Por Pablo Giachello*
Fue en conmemoración de la gran huelga iniciada por los obreros estadounidenses el 1° de mayo de 1886, reclamando la jornada laboral de 8 horas, y en honor a los mártires de Chicago, lo que motivó a la Internacional Socialista a definir el 1° de Mayo como el Día Internacional de los Trabajadores. Es por eso que, contra todas las tentativas de institucionalizar el Día de los Trabajadores o de desnaturalizarlo transformándolo en el “Día del Trabajo”, el 1° de Mayo debe ser siempre reivindicado como un día internacional de lucha de la clase obrera.
El recordatorio es especialmente relevante dado el momento político en el que tendrá lugar este 1° de Mayo en Argentina. El plan de guerra del gobierno de Milei contra los trabajadores pretende devolver a la clase obrera argentina a las condiciones laborales del siglo XIX. Esto se evidencia con las reformas laboral y previsional incluidas en la Ley de Bases y en la reforma fiscal aprobadas por la Cámara de Diputados: eliminación de todo derecho laboral en empresas de menos de cinco empleados, eliminación de indemnizaciones por despido, eliminación de la estabilidad laboral para los trabajadores estatales, eliminación de las multas a los empleadores que contratan en negro, liberalización de la tercerización laboral, aumento de la edad jubilatoria para las mujeres, entre muchas otras medidas.
La Ley de Bases delega al poder ejecutivo poderes especiales, la posibilidad de fusionar, achicar y destruir organismos públicos, de privatizar empresas estatales y de entregar los recursos estratégicos del país a los grandes monopolios internacionales. La reforma fiscal agrava el carácter regresivo del sistema impositivo argentino: más impuestos para los trabajadores, por un lado, y exenciones y beneficios impositivos para los ricos y grandes grupos empresariales por el otro.
Es importante recordar el origen del 1° de Mayo también para cuestionar implacablemente el rol de la dirigencia sindical burocrática. La ausencia de la CGT y del peronismo durante el tratamiento de la reforma laboral y previsional en las inmediaciones del Congreso Nacional representa una traición contra la clase obrera. La CGT ha negociado con el gobierno la reforma laboral a cambio de que se respeten los fraudulentos “aportes solidarios” a los sindicatos. En cambio, los sindicatos combativos, como el SUTNA y la AGD-UBA, el movimiento piquetero y los partidos de izquierda, se han movilizado para rechazar la avanzada antiobrera del gobierno. Así, han marcado un contraste notable con la burocracia sindical, que solo se preocupa por sus cajas, y con el peronismo, que se limita a preparar las elecciones de 2025 y 2027.
La estrategia electoralista del peronismo, allanándole el camino a los planes ajustadores de Milei, marca un rumbo de derrotas para el movimiento obrero y popular. Así, quieran o no, están preparando la reelección de Milei. Sucede que los resultados electorales son, en realidad, una expresión distorsionada del proceso de la lucha de clases. Por eso, este 1° de Mayo, a la estrategia conciliadora que enarbolan la burocracia sindical y el peronismo, es necesario oponerle la preparación de la huelga general, para derrotar a Milei y a todos sus cómplices y abrir paso a una salida política de los trabajadores.
Pero este 1° de Mayo tiene, a su vez, una dimensión internacional extremadamente importante. El belicismo imperialista, con epicentro en Ucrania y la guerra entre la OTAN y Rusia que allí se desarrolla, junto con las amenazas contra China y el impulso del armamento de Taiwán, así como las masacres del Estado sionista contra el pueblo palestino, amenaza cada vez más con desatar una tercera guerra mundial. Sin embargo, este guerrerismo está despertando la respuesta contestataria de la juventud y sectores de la clase obrera. Los jóvenes universitarios de Estados Unidos y del mundo se levantan en solidaridad con el pueblo palestino, rechazando el genocidio ejecutado por el Estado de Israel con el apoyo de las potencias imperialistas. Se trata de las mayores protestas estudiantiles en Estados Unidos desde la guerra de Vietnam. Las nuevas generaciones retoman la bandera de la lucha contra el belicismo imperialista y la solidaridad internacional entre los pueblos.
Este 1° de Mayo será también, en definitiva, la ocasión para declarar abiertamente la guerra al belicismo imperialista, defendiendo la unidad internacional de los trabajadores y la lucha por una salida socialista a la barbarie capitalista.
*Pablo Giachello – Dirigente del Partido Obrero zona norte