Políticas Saludables, una responsabilidad de todos

La promoción de estilos de vida saludables comprende la creación de ambientes favorables como una actividad clave en la salud pública, la reorientación de la atención sanitaria a la población para garantizar un desarrollo sostenible, la lucha contra las enfermedades infecciosas, la desnutrición y los factores ambientales desfavorables como la carencia de agua potable, saneamiento básico y seguridad alimentaria; la contaminación atmosférica por la industrialización, el calentamiento global y las conductas de riesgo como las adicciones, la obesidad y otras.

Tomado como base fundamental a la Atención Primaria de la Salud la definimos como:

Una estrategia de asistencia sanitaria  que concibe integralmente los problemas de salud-enfermedad de las personas y del conjunto social, a través de la integración de la asistencia, la prevención de enfermedades, la promoción de la salud y la rehabilitación, basada en métodos y tecnologías prácticas, científicamente fundadas y socialmente aceptables, puesta  al alcance de toda la comunidad mediante su plena participación a un costo que la misma comunidad y el país puedan soportar con un espíritu de autorresponsabilidad.  
Utilizando la promoción y prevención  de la  salud, educación sanitaria, entorno saludable, factor de riesgo ambiental,  como política de salud pública.
Se promueve la salud cuando se brinda un nivel de vida decente, buenas condiciones de trabajo, educación, cultura física y medios para descansar y recrearse. Podemos definir a la salud no simplemente como la ausencia de enfermedad, sino como el completo estado de bienestar psico-fisico social o sea  un concepto positivo, una actitud alegre hacia la vida y una aceptación de las responsabilidades que la vida presenta a cada individuo para actuar sobre los determinantes de la salud.
En la carta de Ottawa quedaron definidas 5 grandes líneas de acción de la promoción de salud:
·        La elaboración de una política pública sana.
·        La creación de ambientes favorables.
·        El reforzamiento de la acción comunitaria.
·        El desarrollo de las aptitudes personales.
·        La reorientación de los servicios sanitarios.
Teniendo en cuenta la estrecha relación existente entre la salud y el medio ambiente, desarrollo de entornos saludables  se convierte en  una de las líneas prioritarias de acción de la promoción sanitaria.
PROMOCIÓN DE SALUD Y MEDIO AMBIENTE
Actualmente, la salud integral de las personas y las comunidades obedece en gran medida al fortalecimiento de conductas saludables, tanto individuales como colectivas. Muchos de los factores que afectan el medio ambiente dependen del nivel de conocimiento de la población sobre los efectos que estos ejercen sobre su bienestar y calidad de vida, sin dejar de reconocer la función que desempeñan los gobiernos en la implementación de políticas públicas que propicien la creación de entornos saludables y refuercen el poder de las comunidades para lograrlos y mantenerlos.
Según la carta de Ottawa y la experiencia europea, reciben el nombre de ciudades saludables; pero cuando se habla de la experiencia en América Latina y el Caribe, se denominan municipios saludables, los cuales se mantienen continuamente creando y mejorando ambientes físicos y sociales, así como expandiendo los recursos comunitarios que habilitan a la gente para apoyarse mutuamente en el desempeño de todas las funciones de la vida y para desarrollar su máximo potencial.
Para la Organización Mundial de la Salud, las comunidades y municipios saludables son aquellos en los cuales “(…) las autoridades de gobierno, las instituciones de salud y bienestar, las organizaciones públicas y privadas y la sociedad en general, dedican esfuerzos constantes a mejorar las condiciones de vida de la población, promueven una relación armoniosa con el ambiente y expanden los recursos de la comunidad para mejorar la convivencia, desarrollar la solidaridad, la cogestión y la democracia”.
Los factores ambientales que condicionan la salud son muchos, entre ellos: La cantidad y calidad del agua para consumo; la posibilidad de acceso a los nutrientes; la conexión a redes de acueducto y alcantarillado; el adecuado manejo y disposición final de los residuos sólidos y líquidos; el grado de contaminación ambiental;  la calidad de los alimentos.
