Solo con discursos, no alcanza

Por una transformación social en serio.

Fue el femicidio de Chiara Páez en Mayo de 2015 el que dió el puntapié inicial a un movimiento que terminaría trascendiendo las fronteras nacionales para convertirse en una referencia para muchísimas mujeres alrededor del mundo.

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El “Ni una menos” mostró su fuerza, potencia y rabia un 3 de Junio de 2015 frente al Congreso Nacional y desde ese día se convertiría en un eje articulador de ciento de miles de mujeres en todo el país. Mujeres con procedencias e identidades muy disímiles, de todas las edades,  ideologías y trayectorias pero con algo en común: Mujeres hartas.

Fue Chiara Páez, pero podría haber sido Úrsula, Ivana, Carolina o cualquier otra mujer asesinada por motivos de género. Fue un 3 de junio del año 2015, pero la convocatoria y la participación masiva podría haber sido mucho antes, y también después, porque aún nos siguen matando.

Durante el año 2020 se registró un femicidio cada 29 hs y en los primeros 4 meses de este año fueron asesinadas 97 mujeres. Las medidas de confinamiento llevadas a cabo para enfrentar la pandemia no ayudaron en nada a mejorar la situación en lo que a la violencia de género e intrafamiliar respecta.

Mientras los llamados a la Línea 144 se disparaban en los primeros meses del año 2020, las denuncias y las consultas presenciales con especialistas caían estrepitosamente. El informe de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia da cuenta de ello al señalar que las consultas cayeron a menos de la mitad luego del 19 de marzo, día que comenzaron las restricciones.

Miles de mujeres, niños, niñas y adolescentes se vieron forzadas a un encierro que expuso su integridad, en la acepción más amplia del término. Será materia de un análisis futuro cuánto daño se habría evitado de tomar otro tipo de medidas, pero con el conocimiento que hoy tenemos podemos asegurar que medidas de confinamiento extremas someten a un riesgo innecesario a miles de mujeres, niños y adolescentes. 

Hoy, 3 de junio, volvemos a reafirmar nuestro derecho a una existencia plena, en paz y libre de violencia. No es algo muy extraño lo que reclamamos.

Sin embargo, un sector de la sociedad, la política y la justicia, se resisten a reconocer el problema social de la violencia o lo abordan de manera superficial. Unos directamente niegan o banalizan los femicidios y la violencia de género, otros elaboran discursos muy progresistas, pero no construyen centros de atención para las mujeres ni refugios.

Doy fe del enorme esfuerzo que se hace desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat del GCBA, la Dirección General de la Mujer y desde las trabajadoras, para estar cerca de todas las mujeres que lo necesiten, a través de la Línea 144 y de la red de 15 Centros Integrales de la Mujer. Lamentablemente no todas las provincias y municipios tienen la misma voluntad de trabajo. 

Es hora (hace rato) de dar una pelea en conjunto, sin distinción política y en todos los estamentos de la sociedad para terminar de una vez por todas con la violencia de género.

Por Agustina Ciarletta – Concejal de San Fernando