Recordando al Padre Francisco “Pancho” Soares

Hace cien años, el 27 de mayo de 1921, nació en San Pablo -Brasil -, Francisco Soares, cura obrero cobardemente asesinado el 13 de febrero de 1976, por las oscuras fuerzas de la antidemocracia, que con total impunidad venían actuando en la antesala del golpe de cívico, militar y eclesiástico que implantó el régimen dictatorial.

Pancho, junto a sus padres y hermanos llegó a nuestro país a la edad de 3 años. La familia se estableció en Santos Lugares, Provincia de Bs As, en una vivienda próxima al Santuario de Lourdes. En el mencionado sitio, demostrando una temprana vocación religiosa, fue monaguillo desde los 6 años de edad. En 1932, ingresó en la Escuela Apostólica de los Padres Asuncionistas en Chile y seis años después partió a Francia, donde hizo el noviciado. En 1939, después de recibir los hábitos estudió filosofía, retórica y teología.

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El 8 de julio de 1945 fue ordenado sacerdote y cumplió sus primeros servicios en sacerdotales en parroquias de la ciudad de Bs As. Posteriormente impulsado por su intensa vocación mística ingresó en la Gran Trapa de Orné, un monasterio trapense ubicado en la Baja Normandía, Francia. Tiempo después por problemas de salud, Pancho abandonó la Trapa y volvió a Bs As. Nuevamente quedó a disposición de los Asuncionistas que lo enviaron como superior y párroco a Valparaiso primero, para trasladarlo luego, a Santiago de Chile.

Pancho no estaba conforme, sentía la imperiosa necesidad de vivir y trabajar con los pobres y en varias oportunidades había pedido a los superiores de la congregación, que se lo destine a cumplir su labor junto a los sectores vulnerables y a los más necesitados. Ante el rechazo de sus pedidos, Pancho finalmente, solicitó la exclaustración que le fue concedida en 1963. Seguidamente se incorporó a la diócesis de San Isidro, donde el Obispo Antonio María Aguirre le permitió, ante su insistente petición, instalarse en una zona muy humilde ubicada entre los partidos de San Fernando y Tigre.

En Carupá, Pancho se estableció definitivamente en una modesta casilla de madera y chapas, lindera a la capilla, que construyó con sus propias manos. Por entonces Carupá, era un barrio de calles de tierra y zanjones, habitado por gente muy pobre, en su mayoría trabajadores de aserraderos, peones y changarines. Allí impactado por las carencias propias del lugar, Pancho asumió un profundo compromiso social en favor de los más necesitados. Entre otras cosas, instaló un taller donde se hacían plantillas para zapatos y una fábrica de baldosas que llegó a tener más de 30 trabajadores. Estos emprendimientos de carácter cooperativo que dieron posibilidades concretas de trabajo a muchos pobladores del barrio, fueron impulsados por La Comunidad Juan XXIII, una institución creada y presidida por Soares, cuyo objetivo principal era: ”la dignificación de la Persona Humana y especialmente de aquellos que en nuestra Patria llevan una mísera existencia y viven en las célebres Villas de Emergencia” (Declaración de principios Comunidad Juan XXIII)

Es menester destacar que Pancho ha sido de los primeros sacerdotes, qué en nuestro país, decidieron vivir y trabajar junto a los pobres, ser uno más entre ellos, identificarse con sus problemas y luchar denodadamente para cambiar la dura realidad en la que estaban inmersos. Uno de los pocos, que tempranamente y anticipándose a los cambios producidos en el interior del catolicismo a partir de la finalización de Concilio Vaticano II, comenzó a transitar el camino de la que después llamarían opción preferencial por los pobres.

Convencido que la pobreza es el resultado de las injusticias que el sistema genera y reproduce, Pancho adhirió al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, tuvo estrechos contactos con la Juventud Peronista y respaldó la lucha de los trabajadores, en particular la llevada adelante por los obreros navales. Denunció con valor admirable los atropellos, los abusos y la violencia, no hizo caso a las amenazas, ni a los mensajes mafiosos, siguió alzando su voz y predicando con el ejemplo, hasta que una ráfaga criminal puso fin a su vida aquella fatídica madrugada de febrero de 1976.

Hombre polifacético Pancho Soares, fue sacerdote de una endeble capilla de madera y chapas, trabajador de un taller de plantillas, obrero de una fábrica de baldosas, empleado administrativo de un supermercado, traductor de francés, eximio organista y uno más, entre los habitantes del barrio, vestía y vivía como ellos, se trasladaba en una vieja bicicleta que le habían regalado y asumió la responsabilidad de aceptar el padrinazgo de varios de los hijos de sus feligreses. María Deheza, una periodista de la revista Panorama, en un artículo titulado “Cristo en las villas miseria”, publicado en diciembre de 1965, describió a Pancho en estos términos: “Tiene 44 años, manos fuertes, ojos llenos de mansedumbre y los pantalones sujetos con broches para andar en bicicleta”. Rescatando esta imagen, reivindicando su mensaje y manteniendo viva su memoria, celebramos la vida del Padre Soares, hoy, a cien años de su nacimiento.

Por Marcelo Magne – Profesor de Historia – Investigador

Autor del libro: Pancho Soares. Mártir de la Iglesia Profética
Integrante de la Comisión de DH “Padre Pancho Soares”