“Nunca había habido victoria más amarga ni derrota más dulce”

La frase es de Alfonso Guerra,  vicepresidente del gobierno socialista de Felipe González y lo mismo se podría decir del resultado electoral del 14 de noviembre en nuestro país.

Dicha frase fue enunciada en circunstancias políticas muy similares a las atravesadas en las elecciones legislativas del domingo último. En las elecciones generales españolas de 1996, el candidato del PP, José María Aznar,  ganó por poco más de uno por ciento (38,79%) al PSOE (37,63%), cuando las encuestas previas auguraban una diferencia mayor luego del desgaste de 14 años de gobierno socialista.

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Hay coincidencia con los resultados electorales del 14 de noviembre en algunos distritos y, especialmente, en la Provincia de Buenos Aires (la denominada “madre de todas las batallas”). El  candidato de JxC, Diego Santilli, obtuvo en el total del territorio bonaerense el 39,81 % de los votos, 1.3 puntos porcentuales más que Victoria Tolosa Paz, la candidata del FdT (38,53%), mientras que las manifestaciones triunfalistas de JxC  pronosticaban resultados iguales o aún más amplios. JxC se se había impuesto en las PASO con el 37,33% de los votos y le había sacado 4 puntos de ventaja al FdT que obtuvo 33,25%.

Al igual que lo ocurrido con el PSOE en España, el FdT cargaba con un pesado lastre. En el caso argentino, eran la herencia de 4 años de devastadoras políticas neoliberales (endeudamiento, ajuste, fuga de capitales, negocios espurios, caída de salarios y jubilaciones, industricidio y cierre de pymes en particular, aumento de la pobreza); la pandemia que se desató apena iniciado el gobierno; errores propios de gestión y algunas actitudes reprochables. 

Parafraseando a Jorge Alemán en su “Nota sobre el 14N en Argentina” en Página 12, “el FdT , la difícil y compleja incardinación entre una maquinaria electoral y un movimiento histórico tiene ahora, después de su repunte el 14N, que tomar aquellas decisiones que lo pongan a la altura del movimiento argentino, el único capaz de transformar la dolorosa situación del país. No para arrebatarle votos a la derecha, cosa que en principio no está garantizada, sino para preservar lo más valioso: su legado histórico.

La segunda etapa de gobierno peronista que comienza a partir de esta “dulce derrota” convoca a la política a continuar recorriendo el sendero que puso freno a las expectativas de poder de una derecha neoliberal, colonialista y violenta y a redoblar la actitud militante esperanzadora de apoyo a los  representantes que han reiterado su compromiso de cumplir con las promesas electorales del 2019.

Por Marta Gofin