Por Cecilia Moreau*
Recordar a Perón hoy, a cincuenta años de su partida, no puede ser apenas una efeméride, una fecha en que, cada año, recuperamos su memoria, publicamos una serie de solicitadas en los medios o hacemos un acto. Recordar a Perón debe ser, ineludiblemente, imitar su accionar. Entender la política como una herramienta de transformación, como una actividad compleja y no voluntarista. Una actividad que demanda tener ideas claras, acordes al momento histórico, pero, sobre todo, que demanda capacidad de liderar y construir con las masas, con las mayorías populares. Perón, como Yrigoyen antes, entendieron que la política demanda interpretar al pueblo y su momento histórico.
Hoy nuestro querido país pasa por un momento difícil. La inflación no cede y la recesión profunda que generaron las políticas de ajuste del presidente Milei han provocado un aumento del desempleo y la pobreza. Quienes hemos estado siempre en contra de las políticas neoliberales somos conscientes de que la situación va a ser de deterioro. No puede ser de otra manera. A diferencia de Perón, que gobernó para los trabajadores y buscando limitar los abusos de los capitales concentrados, Milei gobierna para los poderosos, dejando a los trabajadores librados a su suerte en las condiciones del mercado.
Solemos detenernos en Perón como político o, incluso, como militar. Solemos pasar por alto que era un lector fluido, interprete de su tiempo. Un pensador agudo. Un intelectual. Alguien que interpeló el tiempo que vivió, dio forma a una doctrina nacionalista, industrialista y promotora de la justicia social con foco en las personas.
Por eso, hoy más que nunca, la figura de Perón debe ser un faro. Para conducir a un pueblo la primera condición es salir del pueblo, solía decir, sentir y pensar como el pueblo. Quienes somos parte del campo popular reivindicamos sus ideas y sus acciones, debemos reforzar nuestra militancia, apelar a la movilización popular, reforzar nuestro vínculo con la clase trabajadora. Pero, sobre todo, debemos pensar cómo llevar adelante una transformación de nuestra economía y la sociedad en las condiciones actuales; muy diferentes a los tiempos históricos que vivió el General. Los principios que impulsó no han perdido fuerza: independencia económica, soberanía política y justicia social. La estrategia para lograrlo demanda pensar las bases de una dinámica de desarrollo y de bienestar social. Solo así podremos volver a generar las condiciones para la felicidad del Pueblo. Que así sea.
*Cecilia Moreau – Diputada Nacional