Venenos

Por Ariel Fernandez*

40 años de democracia no parecen ser suficientes para la derecha vernácula en cualquiera de las fases de su metamorfosis, proceso que parece no tener fin sino, más bien, todo lo contrario, la derecha se adapta a contextos, sabe resguardarse en un estado casi letárgico para volver como mariposa, oruga, escarabajo o bichos raros con cantos estridentes, brillos y mucho veneno, demasiado.

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Primer Veneno: negacionismo

El General Rodrigo Alejandro Soloaga recordó en un acto “a los camaradas que se encuentran privados de su libertad” por los juicios de lesa humanidad, presidía la Comisión de Retirados del Arma de Caballería. Lógicamente fue expulsado de la Fuerza por el Ministro de Defensa, Jorge Taiana, algo así como un acto de salubridad democrática. Casi sin perder tiempo, Ricardo López Murphy, José Luis Espert y Pablo Torello, entre otros, repudiaron la decisión, poniendo sobre la mesa el peligroso riesgo que corre el consenso que construimos como Pueblo cuyos pilares son Memoria, Verdad y Justicia.

Hace no muchos años expresiones en defensa del negacionismo eran casi imposibles de escuchar de parte de personajes públicos. Parece que ya no tienen problemas en expresarse. El tema entonces es cuál es el antídoto que tenemos como sociedad ante semejante veneno.

Segundo veneno: la supresión

Sobres los peligros discursivos se ha escrito mucho, la mayoría de las veces se trató de teorías acerca de la potencialidad de diferentes discursos en la conformación de identidades políticas.

Pocas veces sucedió que la repetición de estructuras discursivas basadas en la aniquilación, supresión o desaparición del adversario se tornen tan reales como el intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner. Ese día algo se rompió, la democracia crujió. Pero, a diferencia de lo esperable, ese hecho no constituyó un salto de calidad ciudadana, un nuevo pacto de no agresión. Las cosas fueron de mal en peor: a punto tal que el discurso de Mauricio Macri, Fernando Iglesias, Javier Milei, Patricia Bullrich y Martín Tetaz, entre otros referentes públicos de la oposición, se sostiene en la promesa de que en caso de ser electos van a arrasar, acabar, terminar, sepultar, darle final al kirchnerismo.

Peligrosamente otro acuerdo básico de la democracia se derrumba. Como en el 55, el peronismo, hoy kirchnerismo, debe ser desterrado, ocultado, terminado. La regla de convivencia política que plantea que no hay enemigos si no adversarios, que al final de cuentas dentro de las reglas de la democracia liberal coinciden en que la republica es un bien a sostener entre todos, desaparece. Veneno muy peligroso.

Tercer veneno: el cuartel judicial

En los últimos días vimos como la Corte Suprema de Justicia tomó una decisión, no un fallo, sólo una medida cautelar, y ordenó suspender las elecciones para gobernador y vice en Tucumán y San Juan, a menos de 72 horas de la veda electoral y a tan sólo 5 días de la elección.

Una vez más la democracia se resiente. Peor aún, la República, deidad inmaculada para liberales y conservadores de todo pelaje, dejó de tener sentido. Dos de las patas que la sostienen fueron borradas de un plumazo: la división de poderes y el federalismo, ambas consagradas en la Constitución desde 1853 y nunca modificada en las reformas que fue sufriendo.

La constitución es clara en sus artículos 121, 122 y 123, le da rango constitucional al sistema federal:

Artículo 121 Las provincias conservan todo el poder no delegado por esta Constitución al Gobierno federal, y el que expresamente se hayan reservado por pactos especiales al tiempo de su incorporación.

Artículo 122 Se dan sus propias instituciones locales y se rigen por ellas. Eligen sus gobernadores, sus legisladores y demás funcionarios de provincia, sin intervención del Gobierno federal.

Artículo 123 Cada provincia dicta su propia constitución, conforme a lo dispuesto por el artículo 5 asegurando la autonomía municipal y reglando su alcance y contenido en el orden institucional, político, administrativo, económico y financiero.

Ni en los sueños más desbocados de algún unitario tardío se afectó de manera tal el sistema federal, pero no es todo.

La cuestión de fondo es de pleno derecho. Es decir, no requiere de pruebas, es una cuestión de aplicación de la Constitución sin más. Entonces la cautelar parece ser una medida política que busca generar un efecto en el ya vituperado escenario electoral.

También, y no menos importante, es que la misma Corte se expresó en su momento cuando se presentaron varias actuaciones cuestionando el derecho o no de ser candidato Francisco de Narváez por su condición de extranjero. Entonces la Corte la corte se manifestó (no fue la primera vez) sobre la cuestión de la jurisdicción originaria, diciendo que esta sólo existe cuando se trata de la Constitución Nacional, tratados o leyes del Congreso, determinando que las provincias como dice el Art 122 de la CN “se dan sus propias instituciones locales y se rigen por ellas. Eligen sus gobernadores, sus legisladores y demás funcionarios de provincia, sin intervención del Gobierno federal”.

No hubo una nueva Constitución, ni modificatorias, no cambió ni una sola coma del texto que citaron los supremos para permitir la candidatura de Narváez. Simplemente lo que cambia es el sentido político e ideológico de la cuestión. Veneno del peor.

*Ariel Fernandez – Concejal FDT Malvinas Argentinas