Por Matias Casaretto*
Las elecciones recientes en Tigre dejaron un dato insoslayable: 50 mil vecinos menos participaron respecto de 2023. Esta merma en la concurrencia no es un simple número, sino un factor que condiciona cualquier análisis sobre el futuro político del distrito.
El peronismo perdió alrededor de 50 mil votos en comparación con las elecciones pasadas. La alianza entre el PRO y La Libertad Avanza también sufrió una fuerte merma, con 43 mil votos menos. En paralelo, emergieron con fuerza nuevos espacios políticos: la lista de Somos reunió cerca de 37 mil votos, mientras que Acción Comunal —histórico referente local— logró sumar 8 mil voluntades.
Estos números muestran un escenario fragmentado y dinámico. Pero lo más importante es advertir que ninguna de estas cifras permite hoy anticipar quién será el próximo intendente de Tigre. La baja participación altera el mapa y abre un abanico de posibilidades: en futuras elecciones, con mayor concurrencia ciudadana, los resultados podrían modificarse de manera significativa y hasta sorprendente.
Por eso, más allá de las lecturas coyunturales, el verdadero desafío está en convocar a los vecinos. La democracia se fortalece cuando la mayor cantidad posible de ciudadanos se expresa en las urnas. Tigre necesita que su gente participe, que haga escuchar su voz y que decida el rumbo de su municipio con la fuerza del voto popular.
En definitiva, los comicios pasados son apenas una foto parcial. El futuro de Tigre todavía está en construcción, y será la participación activa de todos los vecinos la que determine, de manera clara y contundente, quién debe conducir los destinos de nuestra ciudad.