Alta en el Cielo

Nacido el 3 de Junio de 1770, casi 19 años antes de la Revolución Francesa, es nuestra obligación recordar y honrar la inmensa gesta que significó la vida pública de nuestro querido General Manuel Belgrano. Cito, a continuación, un pequeño fragmento de sus memorias:

“Como en la época de 1789 me hallaba en España y la revolución de Francia hiciese también la variación de ideas y particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuere donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aún las mismas sociedades habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente”.[1]

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No solo dichas nobles e igualitarias ideas se apoderaron de aquél prócer, sino que con valentía y completa dedicación ofrendó su mente y cuerpo, así como también; su alma, al enfrentar la muerte en las diversas batallas que libró.

¿Habrá querido el General fundar una Nación que haga de sus habitantes, ciudadanos que gocen de todos los derechos, comodidades y felicidad que el cielo proporcionó a Eva y Adán?

A juzgar por los colores y la estrella que eligió para nuestra Bandera, sumado a su citada memoria, no queda duda alguna. Enarbolada por primera vez en una batalla el 20 de Febrero de 1813, el cielo fue testigo de su destino de gloria al vencer al Ejército Realista en tierra Salteña.

Como evocara el filósofo John Rawls:

“Igual que la verdad es la virtud central en la ciencia, el valor principal de la sociedad es la justicia”.

Manuel Belgrano hizo justicia al liberar a un pueblo entero de la tiranía y la opresión. Sin haber tenido el honor de conocer a semejante ser humano me animo a concluir que soñó y combatió por un país en que:

  • Todos sus ciudadanos sean libres e iguales
  • Todos sus integrantes (sean nativos o extranjeros) posean igualdad de oportunidades para desarrollarse
  • Todas las familias que integrasen el suelo argentino procuren la paz, el entendimiento y la cooperación entre ellas, para hacer de esta Nación, la más cercana, o, ¿Por qué no? Idéntica al Edén

Retomemos esa inspiración para cumplir con la obligación y el deber, de honrar su inagotable dedicación, ni más ni menos que su vida entera, a la grandeza de nuestra querida República Argentina.

Por Ezequiel Haedo


[1] Paz, José María, Memorias póstumas. Ed. Emecé, Bs. As. 2000.