Primero de septiembre de 1971. A los empleados del cementerio de Milán le dieron la orden de exhumar un cadáver. Actividad habitual en un cementerio. Se dirigieron a la fosa 41 del campo 86 donde se encontraba un grupo de personas que los estaban esperando. Esa tumba era cuidada habitualmente por Giussepina Airoldi, una religiosa de la Compañía de San Pablo. Al abrir el féretro se encontraron con el cuerpo intacto de una joven rubia. Al principio se asustaron, pero el padre Giulio Madurini los tranquilizó. Los empleados sabían muy poco de esa joven. Sabían que era una italiana nacida en Dalmine, provincia de Bérgamo, que había muerto en un accidente automovilístico el 29 de febrero de 1951. Poco sabían de esa mujer llamada María Maggi de Magistris. Se contrató a la funeraria Fusetti para que la lleve hasta Madrid. Cargaron el ataúd en una camioneta y recorrieron parte de Italia y Francia hasta llegar a la frontera con España. Allí, el argentino que acompañaba al chofer de la funeraria lo obligó a volver a Milán. El ataúd fue cambiado de camioneta y de nombre.
Maria Maggi de Magistris
Tanto el chofer de Fusetti como los empleados del cementerio desconocían que esa mujer había muerto en la Argentina, pero no en un accidente, sino de cáncer. No sabían que Maria Maggi tuvo uno de los funerales más impresionantes de la Historia Argentina. No sabían que su cuerpo fue secuestrado, maltratado, manoseado, golpeado, mutilado y escondido durante años porque le generaba miedo a una dictadura. Desconocían que la viuda de Magistris fue amada por millones de argentinos y odiada por la oligarquía, por sectores eclesiásticos, políticos y militares. Desconocían que, ante millones de argentinos, renunció a ser vicepresidenta y que con una fundación brindó ayuda social a los sectores más vulnerables de ese país sudamericano. Tampoco sabían que estuvo casada con un presidente. No sabían que esa rubia era Eva Duarte, Evita.
Cadáver peligroso
Desde que los militares asumieron el gobierno en septiembre de 1955, la “Libertadora” se encargó de borrar al peronismo de la faz de la tierra: Perón había huido a Paraguay, varios dirigentes peronistas fueron encarcelados y fusilados, los medios fueron controlados y el decreto ley 4161 haría el resto. Pero había algo que molestaba, y mucho. En el edificio de la CGT se encontraba el féretro de Eva Duarte. La armada quería hacerlo desaparecer, pero el ejército quería “darle santa sepultura”. Por orden del Presidente Gral. Aramburu el cuerpo de Eva fue sacado de la sede sindical y escondido en varios lugares…pero seguía siendo peligroso ya que se podría convertir en una bandera de lucha para la resistencia peronista, o sea, en un símbolo político del cual se tenían que deshacer. En 1957 se inicia la “Operación Traslado”, por la que el cuerpo de Evita sería llevado a Italia con un nombre e historia falsa y se lo enterraría (con el visto bueno de la Santa Sede) en el cementerio Maggiore de Milán bajo la tutela de la Compañía de San Pablo. El 23 de abril el peligroso féretro parte en el buque “Conte Biancamano” hacia Italia y es sepultado el 14 de mayo. Desde ese día Eva Duarte y Maria Maggi de Magestris descansarían en paz.
Por Mariano José Visoso – Profesor de Historia y Lic. en Gestión Educativa – Consejero Escolar de Juntos por el Cambio Tigre