Sobre los cambios y las nuevas formas de entender la coyuntura político-social en la Argentina actual

Escribía Eduardo Galeano respecto a la utopía: “…Si me preguntan qué es o para qué sirve la utopía, lo que puedo decir es que la utopía parece estar ahí, un tanto cerca, un tanto lejana, uno la mira y busca acercarse, camina uno, dos, tres pasos y la utopía se aleja otros dos o tres pasos, sin embargo en ese intento por llegar volvemos a caminar dos o tres pasos, y esta se vuelve a alejar otro tanto…, entonces si me preguntan para que sirve la utopía, lo que puedo decir es esto: La utopía sirve para eso, para caminar.”

En el marco del cambio de gobierno en la república Argentina algunos sectores sentimos esa idea “romántica” de cambio (en el buen sentido de la palabra). Sin embargo en ese proceso a veces se pierde el problema real bajo el cual está inmerso nuestro país.

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Con la llegada del gobierno de Mauricio Macri en el año 2015 comenzó un proceso de ajuste desenfrenado y una transferencia despiadada de riqueza por parte de los sectores populares hacia los dominantes. Los aumentos generalizados en energía, las altas tasas de interés, los indices inflacionarios que no tienen una correlación con los salarios y su posterior consecuencia: arrojar a la pobreza y a la indigencia a millones de argentinos y argentinas, al cierre de pequeñas y medianas empresas, al asesinato de docentes consecuencia de la desidia sufrida en la provincia de buenos aires durante estos años, el abandono de la salud pública, la quita de subsidios, la perdida del poder adquisitivo de nuestras y nuestros jubilados (pilares en la construcción del país) y el abandono generalizado de cualquier tipo de política cultural, son sólo algunos ejemplos de la masacre social y económica que dejó el gobierno neoliberal entre 2015 y 2019.

En este contexto es que la llegada de Alberto Fernandez se entiende como un (re)nacer. ¿Desde donde? Durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernandez, pudimos entender el complejo sentido de lo que es “política”, entendiéndola como la organización de la vida “común”, a ese estado de comunidad que busca generar las condiciones básicas para el desarrollo de la vida social relacionada a la soberanía territorial, política, económica, educacional, alimentaria y sanitaria. Vimos, por ejemplo, la ampliación del calendario de vacunación para nuestra población, la ampliación en la cobertura de la AUH, jubilaciones, aumento del PBI invertido en educación (entiendase bien: inversión en educación y no gasto. Cuando fomentamos nuestro sistema educativo estamos generando un proceso de formación que, a largo plazo, va a tener su correlato en una mejora absoluta del sistema social), como también la cobertura en medicamentos para jubilados y jubiladas, ley de matrimonio igualitario, identidad de género, etc. Podemos seguir mencionando políticas públicas que buscaron generar resortes para una sociedad mas equitativa. No se trata simplemente con hacer una Ley, se trata del intento de construir un país que no deje gente afuera, pero el intento por hacerlo se vió diezmado con la llegada del gobierno neoliberal de Mauricio Macri y, posteriormente, del (F.M.I) y sus medidas de ajuste.

Entonces: ¿Cómo podemos generar el impulso que nos permita caminar?.

Pues bien, pienso en el rol de la ciudadanía, en su capacidad de detenerse a pensar en los demás, en enfrentar las injusticias y, sobre todas las cosas, en entender que la vida va a ser mejor cuando mejor esté el conjunto de la población. Difícil tarea si la hay la de reconstruir el tejido social. Pero difícil no es imposible.

Entiendo que los roles para la (re)construcción tienen que estar delimitados, articulados y organizados. Pero, para que este proceso se lleve adelante es necesaria la participación del conjunto de la población en la vida política, teniendo como objetivo la construcción de un ideario que evite que volvamos a caer en las manos saqueadoras del neoliberalismo que no es mas, ni menos, que la perdida absoluta en nuestra toma de decisiones, de nuestros recursos, de nuestros trabajos y de nuestro futuro.

Por ello para terminar y, retomando a E. Galeano, bastaría con decir que el discurso realizado por el presidente Alberto Fernandez y las posteriores políticas implementadas en los primeros días de su gestión, es el punto de partida para “caminar”.

Por Sebastián Di Marco – Antropólogo y el Presidente del Observatorio de Politicas Publicas de Tigre