Siempre especial y con un marco diferente al del año anterior celebramos la llegada del día de la Lealtad.
El paso del tiempo y la coyuntura social le va otorgando al 17 de octubre un significado propio cada año. Aunque los hechos históricos son invariables, ya que acontecieron en un tiempo y espacio único e irrepetible, las circunstancias aportan nuevas aristas que enaltecen el hecho y lo convierte en hito desde donde analizar el presente.
El día de la lealtad fue mucho más que la expresión genuina y popular del compromiso de los trabajadores con su líder. Significó la irrupción de los postergados, los que cada día con su actividad creadora construían la Argentina. La maduración de un proceso de décadas de abusos y explotación que debía llegar a su fin.
La Argentina pre peronista se caracterizaba por la concentración de la riqueza, la inexistencia de una legislación laboral, el desplazamiento del gaucho para consolidar la apropiación de grandes espacios de tierra por los sectores poderosos, un estado al servicio de grupos minúsculos que despreciaban lo popular y se deslumbraban por las culturas extranjeras, el acceso al poder por medio del fraude electoral y la partición política reservada a una elite. Estaba consolidado un modelo agroexportador que solo servía a los grandes terratenientes y la realidad social era caótica, el acceso a la salud y la educación estaba vedada para gran parte de la población y las condiciones de vida eran denigrantes.
Esta realidad fue transformada, y quedó demostrado que Argentina era un país con grandes potencialidades. El avance científico y tecnológico se hizo realidad, como el acceso a la educación, la salud, y la casa propia. Se generó trabajo de calidad. Los centros turísticos se llenaron de Pueblo. La vida digna había llegado.
No todos estaban felices. Los poderosos de adentro y afuera desplegaron su arsenal, incitaron la confrontación, desabastecieron el mercado interno, bombardearon y fusilaron. Nos volvieron a meter en la decadencia. Endeudamiento y destrucción del trabajo para someter.
El poder real necesita la falta de memoria y la pérdida de identidad. Estas condiciones son necesarias para hacer que un sector del pueblo le otorgue la legitimidad que necesitan para hacer lo mismo que hicieron en el pasado; vivir de la especulación financiera y ser útiles a las necesidades de pequeños grupos asociados con las necesidades foráneas, mientras las grandes mayorías, degradan su calidad de vida.
Los instrumentos son los mismos, el endeudamiento externo para condicionar y los medios de comunicación para inocular ideas y crear clima social.
Este 17 de octubre tiene la particularidad de interpelarnos, para hacernos comprender de dónde venimos y a dónde vamos, para no cometer el error de no comprender, dónde nos habían metido y dónde nos quieren llevar.
Los que salieron en la gloriosa jornada de 1945 no se preguntaban cuanto les pagarían, que ventaja personal obtendrían, sabían que necesitaban un proyecto común para encontrar la salida y vivir en un país con justicia social.
A esos hombres y mujeres que dieron su vida por el sueño de ver una Argentina Libre, Justa y Soberana, se le debe el compromiso de lograr un acuerdo entre todos aquellos comprometidos con el interés nacional y el campo popular. El objetivo debe ser la reconstrucción de una Nación que necesita recuperarse y reclama vivir con dignidad.
Por Fernando Coronel