“Un poco de interés por la Patria”

Por Santiago Echevarrieta*

Cada 20 de junio, los argentinos rendimos homenaje a Manuel Belgrano, creador de nuestra bandera y una de las figuras más nobles y lúcidas de nuestra historia. Pero más allá de los actos protocolares, de los discursos formales o las ceremonias escolares, hay frases suyas que, como relámpagos, atraviesan el tiempo y nos interpelan con brutal claridad.

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Todas las dificultades se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la Patria”, dijo Belgrano. No hace falta ser historiador para entender que esa frase no hablaba sólo de su época. Es una advertencia que atraviesa generaciones, y que en la Argentina actual cobra una vigencia casi dolorosa.

Porque no es que falten capacidades. No es que no tengamos recursos, talento o energía social. Lo que falta, muchas veces, es eso: un poco de interés genuino por el bien de la Patria. No por un símbolo, una consigna o una épica vacía, sino por la Nación como proyecto común. Por una Argentina pensada para sus habitantes, no para los que la administran desde el poder ni para los que la usan como trinchera ideológica.

El patriotismo no es un discurso, ni una marcha militar, ni una bandera flameando en una campaña electoral. Es una actitud cotidiana. Es cuidar lo que es de todos. Es decir la verdad. Es gobernar con responsabilidad. Es asumir que las decisiones que se toman en el Estado afectan vidas reales, y que el fracaso de esas decisiones no se mide en encuestas, sino en hambre, frustración y migraciones forzadas.

Y es ahí donde aparece la gran pregunta: ¿Quiénes están dispuestos hoy, en este país tantas veces quebrado, a poner un poco de interés por la Patria? ¿Cuántos de los que tienen poder real —económico, político, mediático, sindical— están verdaderamente comprometidos con que a la Argentina le vaya bien, y no sólo con que les vaya bien a ellos dentro de esta Argentina que se deshace?

Belgrano murió pobre, casi olvidado, pero con la conciencia tranquila de haberlo dado todo por su país. No pidió nada. No se enriqueció. No armó un relato. No fue un cínico. Fue un patriota. Y eso, en los tiempos que corren, parece una figura exótica, casi ingenua.

Pero quizá el camino no sea lamentar esa pérdida, sino asumirla como desafío. Recuperar el patriotismo no es volver al pasado ni anclarse en gestos simbólicos. Es construir futuro desde un nuevo contrato de convivencia, que se base en la verdad, la decencia y el compromiso colectivo. Este 20 de junio, más que repetir consignas, ojalá podamos redescubrir el mensaje profundo de Belgrano. Que la bandera no sea solo una tela que flamea, sino un llamado a vivir con dignidad, con memoria y con esperanza.

Porque Argentina no necesita héroes ni caudillos: necesita ciudadanos, dirigentes y trabajadores que se ocupen de hacer bien lo que les toca, con responsabilidad y con ese “poco de interés” por la Patria que puede, todavía, cambiarlo todo.

*Santiago Echevarrieta – Concejal de San Martin