Por Juan Martin Tito*
Hoy vemos a muchos jóvenes y adultos que han perdido el valor del trabajo como camino de realización. Algunos desprecian el esfuerzo genuino, carecen de objetivos claros en la vida y terminan atrapados en vicios o en actividades ilícitas que prometen un progreso rápido pero vacío. Un progreso sin valores, sin responsabilidad ni compromiso con el bien común, no puede sostenerse en el tiempo. Se olvida así que fue precisamente el amor al trabajo, la honestidad, y la dedicación de millones de argentinos lo que, en otros tiempos, hizo grande a nuestra Nación. Recuperar esa cultura del esfuerzo no es solo una cuestión económica: es una urgencia moral y social.
Ya en el siglo XIX, Juan Bautista Alberdi advertía que “gobernar es poblar, pero también es trabajar”, entendiendo que una República no se construye solo con leyes, sino con la cultura del esfuerzo, la producción y la superación personal. Sin el trabajo constante y digno de sus ciudadanos, ningún proyecto de país puede sostenerse en el tiempo.
Cada 1° de mayo, Día del Trabajador, celebramos algo que va mucho más allá de la actividad económica: honramos la dignidad que el trabajo otorga a la persona y el impulso vital que genera en la construcción de una Nación. El trabajo no es solo una necesidad material: es la forma en la que los hombres y mujeres forjan su identidad, sueñan, progresan y contribuyen al bienestar de toda la sociedad.
En tiempos más recientes, el Papa Francisco, quien hace unos días ha retornado a la casa del Padre, ha recordado con claridad que “el trabajo nos da dignidad”. Francisco señala que no hay peor pobreza que aquella que priva a una persona de la posibilidad de ganarse la vida con su propio esfuerzo. La cultura del trabajo, no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma: permite a cada individuo saberse útil, creativo, parte activa de una comunidad que crece junta.
Hoy más que nunca debemos reivindicar el trabajo como motor de progreso individual y colectivo. No hay desarrollo posible sin hombres y mujeres comprometidos con su propio crecimiento y el de su país. Una Nación fuerte se edifica sobre los pilares de la responsabilidad, el mérito, la dedicación y el deseo genuino de dejar un mundo mejor a las generaciones futuras.
Este Día del Trabajador, celebremos no solo a quienes trabajan hoy, sino también a todos aquellos que, con su esfuerzo silencioso a lo largo de nuestra historia, hicieron posible la Argentina que habitamos.
*Juan Martin Tito – Concejal La Libertad Avanza Pilar