No hay éxito sin sufrimiento

Un día como cualquiera, en algún rincón del mundo, en aquel lejano y distante país, tan lejos de los centros de poder donde se toman las grandes desiciones, un hombre de aspecto gracioso para los estándares de cualquier porteño soberbio, accede a la presidencia de un país que supo ocupar un lugar de privilegio en el mundo.

Los tiempos son otros, los golpes de estado, la geopolítica y la falta de capacidad para armar un proyecto país llevan a esa otrora éxitosa nación a avanzar hacia una profunda decadencia.

brickel

Aquel hombre, con sus contradicciones, logra impulsar un proceso de transformación inédito.

Con una cuestionable pero exitosa estrategia la Argentina pone freno a una inflación descontrolada que erosiona el bolsillo de la población y principalmente de los más humildes. Se logran transformar empresas estatales vetustas e ineficientes, la economía se abre al mundo trayendo consigo aspectos positivos y otros que son juzgados como negativos.

Es cierto que en la Argentina muchas fábricas quebraron y desaparecieron, pero también es cierto que los procesos de transformación encarados en otros países también trajeron consigo la desaparición de muchas industrias, esto es una constante de la historia de la humanidad y hoy nadie cuestiona la desaparición del tren a vapor o del telégrafo, simplemente fueron parte de un proceso que fue evolucionando.

Talvez la cuenta pendiente del gobierno de Carlos Menem fueron las transformaciones más profundas que se debieron aplicar una vez que terminaron las privatizaciones y la estabilización de la economía.

Durante los años posteriores a la década del noventa, la Argentina padeció una profunda crisis, cuya consecuencia más directa está íntimamente relacionada a la incapacidad constante de nuestros país de generar las suficientes divisas para mantener un estándar de vida superior al de muchos de nuestros vecinos. En la Argentina se sigue planteando que el problema es la injusta repartición de la riqueza, cómo si alguien que gana dinero estuviera en la obligación de repartirlo con aquellos que no tienen, cuando en realidad la discusión más lógica debería ser como generamos más riqueza para que allá más trabajo y se pueda mejorar la calidad de vida de los argentinos.

Durante las décadas siguientes el país logro recuperarse, aunque volvieron flagelos históricos como la inflación, un gasto público insostenible y viejas discusiones ridículas en cualquier país desarrollado o en vías de serlo.

Hoy el fallecimiento de Carlos Saúl Menem representa una buena oportunidad para mirar el pasado y a la distancia comprender que lo llevó a tomar aquellas desiciones en su momento. La Argentina vista a la distancia parece inexorablemente volver en forma circular siempre sobre sus pasos y repetir los errores del pasado. Los ochenta en materia económica se parecen mucho a nuestros tiempos, por eso más que nunca se requiere de políticos que estén a la altura de las circunstancias, que sean capaces de tomar las desiciones correctas aunque estás impliquen terminar con privilegios o no sean del agrado de la sociedad.

Es necesario que los partidos politicos se pongan de acuerdo, terminen con el discurso demagógico, le digan a la gente la verdad, para transformar al país para crecer y desarrollarnos vamos a tener que resignar muchas cosas. Habrá ganadores y perdedores, pero es la única forma, para salir de nuestro constante subdesarrollo tendremos que hacer sacrificios, cueste lo que cueste.

Por último, que en paz descanses Carlos Menem, de seguro la historia pondrá las cosas en su lugar y vos con tus contradicciones, aciertos y errores, tendrás en nuestra historia el lugar que te mereces.

Por Lucas Lopez