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Otro 9 de julio en busca de la Independencia

Por Catalina Riganti*

Cada 9 de julio me gusta pensar el concepto de lo que celebramos: la Independencia. In-dependencia. No depender. Viene del latin “independere” que significa no estar bajo la voluntad de otros.

Hoy me duele saber que más que independientes- en el mejor de los casos- somos autónomos: la autonomía nos permite actuar con un gran margen de libertad pero manteniendo restricciones. La independencia en cambio es la figura de la libertad total y absoluta, pudiendo ser independientes económicamente, psicológicamente, socialmente. Rousseau nos preguntaría aún hoy: ¿por qué si el hombre es libre se halla por todas partes encadenado?.

Y es que así nos sentimos gran parte de la población, viviendo en el país espectacular que durante 1860 y 1930 supo dar asilo, contención, alimento, esperanza y futuro a más de seis millones de inmigrantes y que hoy se empeña en expulsar a cientos de jóvenes y familias cuya desesperanza y desilusión termina en Ezeiza.

Independencia es poder elegir qué comer sin esperar una caja de acción social ni tener que mandar a nuestros hijos al comedor más cercano porque la única olla está vacía. Es poder descansar tranquilos sin preocuparnos de que la lluvia entre por los techos y arruine todo lo que toca. Es poder llegar al trabajo sin los zapatos llenos de barro ni el agua hasta la rodilla por la falta de pavimentación y el desinterés de una planificación urbana digna. Independencia es tener es trabajo.

Es poder emprender sin cientos de palos en la rueda y desarrollando al máximo nuestras capacidades productivas y creativas. Es apostar a nuestro suelo, a dar empleo local, a aportarle al país un nuevo servicio o producto sabiendo que te respalda una nación y una política seria, y no que te persigue todos los meses.

Independencia es poder elegir qué votar con la convicción de que vamos a estar bien representados y escuchados, y no el descarte lamentable del “menos peor”.

Hoy ya no dependemos de España, pero dependemos del gobierno de turno para llegar a fin de mes. Para comer, trabajar, educarnos, tener salud y medicamentos a disposición, alquilar, ahorrar, viajar, emprender y hasta para tomar un simple café. ¿Acaso eso es ser libres?¿Somos realmente independientes?

Si nos vieran hoy los 33 diputados -y todo el pueblo que los acompañó- que se reunieron aquel 1816 para firmar la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica bajo la afirmación y la voluntad de “investirse del alto carácter de una nación libre e independiente”, nos pedirían que luchemos por mantener nuestra independencia. Por nuestra soberanía y nuestra libertad. Por nuestra patria.

En Convocación celebramos hoy nuestra independencia de los partidos políticos nacionales, de las bajadas de línea cerradas sin relación con lo que realmente viven los vecinos día a día. Celebramos poder elegir qué camino tomar y trabajar para que nuestra libertad no dependa de unas pocas personas con intenciones de dominación. Hoy más que nunca, y como dijo San Martín, “seamos libres que lo demás no importa nada”.

*Catalina Riganti – Concejal ConVocacion San Isidro

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