Repensar el Trabajo en el Siglo XXI

Por Carlos Castellano*

El Día del Trabajador es una jornada conmemorativa a las luchas obreras y homenaje a los dirigentes anarquistas los llamados los “Mártires de Chicago”.

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La revolución industrial traía por entonces un progreso económico incalculable, pero las condiciones laborales de los trabajadores y su trato eran paupérrimas, casi esclavizantes.

Las jornadas laborales duraban hasta 16 horas, y la necesidad de trabajo para sostener a sus familias hacia que muchos obreros las acepten para no ser despedidos.

La injusticia motivó una protesta de obreros, cuyos líderes fueron mayoritariamente anarquistas y socialistas.

La protesta comenzó con una huelga el 1 de mayo de 1886 y su punto más intenso fue tres días más tarde, el 4 de mayo, en la llamada Revuelta de Haymarket.

Los poderosos empresarios no querían sindicatos ni organización obrera. El mensaje del poder empresarial y político de aquel entonces fué durísimo. Los líderes fueron apresados, y luego ejecutados, solo por participar en las protestas de lucha para conseguir la jornada laboral de ocho horas.

Pero la protesta tomó tal trascendencia que obligó a los gobiernos y empresarios a tener que ceder, para que la opinión pública y los potenciales electores no los castigue socialmente.

A partir de entonces el 1ro de Mayo se convirtió en una jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general, que es conmemorada en mayor o menor medida en todo el mundo.

El avance del llamado Estado de Bienestar fue incorporando así la cuestión social a las políticas públicas en todos los Estados democráticos. Jornada laboral, salarios mínimos, aportes a fondos de pensión, accidentes laborales, etc., pasaron a formar parte de los derechos del trabajo. Y ese derecho generó un marco de relación laboral: el Contrato de Trabajo, con derechos y obligaciones para ambas partes.

Pero el mundo fue cambiando. La globalización y la revolución tecnológica dan lugar a nuevas realidades y problemas laborales.

El trabajo ya deja de ser la institución en el que se desarrollaron nuestros abuelos y padres. Horarios de ingreso y egresos, lugar físico de trabajo con condiciones mínimas de salubridad e higiene, vacaciones, descanso semanal, antigüedad, indemnizaciones por despido arbitrario, y otros derechos que los protegían de abusos.

También era una característica de esos tiempos la permanencia o estabilidad laboral en las mismas empresas. En general un trabajador no tenía más de tres o cuatro cambios de empleador en su trayecto laboral.

Hoy los horarios son más flexibles pero no menos exigentes. Ha proliferado la tercerización de tareas, y con ella el cuentapropismo. La permanencia laboral es poco frecuente, y el cambio de empleo es una característica de los nuevos tiempos.

Ya por los años ´90, pensadores de la talla de Jeremy Rifkin, en su libro “El fin del Trabajo”, advertía del veloz proceso de transformación en el mundo laboral que venían con las nuevas tecnologías.

Hoy, muchas plataformas de servicios (Uber, Amazon, Rapii, Mercado Libre, etc. etc.) ya no cuentan con mucho personal estable, no generan empleo tal como lo conocíamos, no quieren quedar enmarcados en una relación laboral que signifique Contrato de Trabajo.

Esas nuevas empresas generan hoy muchas ocupaciones, ingresos, trabajo independiente. Pero no quieren ser consideradas “empleador”.

El planteo empresarial dice que ellos son solo una plataforma que comercializan bienes o servicios que son prestados por personas independientes, que usan sus plataformas para acercar a productores o prestadores con consumidores. Sin embargo generen un marco de exigencias muy parecidas a las del antiguo Contrato de Trabajo.

Aceleradamente el viejo concepto de trabajo es reemplazado por el de ocupación, más amplio y flexible. Los sindicatos pierden fuerza ante este nuevo modelo organizativo, y en general los trabajadores también. Estamos en un claro proceso de flexibilización laboral impuesto por la revolución tecnológica.

La política deberá encontrar los caminos a un nuevo marco de derechos y obligaciones que, sin limitar el desarrollo de estas Plataformas Globales que cubren un déficit ocupacional de millones de personas, pero que tampoco generen contextos abusivos de injusticia social.

Repensar el trabajo, también implica repensar la educación, el derecho y sus instituciones. Cuidar al más débil en toda relación contractual –sea de trabajo formal o de ocupación tercerizada- debe seguir siendo un objetivo que limite injusticias sociales que restrinjan las libertades de la mayoría. Un Estado democrático debe limitar los abusos de los más poderosos, única forma de proteger libertades y garantizar paz social.

Las luchas son distintas, pero el objetivo siempre es tener sociedades más justas; donde el esfuerzo de la siembra sea compartido, pero la cosecha también.

Cualquier similitud de esos viejos tiempos con estos nuevos no es pura coincidencia. Cada revolución trae sus oportunidades y amenazas. La lucha por la libertad y sistemas más justos socialmente son parte de la historia de la humanidad.

Feliz día del trabajo.!!

*Carlos Castellano