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Trabajo digno: la garantía de la verdadera libertad

Por Malena Galmarini

Este 1º de mayo no es uno más. En la Argentina de hoy, hablar del trabajo es hablar del presente roto de millones y del futuro en jaque. Porque mientras desde el poder nos repiten slogans vacíos sobre libertad, la realidad de los trabajadores es cada vez más dura, más solitaria y más injusta.

Nos quieren convencer de que la libertad es ir por la vida sin Estado, sin derechos, sin regulaciones. Que cada uno se las arregle como pueda. Que el mercado ordena. Pero afuera, en la calle, en los barrios, la historia es otra: jóvenes que trabajan diez, doce horas en aplicaciones sin descanso ni obra social, familias que multiplican empleos y aun así no pueden pagar el alquiler, profesionales que cobran en cuotas, trabajadores que ya no pueden planificar ni siquiera qué van a comer mañana.

¿Y eso es libertad? ¿Libertad para qué? ¿Para vivir en la angustia constante, para competir con el otro por una changa, para no enfermarse nunca porque no hay cobertura médica, para perder el trabajo por decir lo que uno piensa?

La verdadera libertad sólo es posible cuando hay trabajo digno. Cuando trabajar te permite organizar tu vida, criar a tus hijos con tranquilidad, proyectar un futuro. Cuando el salario alcanza, cuando hay derechos que te respaldan, cuando no dependés de un algoritmo ni del humor del patrón. Porque no hay libertad en la supervivencia, ni hay dignidad en la incertidumbre. La libertad no puede ser un privilegio para unos pocos; tiene que ser una garantía para todos.

El trabajo siempre fue el gran organizador de nuestras vidas: estructura la semana, sostiene a la familia, nos da identidad, pertenencia, orgullo. Pero hoy, ese rol está desordenado, golpeado, desarmado por un modelo que romantiza la precariedad y desprecia al trabajador. Por eso no alcanza con resistir: hay que decirlo con todas las letras. Sin trabajo digno, no hay proyecto de país. Y sin justicia social, no hay libertad que valga.

Este 1º de mayo tiene que ser una jornada de memoria, pero también de compromiso. Porque si dejamos que nos roben el trabajo, también nos están robando la libertad. Y eso no lo vamos a permitir.

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