Psicoterapia online, antes una modalidad de lo posible, hoy una modalidad de la necesidad

Ya hace varios años atrás comencé a investigar la posibilidad de realizar mi labor como profesional de la salud mental desde los encuadres que las tecnologías modernas nos posibilitaban. Surgió por la propia inquietud y necesidad personal de unir dos mundos que me atravesaban: mi rol y mi trabajo como psicóloga y mis vivencias personales viajando por el mundo en diversas oportunidades, viviendo en Israel y dirigiendo, una vez ya en Buenos Aires, un hospedaje propio para estudiantes de diversos lugares del mundo.

Di cuenta de la importancia para aquellos que migraban a nuevos destinos de poder acceder a espacios de intercambio de la palabra y de las experiencias que atravesaban, de consultas psicoterapéuticas con profesionales que entendieran su idioma y compartieran su cultura. Noté entonces también las diferencias de la oferta y accesibilidad de nuestra profesión en otros lados del mundo, donde la psicoterapia no es una práctica tan del común de la población como lo es en Buenos Aires y generalmente no es económicamente tan accesible o posible como quizás en nuestro país si resulta, aunque pareciera ilógico.

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Comencé a asesorarme, a formarme con el poco bagaje teórico existente sobre el tema en aquel entonces y monté mi plataforma online teniendo una hermosa aceptación y una pronta demanda de pacientes que conjugaba con aquellos que atendía de manera presencial. A través de personas que me conocían y me recomendaban en diversos puntos distantes del planeta y de las redes sociales comencé a ofrecer un servicio, una opción, una herramienta a través de la virtualidad que la tecnología nos fue acercando.

Comprobé que podemos llevar el encuadre del consultorio a ese nuevo consultorio, que nos quita algo de lo presencial, del tacto, pero no del estar, no del vínculo, no de la mirada, no de la voz, no de la angustia, no del sentir. Todo aquello y mucho más se hace presente en la virtualidad también, a lo que se suma imperiosamente y gratificantemente para el terapeuta el conocer el contexto de la persona, lo que enriquece sin duda aún en la falta de la presencia física.

La modalidad on line de la terapia nos adentra a los profesionales a conocer un poco de las casas y los hogares de los consultantes, a veces de sus trabajos, a veces hasta de sus autos y sus barrios, según donde el paciente decida conectarse. He tenido oportunidad de viajar por países distantes junto a ellos: España, Dubai, Estados Unidos, Peru, Brasil, Inglaterra, Israel, Austria, Uruguay, varios más y unas cuantas provincias de Argentina. La virtualidad en la terapia me permitió conocer algo de sus contextos, de sus hogares, de los objetos que los rodean con los que deciden decorar sus espacio personales, muchas veces a sus familias que se cruzan en ese momento de encuentro, para pasar o para quedarse.

Así, he podido trabajar con personas y parejas que migraban a otros destinos queriendo llevar adelante terapias en su lengua y cultura, acompañar personas que requerían reposo por cuestiones de salud o embarazo incluyendo el puerperio, y no privar de su sesión a quien se veía imposibilitado de asistir por cuestiones laborales, de viajes o complicaciones varias que surgen en el día a día. A su vez, acortamos los tiempos de traslado, de espera de sesiones ante imprevistos y hasta de costos de desplazamiento.

Con toda la profesionalidad y la ética que requiere, con todos los recaudos que permiten sostener el encuadre, la confidencialidad, y sobre todo la intimidad, la terapia online permite trabajar con quienes consultan de una manera, no igual, pero si posible y efectiva. Por supuesto, siempre comprendiendo de ante mano que no toda situación es posible de ser abordada desde esta modalidad, y que algunos cuadros y patologías deben quedar por fuera.

El contexto actual invita, precisa o bien obliga a pensar en esta estrategia de abordaje, de lo emergente, de lo urgente y también del sostén. Se hace de ésta una práctica hoy necesaria, quizás no tanto como la urgencia medica y sanitaria, pero sin duda, si secundaria a ella.

Muchos colegas incursionaran por lo que nos acontece hoy en esta modalidad y estoy disponible para quien precise poder dialogar juntos sobre esta forma de abordaje que en la actualidad a muchos les urge aprender para desde nuestro rol de agentes de salud mental poder dar sostén a la población, para poder ofrecer espacios virtuales donde la palabra circule y no se emboten las emociones y donde lo traumático de lo que estamos viviendo como sociedad se comparta para poder de a poco y a través del vinculo ir elaborando y transitando la angustia que esta crisis epidemiológica mundial nos conlleva y atraviesa a cada uno en su propia subjetividad.  

Por Lic. Marcia Rosin – Psicologa On Line