Rompan Todo

Por Joaquín Noya*

La política argentina de los últimos 3 años podría describirse tergiversando el título de la serie de rock latinoameticano “Rompan Todo” que realizó Gustavo Santaolalla, aunque bajo el lema: “está todo roto”. Principalmente el sistema de representación político, social y cultural que ata nuestras relaciones sociales desde 1853 en letra escrita/muerta de nuestra constitución y en letra viva de nuestra sociedad en libertad y democracia desde hace 40 años.

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El punto de quiebre donde se cristalizó esta ruptura se produjo el 22 de noviembre de 2023 cuando Javier Milei ganó el ballotage con el 56% de los votos. Algo de esa ruptura leyeron los grupos económicos nacionales y transnacionales, que hoy apuntan a ser los nuevos beneficiados de la actual propuesta política y económica, conducida por un personaje excéntrico y mediático con poco vuelo académico en materia económica su supuesta principal virtud y su punto de acumulación en una sociedad con casi una década de retroceso económico. Esto último repercute en un descontento creciente hacia el sistema político argentino y sus representaciones.

Lo que está roto en términos parciales, y no absolutos, es el sentido de representación política como se desarrolla plenamente en la Argentina desde 1983, sumado a una gran decepción hacia un sistema que no resolvió integralmente una serie de problemáticas que aquejan estructuralmente a nuestro país. Es cierto, hubo ciclos de recuperación económica y distribución de la riqueza que permitieron que millones vivan bien pero que no pudieron resolver integralmente dos cuestiones estructurales: la vivienda digna y el trabajo con derechos.

El punto de galvanización de dicha ruptura expresada el día del ballotage tuvo su prolegómeno en el mes previo con el apoyo a la candidatura de Sergio Massa de forma directa por casi la integralidad de los partidos y figuras políticas vinculadas al peronismo y al progresismo, hayan formado parte o no del frente Unión por la Patria, todas las centrales sindicales de la argentina (CGT, CTA de los Argentinos, CTA Autónoma y UTEP), la gran mayoría de los movimientos sociales, centrales empresarias, asociaciones de banqueros, por la Iglesia Católica Apostólica Romana, la SRA de Córdoba (entre otras), la federación de clubes de barrio, algunas figuras políticas de la izquierda, entre varias expresiones más. A esto se le sumo el apoyo implícito de espacios de izquierda, la integralidad de los clubes de fútbol federados en la AFA de la primera A, Nacional B, Primera B metropolitana y demás categorías, los movimientos sociales que no apoyaron explícitamente, expresiones minoritarias y/o figuras de la UCR, el PRO y partidos provinciales. Un apoyo directo o indirecto que no tuvo ningún candidato en la historia de la democracia argentina desde 1916 en adelante. Cualquier tipo de análisis sobre el apoyo político recién mencionado a Sergio Massa diría que era imposible que Javier Milei gane las elecciones, a menos que haya como mínimo una ruptura tan grande en las representaciones políticas, deportivas, sociales y sectoriales que sus bases voten (por lo menos parcialmente) a contramano de las declaraciones de sus representados. Obviamente no fue la única causante de la victoria de Javier Milei, también contribuyeron la inflación sin control, las internas del frente de gobierno, la imposibilidad de recuperar el poder adquisitivo de quienes trabajan, la fiestita de Olivos, la falta de iniciativa y relato político presidencial, y las virtudes de una derecha internacional que está reconvirtiéndose y encontró en su figura un punto de acumulación.

Así llegamos a poder afirmar que ésta es la nueva grieta: la crisis profunda de representatividad institucional, política, social y cultural como la conocíamos. Sin que sea claro si ya está encarnada en la sociedad o está desarrollándose, si se sutura reconstruyendo nuevamente las representaciones institucionales y sociales mencionadas o repensando nuevas representaciones o formas más directas de participación popular y comunitaria en la toma de decisiones. Claramente para responder esta inquietud hace falta tiempo, análisis histórico y sociológico y olfato político; tres cuestiones que son contradictorias con la extensión de una nota de opinión como esta. Abro el debate y continuará…

*Joaquin Noya – Profesor de historia y dirigente del Movimiento Evita