en el mundo del trabajo, en las empresas, a través de las técnicas del management que desocializaron la cooperación y solidaridad laboral, y en cuyo extremo se consumó la exclusión bajo la cínica denominación de retiros “voluntarios”. En efecto, estos últimos no fueron más que la imposición cruel de una voluntad ajena (cual si fuera la propia) que dejó un saldo aun no calculado de pobreza, enfermedad y muerte.

07. No se trata únicamente de un dato de la historia reciente, sino de una espesa sombra de nuestro presente. Tal vez, uno de los ejemplos más desconcertantes quede expresado en el canto popular que dice: “si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar”. Es la persona más atacada y perseguida de la historia argentina, han intentado asesinarla y hoy se encuentra proscripta. Sin embargo, ¿qué quilombo real y efectivo se armó? Ninguno. De nuevo, debemos asumir que nuestra voluntad no traspasa la entonación de consignas en ocasión de una manifestación popular. La política que mayor apoyo popular tiene, y en un país en que los avances del feminismo fueron más que significativos, no fue posible sostener una lucha concreta luego del intento de magni-femicidio.

08. En un reciente artículo, mi querido colega Sergio Zabalza acierta al describir la diferencia entre la histórica proscripción que sufrió el Peronismo y la que recae hoy sobre Cristina Fernández de Kirchner: “Una suerte de amenaza invertida sobre la principal figura de la escena política argentina. una extraña exhortación cuyo texto podría describirse así: «Presentate así te proscribo»”.

No es menor la diferencia entre una proscripción explícita y una restricción que impide la libertad de movimientos pero de manera invisibilizada. Así, lo que se observa tanto en el caso de los retiros voluntarios de los ’90 como en la proscripción a Cristina Fernández de Kirchner, entre tantos otros ejemplos, es que el neoliberalismo invisibiliza el componente pragmático de su discurso. Dicho componente es, precisamente, el que dicta una orden que el otro podrá cumplir o desobedecer.

Tal es uno de los núcleos retóricos del neoliberalismo: hacer creer que un sujeto dispone de su voluntad, mientras se lo paraliza en sus decisiones. Así como en los ’90, un trabajador podía imaginar que resolvía por su “propia cuenta” renunciar a su empleo (y se transformaba, al mismo tiempo, en un “cuentapropista” precarizado), hoy el discurso de los medios niega que CFK esté proscripta, vocifera que si ella quisiera puede presentarse y que si no lo hace es porque teme perder las elecciones. Incluso hasta han negado que atentaron contra su vida en septiembre del año pasado.

09. Si prestamos atención, entonces, la estrategia despótica actual reúne dos componentes: mantener en la oscuridad su orden de determinaciones y, simultáneamente, enredar en una paradoja a sus destinatarios.

En rigor, el entrampamiento es múltiple y, justo es decirlo, sus receptores también son diversos, incluidos los propios votantes de la derecha. Lo que varía, en todo caso, es el tipo de paradoja que padece cada sector. Un tipo de paradoja es la que ya señalamos, la que se da entre dos órdenes contradictorias. Otra paradoja es la que opone dos afirmaciones, como cuando los dirigentes de Juntos por el Cambio afirman que al sumir el gobierno el país estaba desendeudado y, simultáneamente, expresan todo lo contrario. También, cuando buscaban dinero presuntamente enterrado por CFK, y solo pudieron “descubrir” que había pozos con forma de caja fuerte, o bien cuando denunciaban que “se robaron un PBI”.

10. Hay numerosas maneras de distinguir el populismo del neoliberalismo, pero una de ellas, esencial a mi juicio, es que mientras el primero actúa de manifiesto, explicita sus imperativos y sus decisiones, el segundo opera como si no decidiera nada en materia de política pública. No en vano se vanaglorian de la “mano invisible del mercado”. Es decir, se ufanan de la invisibilización de las manos de quienes deciden. Por caso, un incauto desempleado de los ’90podía decir: “Yo renuncié, a mí nadie me despidió”.

Las consecuencias de tales estrategias son múltiples, entre las que se incluyen la creciente indefensión y, consecuentemente, el progresivo desaliento y, como ya señalé, el adormecimiento de la voluntad.

Cierre

La comprensión de texto, a la que se refirió Cristina Fernández de Kirchner en una entrevista televisiva, no se agota en que nos convenzamos de que no será candidata, sino que aquella comprensión debe entender el porqué.

Ella ha intervenido lúcidamente ante las dos operaciones que describimos (ocultamiento del componente pragmático y discurso contradictorio): lo cuestionó (es decir, lo visibilizó) y se retiró de la escena entrampante, la interfirió. Ella ya lo expresó tantas veces, oralmente y por escrito, en actos, clases, juzgados y entrevistas.

Comprendamos el texto y, entonces, hágase nuestra voluntad.

* Sebastián Plut – Doctor en Psicología. Psicoanalista.