Día Internacional de la Educación. Cambios y desafíos, haciéndonos cargo de la educación como una responsabilidad.

Este año, 2021, se celebrará el día 24 de enero, el Día Internacional de la Educación, proclamado por la UESCO, teniendo como eje que “La educación es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva”, y como tema “Recuperar y revitalizar la educación para la generación COVID-19

Estos temas ponen en el tapete a diversos actores como los propios educandos (niños, adolescentes y jóvenes), las familias, las estructuras de gobierno que generan e instrumentan las líneas de acción de cada país y a los docentes, sin dudas.

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A fines del siglo XVIIIX, en el río de la Plata comienzan a implementarse nuevos sistemas educativas en tiempos de nacionalización. Se necesitaban escuelas en todos los rincones de nuestros países, Argentina y Uruguay, que forjaran nacionalidades nacientes, ya sea formando ciudadanos, republicanos o luchando contra la barbarie.

Las diferentes concepciones pedagógicas y políticas acerca de la educación evolucionaros hasta ser proclamada hoy como un derecho que los países deben asegurar, garantizar y promover. Este acceso a la educación ha estado plagado de barreras y desigualdades para diferentes sectores, pobres, marginados económica y culturalmente, con capacidades diferentes, entre otros muchos se han visto relegados o desvinculados.

Pero…llegó el 2020 para generalizar las dificultades al acceso a este bien común. La pandemia de COVID-19 obligó a la totalidad de los niños a permanecer en sus casas por largo período del ciclo lectivo y en los mejores de los casos retomar luego clases semipresenciales. Es aquí donde ponemos la mirada en la responsabilidad sobre ese bien público. Responsabilidad que por supuesto interpela a todos sus actores. Nadie puede quedar por fuera.

En Uruguay, se despidieron niños y maestros en las aulas de primaria, con un “hasta el lunes”, el viernes 13 de marzo del 2020. El reencuentro  se hizo esperar por  varias semanas. El  lunes 15, los propios docentes, ponían en juego toda su capacidad de acción en primera línea, haciéndose cargo de su  responsabilidad de garantizar en la medida de  lo que sea posible el acceso a la misma.

Las formas, evidentemente cambiaron. La vieja escuela, se dio de frente con el uso de recursos y herramientas a las que muchos no estaban acostumbrados a manejar en profundidad. Comenzó la etapa de educación no presencial manteniendo fuertemente los vínculos escuela-niño-familia  mediante el contacto telefónico, wsp y video llamadas. 

Las actividades se dieron en el marco de plataformas de enseñanza e importantes recursos digitales. Niños y docentes aprendiendo juntos; unos, los contenidos de sus grados y los otros (docentes y padres), el uso de las nuevas herramientas de enseñanza.

El desafío pudo afrontarse aprovechando los recursos del Plan Ceibal  (Plan de Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea), fundado en 2007. Este es un programa dirigido a la enseñanza pública que tiene como prioridad la implementación intensiva de las Tecnologías de Información (TIC) en la educación, buscando garantizar el acceso de todos los niños a las herramientas tecnológicas. Posibilitó también afrontar el desafío la conectividad a internet en casi todos los rincones y la disposición de las familias y docentes para costear en muchos casos este recurso. Aún donde no se podía llegar mediante la tecnología, se llegó en formato papel, siendo muy descendido el porcentaje de niños y jóvenes total o parcialmente desvinculados.

Luego se reinició progresivamente  la actividad presencial, priorizando la atención a situaciones de vulnerabilidad social y teniendo  en cuenta la variación de las condiciones sanitarias en el territorio.

Las propuestas pedagógicas debieron adaptarse nuevamente a  escenarios que se transforman y coexisten constituyendo una particularidad del actual momento educativo, trabajo presencial más trabajo virtual, conformando por momentos espacios híbridos.

Lejos de ser un “año perdido” en educación, el año 2020, puso a la generación COVID-19 en situación de afrontar desafíos. La escuela amplió sus canales, sus formas y herramientas, para llegar a todos. Nos interpeló sobre una nueva forma de enseñar, de aprender, de vincularse. Nos impuso la reflexión sobre para quienes y para qué enseñamos. Removió las fibras más escondidas de la vocación docente y de la docencia como responsabilidad ante el hecho educativo.

Por Maestra Selva Nahir Firpo Visoso

Egresada del Instituto de Formación Docente Ercilia Guidali de Pizano de la ciudad de Paysandú, Uruguay, año 1992.
Maestra de Educación Común en Escuela de Contexto Socio Cultural Crítico.
Maestra Comunitaria  de 2005 a 2010.
Directora de Escuela Rural en 2010.
Directora de Escuela A.PR.EN.D.E.R (Programa: Atención Prioritaria en Contextos con Dificultades Estructurales Relativas) en 2011.
Directora de Escuela de Tiempo Completo Nº 58, en la Localidad de Esperanza, departamento de Paysandú, desde 2012 a la fecha.