Un nuevo 8M, el primero desde que nos gobierna esta extrema derecha. ¿Estresada, cansada, ajustada? Más que nunca “No estás sola hermana”

Por Ana Etcheverry *

Una mezcla de caos cruel nos gobierna. Tres meses de la gestión de Javier Milei que parecen tres años. Un gobierno que pega por todos los frentes: el económico, el político, el cultural y te lleva a un espiral de agotamiento y desazón.

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En menos de tres meses presentó un DNU y una Ley Ómnibus con pretensiones de refundar la Argentina, un protocolo de seguridad represivo, una mega devaluación que licuó los salarios, le saco la comida a los comedores, el presupuesto a las provincias y determinó que todo lo concerniente al valor y desarrollo humano es ahora un capital.

En materia de género específicamente, atacó la Ley Micaela y la ESI, cerró el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, prohibió el uso del lenguaje inclusivo en la Administración pública y presentó un proyecto de ley para derogar el aborto legal. Su fallida Ley Ómnibus incluía reformas políticas que eliminarían la paridad de género.

Lejos, lejísimos quedan los años de conquistas de derechos, los años de avanzada para nuestro pueblo en general y para el pueblo feminista en particular. Este gobierno es machista, misógino, negacionista y mesiánico. Es violento, violento en su discurso como violentos son los precios de los alimentos y las tarifas, violentos los despidos que salen a festejar.

Un gobierno que ejerce una pedagogía de la crueldad, que hace del individualismo una bandera y de la meritocracia un estandarte.

Quienes creemos en la política, en la soberanía, el feminismo o la justicia social no estamos de moda. Somos atacados y atacadas permanentemente, tildados de casta, chorros, parásitos de la política y demás poesías. Estos discursos calan en la sociedad, sutil y peligrosamente también en nosotros.

Es cierto que hicimos muchas cosas mal. Está a la vista. Nos faltó, territorio, empatía, redistribuir la riqueza, generar ascenso social etc etc. A nuestro feminismo le faltó lo mismo, le falto barrio y políticas que le transformen la vida a las últimas de la fila. Un ministerio puede ser una cáscara vacía, lamentablemente hoy hay pocas políticas de esa cartera para defender.

Autocrítica sí, profunda, pero autoboicot no.

Hicimos muchas cosas mal, pero cuidado con confundir la necesaria autocrítica con el autoboicot. La pelota no se mancha y las banderas no se bajan.

Porque el feminismo sigue estando bien, porque la justicia social sigue siendo el camino, porque la patria sigue siendo el otro y porque magia nunca fue.

Frente a un contexto que nos impone una lógica individualista y competitiva, narcisista y mercantil, construyamos más que nunca comunidad organizada, algo que desde el feminismo bien sabemos hacer. Qué la angustia no nos paralice y que no nos quedemos sin el encuentro.

Salir de la lógica individualista es también reconocer que aunque todos la estamos pasando mal, hay algunos y sobretodo algunas que la están pasando peor. Trabajadores pobres sin reconocimiento ni derechos laborales como los y las trabajadores de economía popular, miles de familias sin plata para alquilar, sin casa para vivir, sin poder comprar alimentos o medicamentos indispensables.

Desde los feminismos militantes tenemos la tarea de estar más que nunca junto a quienes sufren, junto a quienes padecen. La miseria planificada de este gobierno es un caldo de cultivo para más violencia. Hay qué estar.

No es casual que las que primero y siempre están, pandemia, crisis o libertarios mediante, suelen ser las mujeres de los barrios populares, que paran la olla para que en su barrio no haya pibes sin comer, organizan apoyos escolares para que no se atrasen en la escuela, arman redes de solidaridad y contención.

Hay pocas certezas sobre que hacer o sobre lo que vendrá pero nunca nos vamos a equivocar sí caminamos con ternura junto a nuestro pueblo. Banquemos las ollas, las cooperativas, los sindicatos. Vayamos a la básica, al local a la parroquia a donde cada uno quiera y pueda, pero salgamos a ese encuentro con un otro y multipliquemos el pan y las ganas de vivir mejor.

Seamos como las madres y abuelas, retomemos su historia de lucha, un proceso con avances y retrocesos que nuncadejó de gritar su verdad hasta conseguir justicia. Seamos como Cristina con su coraje, su vocación de poder, su capacidad de transformar, como Natalia Zaracho, resiliencia, prepotencia de trabajo y corazón en el pueblo.

No se construye solamente en los momentos favorables o cuando se es gobierno, hoy toca defender lo conquistado, lo mucho y lo poco, resistir la avanzada sobre nuestros derechos y proyectar horizontes que enamoren, superadores de lo que fuimos y con la potencia de lo que sabemos que nos merecemos.

Una lloradita y a seguir militando, que a la Argentina no se le suelta la mano. Que acá estamos y no es poco y si hay algo que sabemos hacer es resistir y transformar. Este 8M y los que vendrán a darlo todo compañeras!

*Ana Etcheverry – Lic. en Sociología y militante de Mala Junta y del Frente Patria Grande.
Lealtad y ternura.