Las cifras del observatorio “Ahora que si nos ven”[1] son alarmantes, en lo que va del año 2022 se registraron 119 femicidios[2]. El 60% de los femicidios fue cometido por las parejas y ex parejas de las víctimas y el 62% de los femicidios ocurrió en la vivienda de la víctima.
Otra vez salimos a la calle para decir que cada 28 horas hay un FEMICIDIO.
Otra vez marchamos para decir acá estamos, decimos BASTA, nos están matando.
Este grito lo hacemos muchas personas que sin importar cómo pensamos desde hace 7 años nos organizamos para visibilizar que en nuestros hogares la violencia por razones de género se cobra muchas vidas.
Este grito lo hacemos muchas personas que sin importar cómo pensamos desde hace 7 años nos organizamos para decir que las prácticas del patriarcado se cobran muchas vidas.
EFste grito lo hacemos muchas personas que sin importar cómo pensamos desde hace 7 años nos organizamos porque la violencia machista no para.
Del informe “Ahora que si nos ven”[3] desde el 3 de junio de 2015 al 25 de mayo de 2022 se contabilizaron 1995 femicidios, 64% de los femicidios fueron cometidos por parejas o ex parejas de las víctimas y en el 88% de los casos el femicida pertenecía al círculo íntimo (padre, hijo, vecino, amigo).
De los femicidios cometidos este año, el 15% de las mujeres habían realizado al menos una denuncia y el 6% tenían una medida de protección judicial, y aun así fueron asesinadas.
La Justicia tiene una gran deuda, hoy es un poder sordo, lento e ineficaz: por no actuar rápido, por no tomar medidas para proteger, por no impartir instrucción para que las fuerzas de seguridad actúen, por no imponer medidas económicas que resguarden.
La Justicia penal tiene mucha deuda porque en su generalidad no dicta las medidas de protección en forma preventiva y urgente, que se ocupan más en culpar a la víctima que en proteger a esa persona. Esa ineficacia que se traduce en lentitud por burocracia desalienta a muchas mujeres a pedir medidas de protección. No es fácil hacer la denuncia y tener que volver a dormir en el mismo techo donde está la persona que te agrede, de la que temés por la integridad de tu vida y la de tus hijxs, y en especial cuando se entera que hiciste la denuncia.
También es deudora la Justicia de Familia, cuando no da respuesta a una madre que pide que le fijen un hogar y una cuota alimentaria digna, cuando solamente pueden acceder a reclamar una mujer que puede pagar unx abogadx. No podemos dejar de ver que en los registros tenemos muchas mujeres que volvieron con los agresores porque no tenían donde dormir, qué comer y cómo vivir; o tuvieron que ir a un encuentro a pedir la cuota alimentaria y murieron en manos de su pareja o ex pareja.
Tenemos que ser conscientes que la desigualdad de género estructural impide que en su gran mayoría las mujeres no podamos acceder a la vivienda, por tener empleos informales y/o cobrar menos que los varones por igual tarea, y eso dificulta mucho romper el círculo de la violencia.
Conocemos a nuestro agresor, no nos ataca un desconocido que podría caracterizarse como un monstruo o enfermo. Estos hechos son producto de un entramado violento en el que se constituyen las relaciones sostenidas en el mito del amor romántico, el cual enseña una desigual forma de vincularse, donde el varón es quien está en un lugar de superioridad frente a la mujer. El 88% de los femicidios fueron cometidos por un integrante varón del círculo íntimo de las víctimas: pareja, ex pareja, hijo, yerno, hermano y hasta vecino.
El patriarcado es una construcción social y cultural, que se transformó en un sistema social. Claro que es difícil de modificar, porque es silencioso, se aprende de generación en generación copiando conductas que son “normales”, que fueron validadas hasta por leyes, que ponen al varón como sujeto superior a la mujer.
El patriarcado también está en la Justicia, se observa porque sus cúpulas están casi todas conformadas por varones. Sin ir más lejos, la Corte Suprema de Justicia de la Nación hoy no tiene integrantes mujeres y hace muchos años las ternas son masculinas. En su base el Poder Judicial tiene mucha integración femenina pero no forma parte de la mesa donde se administra el poder y se establecen prioridades a la hora de administrar justicia.
Si observamos la historia de algunas instituciones viejas, hubo algunos pisos en las dependencias judiciales donde no había baños para mujeres porque no estaba pensado que haya mujeres en esos edificios[4].
Es hora que el Poder Judicial empiece saldar la deuda, empezando con modificar sus estructuras: por eso, es importante garantizar Paridad en la Corte Suprema, como también formación a todxs en materia de género. No podemos seguir sosteniendo a Jueces y Juezas que impriman sentencias sin perspectiva de género.
Ese silencio hoy autoriza a invisibilizar y hasta normalizar la violencia machista.
Lo cierto es que somos iguales a los varones y nos merecemos vivir libres.
Es hora de tomar conciencia de las prácticas del patriarcado para cambiar las construcciones culturales para romper con un sistema que nos hace daño y se lleva vidas.
Lo cierto es que todxs somos responsables de decir BASTA.
Por Sofia Vannelli- Senadora Provicnial PBA
[1] https://ahoraquesinosven.com.ar/reports/104-femicidios-en-2022
[2] https://www.instagram.com/p/CeOR5gXOOLC/?igshid=YmMyMTA2M2Y=
[3] https://ahoraquesinosven.com.ar/reports/7-ni-una-menos
[4] https://www.telam.com.ar/notas/202203/585746-jueza-viviana-dobarro-poder-judicial-patriarcado.html