Por Pablo Giachello*
El verdadero significado del Día de la Independencia y los desafíos actuales de la Argentina que trabaja
El nuevo aniversario del Día de la Independencia Argentina es una oportunidad para echar luz sobre la naturaleza, el contenido y los objetivos históricos que persiguió el Congreso de Tucumán. Y es, a su vez, una oportunidad para establecer los desafíos actuales que enfrentan los trabajadores y el pueblo argentino.
El significado del Congreso de Tucumán
Sin lugar a dudas, el 9 de Julio de 1816 representó un punto de quiebre para el proceso revolucionario abierto en mayo de 1810 en las Provincias Unidas del Río de la Plata. Al contrario de lo interpretado por la historiografía clásica argentina, la declaración de la independencia no significó un salto hacia adelante del proceso revolucionario sino la mascarada de una conspiración que persiguió el objetivo de clausurar la revolución y restablecer “el orden”. En realidad, el Congreso de Tucumán fue, antes que nada, una declaración de guerra contra la expresión jacobina de la Revolución de Mayo: el movimiento democrático artiguista. Es lo que explican y desarrollan, en forma fehaciente y documentada, Christian Rath y Andrés Roldán en su libro La Revolución Clausurada.
El Congreso de Tucumán y la declaración de la Independencia es el resultado de un pacto entre el gobierno central, el Directorio, y el imperio británico. El objetivo principal que buscaban con este Congreso la oligarquía porteña, representada por el Directorio, y los comerciantes británicos, tenedores de la deuda pública, era asegurarse el monopolio del puerto de Buenos Aires, de la Aduana y el armamento. Estos objetivos chocaban y se veían amenazados por el programa levantado por Artigas y la Liga de los Pueblos Libres, plasmado en las “Instrucciones” de 1813 y el Reglamento Agrario de 1815. Entre algunas de sus principales banderas y medidas estaban la reforma agraria, el federalismo y el funcionamiento de los puertos de Montevideo, Colonia, Maldonado y Santa Fe. Importa señalar que Artigas rechazó en numerosas ocasiones las propuestas de los gobiernos porteños de segregar a la Banda Oriental del resto de las provincias del Plata. Esto confirma que Artigas -lejos de ser un “caudillo oriental” o “padre de la nacionalidad uruguaya” como ha pretendido presentarlo la historiografía oficial- fue la expresión más radical del proceso revolucionario abierto a partir de mayo de 1810.
El Directorio puso en marcha el Congreso de Tucumán luego de fracasar en derrotar a los federales por las armas. El Congreso fue el artilugio para imponer “el orden” y terminar con “la anarquía artiguista”. Unificando a todas las fracciones porteñas, con la excepción de una minoría de antiguos morenistas que son acallados, el Directorio pone en pie un Congreso amañado y regimentado. Allí, la camarilla directorial cuenta con una mayoría adicta, compuesta por los diputados porteños, algunos diputados designados del interior y, fundamentalmente, por los “diputruchos” del Alto Perú, que se encontraba ocupado y bajo el control de los españoles. La elección de estos “diputruchos” se realizó en Buenos Aires con residentes exiliados… La Liga de los Pueblos Libres no concurrió al Congreso y los diputados de Córdoba, que eran federales, fueron aislados y perseguidos hasta ser expulsados.
La declaración de la independencia del 9 de Julio es la mascarada del pacto silencioso que el Congreso de Tucumán cierra con los portugueses, en sesiones secretas, para que estos invadan la Banda Oriental y terminen con “la anarquía artiguista”. Queda claro, de esta manera, que la camarilla porteña estuvo dispuesta a entregar a los portugueses una parte del territorio nacional, la Banda Oriental, a cambio de asegurar sus privilegios sociales. Este hecho histórico marcará un precedente, que se repetirá más tarde con el Alto Perú y con Paraguay. El 1 de agosto, el Congreso de Tucumán emite un manifiesto titulado “Fin de la revolución, principio del orden”. El 16 de agosto 30 mil soldados portugueses se lanzaron a ocupar la Banda Oriental.
De la Revolución de Mayo a la revolución moderna
La Revolución de Mayo fue la expresión local de una oleada internacional de revoluciones burguesas. La Gran Revolución Francesa, como hito fundacional, fue la expresión más acabada de una burguesía pujante y revolucionaria. Hoy, asistimos a la decadencia y descomposición del régimen burgués: signado por las crisis capitalistas sistémicas, las guerras imperialistas y, cada vez más, jaqueado por rebeliones populares.
La Argentina moderna sufre actualmente un pacto de naturaleza diferente al que hace 206 años atrás sellaron el Directorio y los ingleses. Hoy, la Argentina, especialísimamente la Argentina que trabaja, sufre el pacto que el gobierno de los Fernández y la oposición sellaron con el Fondo Monetario Internacional. De la mano de ese pacto, el imperialismo yanqui, los capitalistas locales y su Estado recrudecen el saqueo de las riquezas y los recursos de la Argentina y agudizan la explotación de las y los trabajadores.
En definitiva, la independencia nacional y la emancipación social son tareas pendientes que solo podrán ser realizadas por un gobierno obrero y socialista.
*Pablo Giachello – dirigente del Partido Obrero en el Frente de Izquierda y los Trabajadores Unidad