En vísperas de los festejos por los 250 años de la Parroquia de la Inmaculada de Tigre, el Padre Cote Quijano, redactó una carta para los feligreses de Tigre.
Cabe destacar que los 250 años fueron declarados por el Honorable Concejo Deliberante de Tigre las festividades de “Interés legislativo” (Dto. HCD 135/22) y el Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Oscar Ojea, declaró año Jubilar
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
te cantaré en presencia de los ángeles.
Me postraré ante tu santo Templo,
y daré gracias a tu Nombre
por tu amor y tu fidelidad,
porque tu promesa ha superado tu renombre…
El Señor lo hará todo por mí.
Señor, tu amor es eterno,
¡no abandones la obra de tus manos!
En el Salmo 138 David canta con alegría su gratitud al Señor, que es siempre fiel y cumple todas sus promesas con amor. Nosotros también podemos, como él, arrodillarnos en nuestro templo y agradecer todo lo que Dios hizo en nosotros. Como David podemos rezar: ¡no abandones la obra de tus manos!
Inmaculada Concepción de Tigre – 250 años
En 1760 los frailes franciscanos edificaron la primera capilla, anticipo y sueño de la obra que llegaría tiempo después. Catorce años más tarde (1774) se la sustituyó por una iglesia erigida en la margen del río Las Conchas, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción del Puerto de “Santa María de Las Conchas”.
Este templo tenía un aspecto muy similar al que actualmente existe en Tigre. Sus muros eran de adobe y el techo a dos aguas con tejas españolas, ostentaba en su frente, sobre el molinete, una cruz. A un costado había un pequeño campanario sostenido por gruesas vigas del Paraguay. Esta construcción se conservó hasta 1820, cuando se desplomó por el terrible temporal de aquel año.
Hace ya 250 años un grupo de fieles, encabezados por religiosos franciscanos y laicos como, Magdalena Bonelos y Juan Ponce de León, movidos por su fe y su amor al Señor y a su Madre, se empeñaron en dedicarle a Dios un templo en estas tierras tigrenses, en la calle Liniers 1560. El 28 de marzo de 1774 vieron cristalizado este sueño cuando el recién nombrado cura en propiedad de la Inmaculada Concepción del Puerto de Santa María de las Conchas, Domingo de Pessoa y Barragán, recibió las llaves del templo de adobe.
En estas dos centurias y media, la Inmaculada dio origen y vida, engendrando a muchas comunidades que crecen y permanecen en las diferentes localidades que componen el partido de Tigre con sus islas. Mucha vida transitó por diversos escenarios: alegres y tristes, críticos y serenos, audaces y arriesgados, porque llevar el Evangelio, ayer como hoy, es siempre una osadía.
Este proceso inacabable e intensamente profundo nos permite forjar lo que llamamos “comunidad”. Una comunidad que anima el territorio Parroquial. Lo dice con claridad el Catecismo cuando afirma: La parroquia inicia al pueblo cristiano en la expresión de fe, le enseña la doctrina salvífica de Cristo, celebra la Eucaristía y vive la caridad del Señor en obras buenas y fraternas, especialmente con los más necesitados.
A lo largo de estos 250 años muchos fueron dejando sus huellas: laicos y laicas, 60 párrocos, vicarios, religiosos, religiosas y seminaristas. La promesa que Dios les hizo a los primeros fieles ha sido superada con creces. Estamos llamados a seguir construyendo nuevas comunidades, a entregar este legado a los que vienen detrás con el Evangelio en las manos y con sed de Dios en el corazón. Imaginemos que el horizonte está cerca y pensemos ¿cómo será nuestra Iglesia en el futuro?
Desde esta memoria agradecida que celebramos, percibimos un presente preñado de futuro. También somos conscientes que caminamos en un modelo, que por las realidades y circunstancias del mundo actual, merece ser renovado.
El Papa Francisco en el último video – mensaje, que nos hace llegar cada mes, nos invita a vivir la parroquia como una comunidad cercana, sin burocracia, centrada en las personas, donde encontramos el regalo de los sacramentos. Nos anima a ser una comunidad “ORANTE Y FRATERNA, MISIONERA Y SOLIDARIA”.
Animémonos a visualizar y reflexionar juntos los valores y la misión que estamos convocados a construir como comunidad, signo del reino, en este tiempo presente.
Miremos a los primeros pobladores que, con tesón, lograron construir el tan ansiado templo, para responder a la necesidad de los vecinos del lugar. Era impostergable dejar de hacer 9 nueve leguas (3km) a pie o en carro para llegar hasta el templo más cercano y poder celebrar la misa del domingo.
Como Iglesia de Tigre, nos comprometemos a responder a las necesidades de los fieles de este tiempo. Es el Señor que nos pone bajo el manto de su Madre y nos pregunta: “Antigua Iglesia de Tigre, ¿qué harás en estos tiempos nuevos?, ¿Cuál será el modo en que puedan llevar el evangelio, el amor, la caridad a todos los que necesitan del Hijo de Dios?”
En definitiva, éste es tiempo de recordar, agradecer, celebrar y mirar hacia el futuro. Iniciaremos con la celebración de apertura el próximo sábado 22 de abril. Vemos en este acontecimiento una gran oportunidad para poner todas nuestras esperanzas y súplicas en manos de la Inmaculada. Ella es la “omnipotencia suplicante”. Como en las bodas de Caná, Jesús escucha a María y hace aquello que, con amor, Ella le pide en nuestro nombre.
Tigre, 15 de febrero de 2023
Cote Quijano
Párroco de la Inmaculada de Tigre