El ambiente no se limita a los factores físicos, pues incluye también lo social y es en ese aspecto donde interviene la promoción de salud, la cual brinda el espacio para la articulación del conocimiento científico con el popular, reconoce la función de la sociedad en el desarrollo de los valores espirituales y materiales e identifica la salud como un elemento positivo, de bienestar y calidad de vida. Básicamente, la mejor manera de promover conductas saludables consiste en impulsar la acción comunitaria para modificar los determinantes negativos y crear entornos favorables.
Paradójicamente, el acelerado proceso de urbanización trae consigo un gran número de enfermedades, originadas por el desempleo, la vivienda precaria, la congestión vial, la contaminación atmosférica, la acumulación creciente de desechos domésticos e industriales, entre otros. También se producen y fomentan estilos de vida negativos para la salud, como el consumo de tabaco y alcohol, el sedentarismo y otros, de manera que se establece así una relación que reafirma la concepción integral y moderna que plantea la salud ambiental, lo cual sugiere que un entorno saludable sustenta y mantiene un modo de vida saludable y viceversa.
Mucho se ha indagado respecto a la conceptualización de la promoción de salud y numerosos países de América Latina han dado pasos de avances en esa dirección, al poner en marcha estrategias y políticas sanitarias. Sin embargo, en la Región persisten elevados índices de insostenibilidad. De hecho, es contradictorio que un determinado desarrollo económico, de industrialización y de nivel de vida, figuren como causas de la degradación del medio humano, por lo cual se torna ineludible romper este círculo vicioso a través de un planteamiento: No detener el crecimiento, sino reorientarlo.
Por ello resulta vital que los gobernantes tomen conciencia en el momento de trazar las políticas relacionadas con el crecimiento económico y social, pues muchas de ellas tienen un impacto ambiental negativo.
La industrialización es un aspecto importante en el desarrollo de las economías, pues generan un valor agregado y nuevos empleos que mejoran sustancialmente el nivel de ingresos de un sector de la población. Sin embargo, no siempre se tienen en cuenta los efectos que la mayoría de estas industrias ejercen sobre el medio ambiente y aunque ha venido observándose una mayor percepción de los riesgos, todavía continúa la contaminación del aire, los suelos y el agua.
• Contaminación atmosférica
La contaminación del aire supone tanto un riesgo ambiental como para la salud humana y, consecuentemente, la mitad de los habitantes que vive en ciudades se hallan expuestos a una polución hasta 2,5 veces por encima de los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud, lo cual significa que solo 12 % de la población del orbe respira aire limpio.
La Agencia Internacional de Investigación en Cáncer ha situado la contaminación atmosférica en el primer puesto de los agentes cancerígenos para los seres humanos y la lista la encabeza México, que es el país más contaminado en América Latina, con una contaminación atmosférica de 79 microgramos por metro cúbico (µg/m3, unidad de medición de la calidad del aire, cuya cifra considerada como normal no excede de 10 microgramos), según datos del Banco Interamericano de Desarrollo. Le siguen Chile con 64, Perú con 63, Venezuela con 47, Guatemala con 45, Colombia con 43, Brasil con 41, Ecuador con 38, Costa Rica con 31 y Argentina con 30.
La Organización Mundial de la Salud mide dos tipos de partículas (pequeñas y finas, que provocan enfermedades respiratorias y cáncer de pulmón y aumentan el riesgo de derrame cerebral y cardiopatía), de las cuales las segundas son las que se introducen más fácilmente en los pulmones y en la corriente sanguínea, con consecuencias más directas sobre la salud.
Sin dudas, la reducción de las emisiones de CO2 y contaminantes de corta vida, como las partículas de carbono negro y metano, supone también una disminución del cambio climático.   
Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2012),13 que se adelanta al año 2050 para estimar el impacto en el medio ambiente si el mundo no adopta políticas verdes más ambiciosas, asevera: “Se prevé que la contaminación del aire se convertirá en la causa ambiental principal de mortalidad prematura, por encima de aguas insalubres y falta de saneamiento” con “una proyección de que se duplique en el mundo el número de muertes prematuras derivadas de la exposición a material particulado, pasando de más de 1 millón hoy en día, a aproximadamente 3,6 millones al año en 2050”.
La contaminación del aire sigue siendo un problema en los ya establecidos pero crecientes centros urbanos de América. En ambientes urbanos es primordialmente el resultado de la quema de combustibles fósiles y entre las fuentes más importantes figuran los medios de locomoción, la generación de energía, los sectores industrial y manufacturero y el uso doméstico de combustible para calefacción/refrigeración y cocción. Algunas actividades que contribuyen al incremento de las emisiones incluyen el uso no controlado del suelo, el deficiente planeamiento del transporte, la utilización de combustibles de mala calidad, las actividades productivas con alta demanda energética y la capacidad limitada de gestión de la calidad del aire.
La mala calidad del aire se convierte en una amenaza para la salud, el bienestar social y el desarrollo económico a escala mundial y en la región de América Latina y el Caribe. Concentraciones de contaminantes nocivos del aire (dióxido de nitrógeno y azufre, entre otros) están excediendo, en muchos casos excesivamente, las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud a lo largo de la Región. Las altas concentraciones de contaminantes del aire tienen impacto en los ciudadanos al disminuir su calidad de vida, causar muertes prematuras y enfermedad, así como dañar ecosistemas, mientras que a su vez afectan directamente las economías nacionales de los países latinoamericanos y su desarrollo económico y social, pero esta situación puede prevenirse y revertirse con estrategias gubernamentales exitosas para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (los principales emitidos por la actividad agrícola son el óxido nitroso en 46 % y el metano en 45 %, provenientes del empleo de abonos y fertilizantes, de la gestión del estiércol y del cambio en el uso de los suelos), así como también para el mejoramiento de la calidad del aire.14
• Calidad de las fuentes de agua
La calidad de las fuentes de agua está directamente relacionada con el saneamiento. Sobre esa base, la eliminación adecuada de desechos humanos protege la calidad de esta y los recursos naturales y, por tanto, la salud y los medios de vida y recreación.  Cada año, más de 200 millones de toneladas de desechos humanos quedan sin recolectar ni tratar en todo el mundo, mientras que en América Latina y el Caribe solo 14 % de los cuerpos de aguas residuales son tratados debidamente, pero no así 40 % de los residuos sólidos, de manera que contaminan la tierra y el agua para el consumo humano.
En América Latina y el Caribe aún existen alrededor de 124 millones de personas que no cuentan con instalaciones de saneamiento mejoradas y se ven obligadas a defecar al aire libre o recurrir a instalaciones en mal estado para la disposición de sus excretas, lo cual implica muchas veces privarles de su dignidad y exponerles a múltiples peligros: Desde contraer enfermedades prevenibles hasta sufrir violencia física. En la Región, más de 75 % de las aguas residuales son arrojadas al medio ambiente sin tratamiento alguno, contaminando las mismas fuentes de aguas que se utilizan para beber, de donde se colige que la falta de saneamiento e higiene es una crisis más cercana y evidente de lo que parece.
El acceso al agua segura ha sido declarado un derecho humano por las Naciones Unidas. Sin embargo, el problema de la falta de este vital elemento potable en las regiones rurales latinoamericanas y caribeñas no es desconocido y los pobladores de esas zonas no tienen otra solución que utilizar agua de ríos, vertientes y pozos que generalmente cuentan con un elevado grado de contaminación, lo cual genera problemas sociales, económicos y de salud (hepatitis, cólera y otras enfermedades).
• Inseguridad alimentaria
La prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o severa, indicador basado en la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES en inglés), se refiere a la capacidad de las personas para acceder a los alimentos y es un parámetro que complementa el indicador de subalimentación.
