“Se llevan como perro y gato”. Famosa frase que acompaña las verbalizaciones expuestas a muchas relaciones vinculares que conocemos y con las que convivimos diariamente. Son frases metafóricas que seguramente habrá cualquiera escuchado se le diga a una dupla de hermanos, a una pareja de novios o matrimonio y hasta a varios amigos o colegas entre sí.
Pero, ¿es cierto que los perros y los gatos se pelean tanto como los humanos piensan? Pues seguramente muchas veces sí, pero también es real que en otras ocasiones estos dos animales conviven armoniosamente en un hogar y hasta conforman una jauría entre sí, siendo parte de una familia en común, la de los humanos. Una verdadera mezcla de especies, por decirlo de algún modo.
Lo cierto es que felinos y caninos son especies diferentes y conociendo esas diferencias es posible educarlos y sociabilizarlos de modo que convivan felizmente juntos. Nos centraremos en las diferencias conductuales, simples a la vista de cualquiera.
Para empezar, los gatos parecieran ser más independientes y pueden divertirse a sí mismos sin mucho problema, mientras que los perros dependen en gran medida más de las personas para parte de su subsistencia y entretenimiento. Además, los gatos parecieran ser más higiénicos, dándose baños relamiéndose ellos mismos su pelaje y bastándoles una caja de piedras sanitarias para hacer sus necesidades. Los perros, en cambio, además de ser preciso sacarlos de paseo, necesitan que alguien los asee o pueden permanecer sucios por siempre, ya que ello pareciera no molestarles en lo más mínimo.
Su conducta es también diferente, los perros acuden a nuestro llamado mientras que los gatos raramente lo harán y si bien los primeros podrán alcanzarte algún objetos que les pidas, los felinos traerán solo lo que a ellos les plazca o su juguete personal. De cualquier manera ello es solo a tono general, ya que muchos felinos nos sorprenderán concurriendo a nuestro llamado o al simple abrir de la puerta y animosamente jugaran junto a nosotros con algunos objetos de su interés. Por otra parte, si alguna urgencia está ocurriendo en la casa el perro empezará a ladrar desenfrenadamente dando aviso, mientras que el gato buscará por donde escapar del lugar rápidamente.
Además, los gatos suelen dormir largas siestas de las que no quieren ser molestados, mientras que el perro si lo despiertas para jugar estará probablemente encantado.
Otra diferencia en su conducta es que el perro moverá rápidamente la cola cuando llegues a tu casa, dando, probablemente, saltos y ladridos, mientras que el gato, más armoniosamente, se acercará y pasará todo su cuerpo entre tus piernas.
Si logras interiorizar estas diferencias es posible que encuentres una convivencia feliz, no muy diferente a la convivencia entre dos personas con sus distintas características de personalidad y hábitos de vida. Conocer al otro, incluye conocer también a cada mascota con sus particularidades.