Carlos Fuentealba, la tierra baldía

“Abril es el mes más cruel”  T.S. Eliot (1922)

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Hacía tanto que no alzaba la cara, que me olvidé del cielo.”    J. Rulfo (1953)

El 4 de abril de 2007, el docente de 41 años Carlos Fuentealba, se retiraba de la protesta, de la cual participó junto con el sindicato ATEN, sobre Ruta 22, a la altura de Arroyito en Neuquén. Se reclamaba aumento de salarios. Había un enorme despliegue policial. Gobernaba la provincia Jorge Sobisch. Un disparo a corta distancia y por la espalda, efectuado por una pistola calibre 38, que portaba un cabo primero bajo órdenes de sus superiores, asesinaba al maestro Fuentealba. Fuentealba, se estaba retirando de la manifestación, se había subido en la parte trasera de un Fiat 147. El proyectil que disparó el cabo Poblete atravesó la luneta y le produjo un traumatismo craneoencefálico. Fue trasladado a la capital y murió el 5 de abril en el hospital Castro Rendó.

Alrededor, la policía desde las camionetas, con las puertas abiertas, continúa disparando y lanzando gases lacrimógenos.

Ese día, ese asesinato, fue vivido, se vive, por la mayoría de los argentinos con mucho dolor: mataron a Carlos Fuentealba, a un maestro, a la más noble bandera argentina. Una bandera de lucha de todos los trabajadores, de reivindicación de la escuela pública, del salario digno, de la Justicia Social.

 En aquellos momentos, como en los actuales, pareciera que hay una brecha insalvable: un abismo, lo mires como mires.

Están aquellos, que por pedir justicia y por trabajar cotidianamente por la equidad, arriesgan su vida.

Y aquellos otros, también hombres y mujeres, que por su falta de imaginación y responsabilidad utilizan la acción de la fuerza para silenciar la dignidad de todos. La mayoría de esos “soberbios” van por el mundo sin percatarse de su brutalidad. Se autodenominan “ricos”, son jefes cínicos, y exponen su necedad. Actualmente estos hombres” huecos” (T.S. Elliot: 1925) amplifican sus modos represivos de modo propagandístico, se ufanan de generar esclavos y sumisión. Los que mataron a Fuentealba no son otros que estos sujetos que, estrechos de mira, son intolerantes, sin imaginación ni responsabilidad. Desconectados de la realidad, hablan y hacen con terminología de ideales usurpados fuera de contexto y época, con sistemas ideológicos inflexibles del siglo XVIII, odian la conversación.  Sin valentía de reconocer errores, ni las cosas, ni la vida, tampoco tienen consideración por los otros. Desconocen que hay Historia, y solo ejecutan ambiciones sin vuelo ni raíces. Viven en la contingencia de la encerrona del instante presente. Con estreches de mira, son parásitos del trabajo ajeno, al cual roban o asesinan.

 Esos “ricos” matan, para no perder la rapiña “meritocrática”, para renegar que son simples mortales. En sus escuelas “new man” les imponen vaciarse de sentimientos, de emociones.  Así, repiten aprendizajes mafiosos como “new” almas en pena sin destino. (Juan Rulfo, 1953). Están por fuera de la historia, del tiempo y el espacio compartido avalando asesinatos contra los que producen la riqueza espiritual y económica del pueblo.

Con pánico de reconocer lo que no conocen de si y de la realidad, viven y matan para encubrir el acta de nacimiento de su “meritocracia”.  Son “huecos” indispuestos que “olvidan” la fecha de muerte del padre y el nacimiento de los hijos de los hijos: y sin historia espían a los inevitables murmullos que atraviesan los sistemas represivos.

 Frente a esa gente que busca asesinar, acallar, desaparecer las voces emancipadoras, ninguna bala, común o de “plata”, ha podido silenciar el habla a medio decir de los cuerpos bien apalabrados.

¡honor al maestro Carlos Fuentealba!

“Abril es el mes más cruel, criando / lilas de la tierra muerta, mezclando / memoria y deseo, removiendo / turbias raíces con lluvia de primavera”. J. T. Eliot

Por Ricardo Arias – Agrupación Sudeste – otoño 2021