Viejos y viejas contra la barbarie

Dedicado a la Compañera Olga

El acontecimiento, llamado Pandemia, revela mundos diversos a todes y, donde el vieje, trata de caminar con cautela y, ante lo desconocido se afirma en actos de ternura e inteligencia bien apalabrados para cada momento de encuentro y las seguras despedidas. El virus puso a “los viejos” en “población de riesgo” y de disputa acerca de su “valor” político como vivos o muertos, humanos o cosas. Los Trabajadores Jubilades siguen acompañado el mundo político y los conflictos que lo definen; todes los partidos políticos han decidido cuál es su moral y prioridades y los temas a resolver: Uno propone” cuidar a todes” y el otro “que mueran los que tengan que morir”. Uno intenta concretar la cultura de la ternura y la dignidad de la vida y de la muerte, y el otro- es CAMBIEMOS- que decidió cambiar vida por cosas. La barbarie festeja la pesadilla y destruye la posibilidad que cada vida y muerte pueda ser bienvenida y despedida con sentido personal y colectivo.

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¿Acaso el vieje es incapaz de pensar el país que se está construyendo, destruyendo y batallando, hoy en la Argentina?  Lo mejor, peor de la vejez es que cierta sabiduría lograda está en línea con los que los romanos designaban como la función de honor. O sea que honran lo construido desde su identidad e intimidad y lo pone en juego en lo social. El vieje se sitúa siempre entreverado en la disputa puntual de las coyunturas políticas. Sitio elevado: tiene todo, nada, que perder. “El futuro” está al alcance de la mano, el anterior y el próximo. Algunos ubican a los viejos en la fila delgada de la intemperie, afuera, por ej. en la degradante vereda de los bancos imperiales, para cobrar la nunca jubilosa recompensa dicha.  Los viejos y viejas con sus pasiones atemperadas insisten por el gusto a futuros principios y finales dignos. Su presencia, ausencia, tiene la función de referencia que puntúa el límite y el acto de la articulación del sujeto en el lazo social, a la historia.

El capitalismo intencionalmente, los abandona y captura a un espacio político sin Ley, antihistórico: todes a merced de los mandatos e imperativos del consumismo gozoso y destructivo. El neoliberalismo desprecia al viejo dignificado pues este transmite como posicionarse en lo humano. La anti política quiere que el viejo-vieja sea conminado a ubicarse como un resto ido, como vidas en situación de desperdicio, en sobrevivientes ahistóricos, indigentes, aborígenes, o en infantes discriminados, segregados, y laboralmente en jubilados sin júbilo. Se los formatea para ser “abuelos” y jubilados resignados. De cuerpos y vínculos erotizados se los obliga a establecer relaciones desertizadas, pasivas, reducidas. Se los mete en redes de concentración de dolores y descuidos geriátricos, rapi-velatorios y crematorios urgentes. Se lo desautoriza de entusiasmos pasados y presentes; de encarnar proyectos cotidianos y compartidos. Se les impone el cortoplacismo planificado por estadísticas de consumo neoliberal “estimado” y se secuestra la honrada medida subjetiva para obligarlos a una identidad cosificada. Sin embargo, los trabajadores de tercera edad tienen proyectos que “duran mientras dure dura” el entusiasmo, el pensamiento y los pactos de amistad solidarios fundacionales de cada día y que son los mismos que los históricos que construyen la Nación.

 Ante la próxima presencia de la ausencia, ante el velatorio de principios y un final único les Trabajadores Jubilades -solidarios con vos- siguen luchando contra la barbarie 

Por Ricardo Arias – Agrupación Trabajadores Jubilades del Playón – Invierno 2020