Yo no sé lo que es el destino
Caminando fui lo qué fui……
Silvio Rodriguez-El Necio
Hombres y mujeres comunicándonos para descubrir la necesidad de defendernos como pueblo trabajador y los métodos con los que esa defensa puede hacerse efectiva.
En todas esas acciones, hay encuentros, abrazos, charlas…
Rituales que si se tratara de un texto épico, remedaría el velar las armas de los guerreros y guerreras, seguros y seguras, que el mal acecha.
Pensé en la militancia como guardianes de esos rituales que, a modo de los pueblos originarios, atesoran los rituales que nos ayudan a reconocer-nos, para recordar-nos, y ser parte de un todo en continuo que sabe de derrotas, de heridas, y también de encuentros, alegrías y nacimientos.
No es casual que la militancia peronista tigrense acompañe a los pueblos originarios en Punta Querandí. O los reclamos por una reserva municipal que asegure los últimos humedales de la depredación mercantilista.
Emociona reconocer la solidaridad y el cariño con que la militancia de las distintas organizaciones toma la tarea. No hay mezquindades internas de qué si tal o cual candidata es de tal o cual organización, la milito con mayor o menor ahínco.
Sabemos lo que está en juego.
“Y así nos reconocemos. En el lejano mirar…”
Casi en un festejo epicúreo del encuentro para salvaguardar las banderas, los principios, los derechos del pueblo trabajador.
Las madres y abuelas plantaron el mojón de la ética de los rituales de la memoria, la verdad y la justicia.
En ese caldero, se cocinaron nuestros sueños.
Esas pócimas forjaron nuestros espíritus.
Es ahí donde la militancia vuelve la mirada cuando la bruma cubre el camino.
Quizás cómo Sísifo, sabemos que la tarea es tan ardua como interminable. Y lo que festejamos es todavía tener el deseo de subir la piedra.
Aunque vengan a convidar a arrepentirnos, a no perder, a indefinirnos….
Esta militancia sigue jugando a lo perdido.
Y sigue en el camino de una unidad que es ética, moral, y se juega en los cuerpos.
Quizás como fórmula para intentar alejar la muerte…. ¿Quién sabe?
Quienes escribimos estas líneas festejamos que, en lo oscuro del bosque, brujas y guerreros, conjuremos nuevos encuentros alrededor de tenues luces de fogones, hasta que el campo arda de primavera.
¡Viva el harapo, señor!
Y la mesa sin mantel.
¡Viva el que huela a callejuela, a palabrota y taller!
¡Salú, compañeros y compañeras!
Por Carlos Muggeri – Agrupación Sudeste – Invierno 2021