El número de personas que sufre hambre en América Latina y el Caribe aumentó en 2,4 millones de 2015 a 2016 y alcanzó un total de 42,5 millones en 2017, según el Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutrición en el Mundo.17
Al respecto, en opinión de Julio Berdegué, representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO): “El hambre está aumentando en América Latina y el Caribe por primera vez en la última generación. Esto es inaceptable y todos los latinoamericanos y caribeños deberíamos sentirnos personalmente ofendidos por este retroceso. No podemos dar un paso atrás, poniendo en riesgo la salud, el bienestar o incluso la vida de miles de personas”. El citado funcionario llamó a enfrentar todas las formas de la malnutrición y a fomentar sistemas alimentarios saludables, con énfasis en los más pobres, quienes ya gastan la mayor parte de sus ingresos en comida y tienen muchas dificultades para acceder a alimentos sanos y nutritivos. 
Acorde con estimaciones de la FAO, en 2016 la prevalencia de subalimentación era de 6,6 % en América Latina y el Caribe (en 2015 había representado 6,3 %), lo cual equivale a decir que 42,5 millones de personas no cuentan con los alimentos necesarios para cubrir sus requerimientos energéticos diarios y que se ha producido un incremento de 2,4 millones de personas subalimentadas en comparación con 2015.16
La erradicación del hambre y la desnutrición se interrelaciona con las características de los patrones alimentarios; pero si bien se impone aumentar la oferta alimentaria para garantizar la suficiencia, no asegura que la población consuma una alimentación balanceada, que aporte la cantidad adecuada de nutrientes para mantener un peso adecuado y llevar una vida activa y sana. En este sentido, una alimentación saludable deviene un elemento fundamental para erradicar todas las formas de malnutrición y prevenir las enfermedades no transmisibles.
No obstante, en algunos países de la Región, las experiencias de “mercados saludables” han contribuido a mejorar la calidad de la alimentación y las de los “municipios saludables”, a la seguridad alimentaria y nutricional.1
 
CONSIDERACIONES GENERALES
La educación para el desarrollo sostenible se basa en un cambio de valores, conductas y estilos de vida, con especial implicación de los gobiernos y agentes nacionales y locales; consecuentemente, la justificación de ese desarrollo proviene del hecho de que el hombre habita en un planeta finito, pero tiene patrones de consumo desmedidos.
En el nuevo milenio, según Cerqueira et al,1 la promoción de la salud enfrenta varios desafíos, el más importante de los cuales radica en impulsar el compromiso político, pues la promoción sanitaria debe considerarse no solo como una prioridad regional y nacional, sino como el propósito mismo del sector de la salud. Los ministerios han de movilizar a otros sectores y a la sociedad en su conjunto para promover la salud con equidad; sin embargo, esta orientación impone formular políticas públicas y planes nacionales de salud con la participación activa de la sociedad civil. También se requiere evaluar la efectividad de las estrategias de promoción de la salud, la difusión de conocimientos y el esfuerzo realizado para compartir las experiencias en los países de las Américas.
Finalmente cabe destacar que la salud, como parte integral de la sociedad, no está exenta de los cuidados del ambiente; por tanto, la sociedad entera tiene la obligación de cuidarlo para poder conservar la salud.
El tema tratado es inagotable por su complejidad y porque en diversas regiones de América Latina y el Caribe se incumplen muchas de las acciones para lograr entornos saludables por no promoverse suficientemente la educación para la salud, de manera que se impone insistir una y otra vez sobre ello.
Bibliografía consultada:
Cartas, conferencia y declaraciones conjuntas internacionales sobre cambio climático, tratado de Kyoto, Metas del Milenio.
Textos OPS, OMS. MSAL.
Articulos Paises de Latino AMerica y El Caribe.

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                                        Dr. Ernesto R. Girola –  Medico MN 67362 MP 440195- ergirola@hotmail.com