La memoria estalla hasta vencer

A 45 años del golpe cívico, militar y eclesiástico en Argentina seguimos luchando por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Este 24 de marzo nos encontramos nuevamente en un contexto en el cual se han exacerbado las desigualdades, la esperanza de que la pandemia nos vuelva más humanos quedó atrás y se hace evidente la importancia de la reflexión en torno a los Derechos Humanos.

Quienes somos militantes y familiares de los desaparecidos y desaparecidas decimos que no se trata de recordarlos por lo que les pasó, sino que los desaparecieron por algo más importante, sus luchas y sus sueños.

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Hubo una generación que luchó y dio la vida por un mundo más igualitario. Hoy nos encontramos en un mundo sumamente desigual, y no es casual. Las consecuencias de ese plan de exterminio, de ideas fundamentalmente, nos afectan aún hoy, en el presente. A la desigualdad social, se suman las violaciones a los derechos humanos.

La desaparición forzada de personas es una realidad en toda América Latina y en Argentina. Los crímenes por violencia institucional afectan a los pibes de barrios populares, siendo foco de la represión policial. Es urgente pensar las políticas de seguridad desde el paradigma de los derechos humanos, así como el rol de las fuerzas de seguridad, que atentan contra la vida de quienes deben proteger.

Las democracias están siendo amenazadas en América Latina bajo el nuevo formato, de golpes blandos. Hoy existe una disputa internacional muy importante, el Norte está señalando muy fuertemente a nuestros países.

Pensar los Derechos Humanos, también implica la emergencia ambiental, la crisis climática, la contaminación. Es la devastación del medio ambiente, por ejemplo en Argentina los incendios en la Patagonia, intencionales a manos de quienes privilegian el capital financiero por sobre la vida. El derecho a la autodeterminación de los pueblos es el derecho a la soberanía sobre los territorios, bienes y recursos.

Es necesaria la universalización de los derechos, hoy no reconocidos para el conjunto de la sociedad. La base etnocentrista de la derecha conservadora, alimenta discursos de odio, impulsando la discriminacion, el machismo, la violencia étnica. Pueblos originarios, minorías sexuales, migrantes, sufren diariamente los impactos de estos discursos. Hoy defender los Derechos Humanos es hacerle frente a fuerzas de extrema derecha, al neofacismo presente también en nuestra región. Es necesaria la unión de nuestros pueblos, y de los movimientos de lucha social.

Frente a la amnesia general que propone el proyecto del neoliberalismo como imperativo del presente absoluto, de la destrucción de los legados como definición política de base, que se cierra sobre sí misma excluyendo la diferencia, la memoria debe reinventarnos, debe impulsar una militancia abierta a las transformaciones que se puedan poner en juego. Es en este sentido, que la reflexión acerca de los Derechos Humanos es un ejercicio, una construcción activa y del presente, y debe ser de apertura a las múltiples violencias que atentan contra los derechos de nuestros pueblos.

En nuestro país, hemos podido, gracias al movimiento social, junto a los organismos de Derechos Humanos, las Madres, Abuelas, e Hijos, constituir el significante del desaparecido con una impronta que no tuvo en otro lugar. Nuestra sociedad no soporta la desaparición. Los crímenes de Lesa Humanidad, no solo afectan a las víctimas sino a la sociedad en su conjunto. Es esa marca que nos une un 24 de marzo más, en un ritual que busca sanar un daño que ha sido irreparable.

Las nuevas generaciones, los nietos y las nietas, les NIETES, de les desaparecides nos juntamos y organizamos para continuar con esta lucha, por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Es una herida social que no ha sanado, convivimos con más de 300 personas que no conocen su verdadera historia. Convivimos con esta historia. Me pregunto, qué incidencia tiene para una sociedad convivir con un crimen de semejante magnitud.

Es esa voz que nos interpela la que nos hace responsables de continuar, no en términos personales, sino como generación. Son las marcas de nuestra historia, que hoy nos hacen colectivo.

Por Ana Tauil – Integrante de la agrupación NIETES.

Anatauil2@gmail.com