Por Felipe Baldonado*
En Tigre, el debate sobre el crecimiento descontrolado de las torres está más caliente que nunca. Los vecinos vemos cómo se levantan edificios sin planificación, sin respetar el equilibrio urbano ni la calidad de vida del barrio. Frente a esto, hay dos maneras de actuar: escuchar y buscar soluciones o bloquear a quienes cuestionan.
Lamentablemente, el concejal del PRO, Segundo Cernadas, optó por la segunda. Después de que algunos vecinos planteáramos nuestra opinión sobre el impacto de estas construcciones y la necesidad de reglas claras en sus comentarios, su respuesta fue simple: nos bloqueó en Instagram. No es un caso aislado, varios vecinos que hicieron preguntas incómodas recibieron la misma respuesta.
Un problema que tiene solución (pero no voluntad)
El avance descontrolado de las torres no es algo nuevo, y ya hubo intentos serios para ponerle un freno. Sergio Massa, cuando fue intendente, estableció un tope a las construcciones con un decreto en 2008 que limitaba la altura en avenidas a 6 pisos. Pero ese decreto fue derogado en los últimos años, dejando la cancha libre para los desarrolladores sin límites claros.
Desde 2019, existe una ordenanza que establece que todas las obras de más de 5000 metros cuadrados deben pasar por el Concejo Deliberante. Es decir, Cernadas no es un burócrata que solo firma papeles: él es un concejal, fue elegido por el pueblo para representarlo y, si realmente quisiera, podría votar en contra de este modelo de crecimiento sin planificación.
Pero no lo hace. Al contrario, firma todas las obras que ingresan al Concejo, amparándose en que “están dentro del código”. Sin embargo, un concejal no es un escribano del Ejecutivo. Es otro poder, con capacidad de decidir, cuestionar y frenar aquello que perjudica a los vecinos. Si Cernadas realmente creyera que este modelo de desarrollo es perjudicial para Tigre, tendría que haber votado en contra. Pero no lo hizo.
Hoy, referentes como Malena Galmarini y Gladys Pollan están insistiendo en que Tigre vuelva a tener un código urbano que proteja el perfil de la ciudad y evite que los negocios inmobiliario pasen por encima de los vecinos. Sin embargo, la respuesta del pro es pura ambigüedad e hipocresía. Por un lado quieren cambios… pero por otro Cernadas, quien es concejal hace 10 años y sigue firmando expedientes sin frente y sin proponer soluciones reales.
El debate no se bloquea
Si hay algo claro, es que la discusión sobre el futuro urbano de Tigre no se puede tapar con un bloqueo. Los vecinos tienen derecho a preguntar y los funcionarios tienen la obligación de responder.
Mientras algunos se ofenden por las críticas y cierran el diálogo, otros siguen trabajando para que Tigre tenga un desarrollo ordenado, con reglas claras y pensando en la gente. De eso se trata la verdadera gestión.
*Felipe Baldonado – Militante del Frente Renovador