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Una oportunidad para revitalizar al peronismo

La Junta Electoral del PJ ha fijado las elecciones internas para el día 20 de diciembre. Luego de algunas prórrogas suscitadas por la pandemia, los peronistas tendremos la oportunidad de expresarnos libremente y poder elegir a nuestros representantes partidarios.

Entiendo que es una oportunidad extraordinaria para desatar la potencialidad, hoy adormecida, de miles de militantes y afiliados que queremos abrir un proceso de debate enriquecedor sobre múltiples temáticas del quehacer político de nuestro país, y, por supuesto, de nuestro propio movimiento.

Si algo ha caracterizado al peronismo ha sido su enorme vitalidad y capacidad de absorber y procesar en un solo marco doctrinario las múltiples tradiciones y recorridos del pensamiento nacional y popular. El pragmatismo ha sido una marca de origen que lo ha distinguido de otras formaciones políticas rígidas que, abrevando en dogmatismos cerriles, quedaron encorsetados en lugares siempre minoritarios de la representación política. Por derecha y por izquierda hubo una imposibilidad constitutiva de comprender el fenómeno del peronismo como lo que es: un torrente tumultuoso que sintetiza la energía y vitalidad de un pueblo con vocación de ser el sujeto transformador de su propia realidad.

La democracia interna es un ejercicio extraordinario para enriquecer el debate y evitar el anquilosamiento de las ideas. La autocomplacencia es un pasaporte hacia una zona de confort que termina homogeneizando el pensamiento y la práctica. Ahí es cuando hay que animarse a cuestionar las cosas: justo en el punto exacto en que lo dinámico se vuelve estático, lo transformador en conservador, lo audaz en temeroso, lo épico en burocrático.

El peronismo es sinónimo de irreverencia e insumisión frente al statu quo de la injusticia social. El peronismo es fuerza dinámica con vocación de construir un derecho donde anida una necesidad. El peronismo es querer siempre correr la línea del posibilismo un metro más allá, y no resignarse a un fatalismo derrotista. Por eso es que aspiramos a poner en debate todas estas cuestiones, y la oportunidad de la elección partidaria del 20 de diciembre hay que aprovecharla.

No creo que el Partido Justicialista deba ser una mera formalidad para cumplimentar la exigencia de tener un sello legal a la hora de las elecciones. El PJ debe volver a ser un lugar de construcción de doctrina, para evitar que el peronismo se vuelva un cuerpo sin alma. El PJ debe volver a tener una escuela de formación de sus cuadros políticos y técnicos, en un mundo que exige capacidad de comprensión de fenómenos vertiginosos que afectan la dinámica política de los países. El PJ debe llenarse de sentimiento de pertenencia a partir de abrir sus puertas a la participación de todos. El PJ debe ser una asamblea de discusión cotidiana, para evitar que la política de cenáculos nos quite la vocación de cambio que es el verdadero motor de nuestro movimiento. El PJ debe ser el lugar donde dar voz a cada región de nuestro país, que es profundamente federal aunque algunos a veces se olviden y miren todo desde la metrópoli que da la espalda al interior.

Perón me enseñó que todos debemos llevar en la mochila el bastón de mariscal, y que poner el cuerpo y el alma al servicio de una causa es el aporte más noble que podemos hacer, como individuos, al colectivo al que pertenecemos.

Néstor Kirchner me enseñó a defender mis convicciones, y a que siempre debemos que pedir la pelota. No hay que esconderse nunca, y menos en tiempos cargados de tantos desafíos. Prefiero equivocarme desde un compromiso activo con los valores a los que adscribo, y no quedar agazapado con una actitud contemplativa.

El sentido de la política es trascender la injusticia, trascender la mediocridad, trascender el oprobio. Por eso propongo ser partícipes de una construcción amplia que nos permita revitalizar al Partido Justicialista y convertirlo en vehículo de nuestros mejores sueños. El mejor aporte que podemos hacer a nuestro movimiento es animarnos a decir lo que pensamos, con respeto y vocación constructiva. Sólo así mantendremos en alto las banderas históricas de un movimiento cuyos únicos objetivos deben ser la grandeza de la patria y la felicidad del pueblo.

Por Sergio Berni – Ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires

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