Somos irresponsables, pero somos (casi) todos responsables

Por Jorge Arias*

La crisis económica de estos días podría llevar un título de García Márquez, “Crónica de una crisis recontra anunciada”.

brickel

Llevamos años de titulares que nos anuncian que el dólar superará la barrera A, B, C … y Z; y que la inflación será de tres dígitos; que la deuda es cada día más inviable; que las peleas de Alberto y Cristina hacen la situación insostenible; que, a Juntos por el Cambio, lo único que los une es estar “Juntos por la crisis”; y que no habrá café, ni autos, ni … y así podemos llenar páginas anunciando la desgracia que vendría… y ¡finalmente, llegó!

Todos (los que participamos de la generación y el tratamiento de la agenda pública nacional) somos (y fuimos) irresponsables. Hablamos de esta crisis como si fuera el relato de una ficción que no nos afecta, como si fuera una fantasía, aunque buena parte de los protagonistas de este tiempo vivió (vivimos) la dictadura, la crisis hiperinflacionaria de Alfonsín, el desemboque de la falsa estabilidad del 1 a 1 con la crisis del 2001. Y casi todos, pagamos sus consecuencias. A excepción claro de quienes, en cada una de estas crisis, acumulan más ganancias por haber retirado a tiempo, los beneficios económicos obtenidos en suelo argentino, para convertirlos en bienes que no están atados a las crisis nacionales… ellos nunca pierden. ¿Son culpables? ¡No! Los idiotas somos nosotros, los que seguimos apostando a que la Argentina se hunda cada vez más, crisis tras crisis y lo hacemos con (y contra) nuestros propios recursos, nuestro trabajo y nuestros bienes, atados y enraizados en suelo nacional, y amarrados a la moneda nacional y sus devaluaciones.

Como a esta película ya la vi, puedo spoilear el final. Habrá pocos ganadores de mucho, y muchísimos perdedores (de mucho, en relación a los patrimonios personales).

¿Está tan mal Argentina para que la crisis sea tan profunda? ¡SI!, ¡Está muy mal!

¿Tiene peores índices de pobreza que sus vecinos latinoamericanos? No, incluso hay quienes tienen una situación bastante peor. Como muestra, veamos algunas cifras extraídas hoy mismo de la Base de datos del Banco Mundial1, comparando a nuestro país con los dos países más grandes de la región:

Tasa de incidencia de la pobreza, sobre la base de u$s 1,90 por día (2011 PPA) (% de la población): Brasil 1,7; Argentina 1,6; México 3,1 (Datos 2020).

Esperanza de vida al nacer, total (años): Brasil 76; Argentina 77; México 75 (Datos 2020).

Población, total: Brasil 213.993.441; Argentina 45.808.747; México130.262.220 (Datos 2021).

Crecimiento de la población (% anual): Brasil 0,7; Argentina 0,9; México 1,0 (Datos 2021).

Migración neta: Brasil 106.000; Argentina 24.000; México -300.000 (Datos 2017).

Índice de Capital Humano (escala de 0 a 1): Brasil 0,6; Argentina 0,6; México 0,6 (Datos 2020).

PIB (US$ a precios actuales): Brasil 1.608,98; Argentina 491,49; México 1.293,04 (Datos 2021 mil millones)

PIB per cápita (US$ a precios actuales): Brasil 7.518,8; Argentina 10.729,2; México 9.926,4 (Datos 2021)

Crecimiento del PIB (% anual): Brasil 4,6; Argentina 10,3; México 4,8 (Datos 2021)

Desempleo, total (% de la población activa total) (estimación modelado OIT): Brasil 14,4; Argentina 10,9; México 4,4 (Datos 2021)

Estos indicadores sociales y económicos que toma el Banco Mundial, para evaluar la situación de los países cada año, no parecen indicar que Argentina se encuentre en situación terminal frente a sus vecinos más poderosos, sin embargo, estamos nosotros… o, mejor dicho, ¡somos nosotros! Resentidos con la falta de concreción de grandezas anunciadas y auto percibidas. ¿No somos acaso el mejor país del mundo? Pareciera que lo único que se interpone entre esos deseos y la realidad son nuestros dirigentes, que año tras año demuestran que no están a la altura de lo que somos (o, mejor dicho, ya sin sarcasmo, lo que pretendemos ser).

Como se sabe, toda crisis representa al mismo tiempo una oportunidad. Así lo señaló Albert Einstein: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo… Quien atribuye a las crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones”. Cabe preguntarnos entonces, hasta dónde y hasta cuándo seguiremos lamentando la crisis (ésta y las que sobrevendrán si seguimos por este camino), sin poner manos a la tarea de cambiar y cambiarnos para ser mejores.

La semana pasada festejamos el día del amigo, materia en la que los argentinos sobresalimos por el empeño y el afecto con que vivimos y expresamos la amistad. Pienso que es un buen momento para salir de nuestro enojo con lo que somos y merecemos para amigarnos con esta Argentina, nuestra Argentina; y más allá de la pasión futbolera que también nos distingue, aprendamos a quererla, sentirla y apoyarla, como se hace con los amigos, en las buenas y en las malas. Puede que sea la mejor manera de reencontrarnos a nosotros mismos, y amarnos y respetarnos, los unos a los otros, como lo merecemos, sin eufemismos, sin falsas promesas, sin pretensiones desmedidas.

Si seguimos enojados con lo que somos, con lo que construimos; si seguimos pretendiendo que “la vida nos engañó” disgustados con lo que nos devuelve el espejo de la realidad, seguiremos reiterando viejos errores y pagando el costo de sucesivas crisis, y Dios, la Patria y nuestros hijos nos seguirán demandando que seamos capaces de dejar la irresponsabilidad para actuar responsablemente, tanto los dirigentes, como los dirigidos.

*Jorge Arias es director del Índice de Desarrollo Democrático.

1 https://datos.bancomundial.org/?locations=BR-AR-MX