La historia cuenta que esta fue una ciudad construida por la voluntad de papa Pio II, nacido aquí, y que convirtió la aldea medieval en un ejemplo de arquitectura renacentista. Su diseño la hace la ciudad perfecta. El palacio Piccolomini, con un bello claustro ahora es un hotel con una hermosa terraza que asoma a la campiña adornada con los cipreses que parecen un bordado.
El Corso Rossellino cruza la ciudad desde la Porta Prato hasta la Porta Ciglio.
Las callecitas tienen nombres románticos, por ejemplo «Il bacio» (El Beso) o de La Fortuna.
De camino a Pienza sacamos algunas fotos desde la ruta a la iglesita de Vitaleta.
Nos alojamos en un departamento, muy lindo a metros de la plaza de la Catedral.
El dueño nos recomendó varias cosas para ver entre ellas la iglesita de Vitaleta y nos explicó que había un camino que se acercaba mucho con el auto, y luego había que caminar más o menos un kilómetro. Volvimos al auto y fuimos a ver la iglesita. Es una imagen deliciosa, ella sola en medio de esas hermosas colinas, custodiada por dos elegantes cipreses.
Nos enteramos que es la más fotografiada en el mundo (¿será cierto?), pudimos comprobarlo al regreso, sobre la ruta, había por lo menos 10 fotógrafos, la mayoría japones y una novia.
Al regreso estaba atardeciendo, hora ideal para un aperitivo. Eso hicimos en La Terraza del Chiostro, que balconea sobre las colinas.
Al rato fuimos a cenar a la Trattoria «Latte di Luna». Comimos un antipasto de brusquetas toscanas luego yo fideos cacio e pepe, plato tradicional, Chianti y café.
A la mañana siguiente tomamos el desayuno frente a la Catedral en el Bar la Posta, lleno de gente local. Todos unos personajes. Ese día llegó una viejita, muy arreglada, anteojos oscuros, se tomó su café y un cornetto, saludo a todos y se fue.
Caminamos un rato por las callecitas, llegamos hasta el borde del pueblo desde donde hay una vista maravillosa sobre las colinas. Aquí uno podría quedarse eternamente.
De regreso del paseo a Montepulciano cenamos en la Trattoria da Fiorella, Via Condotti 11, al lado del departamento, muy muy bueno, con un Brunello «Le Potazine» año 2011, un vino de terciopelo. Si viene a Pienza se los recomiendo.
Nos recomendaron ir hasta la Abadía de Sant Antimo, a 38 km. Aparece de repente en un pequeño valle como una visión.
Su construcción fue debida a una promesa de Carlomagno en el año 750 aproximadamente. Orando a dios para que él y sus soldados se salvaran de la peste. Este enorme monasterio benedictino data del siglo XII.
Su interior es imponente tanto por sus dimensiones como por su arquitectura, de estilo románico. Las tallas de los capiteles de sus enormes columnas son todas distintas y muy hermosas.
Es infinito todo lo hermoso que hay en esta zona, lo que siempre escasea es el tiempo.
Vine a Pienza cuatro veces y me enamore de ella, como le paso al papa Pio II.
Queda a 188 km de Roma, a 116 km desde Florencia, a 55 km de Siena. Queda en el corazón de la Toscana.
Por Silvana Salvucci – Autora de www.recorreitalia.com