#NiUnaMenos y la lucha de una sociedad que se une para vivir en igualdad

Este 3 de junio las voces de las mujeres se unen un año más en el pedido de la erradicación de todas las formas de violencia contra la mujer, dar voz a las víctimas y difundir la problemática.

Según el informe de La Casa del Encuentro, durante los primeros cinco meses del año 2021 se cometieron 121 femicidios en nuestro país.

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La incorporación de la igualdad de género en la agenda pública es un ejemplo del resultado del esfuerzo, la visibilidad y legitimidad del movimiento de mujeres. Este paso, demuestra que la problemática es de interés colectivo y que su solución nos beneficia como sociedad en conjunto. Es innegable que las mujeres logramos ocupar espacios impensados tiempo atrás, aunque nos falta un largo camino por transitar. En muchos espacios de la vida, las mujeres aún no alcanzan su pleno potencial.

La violencia contra la mujer se posiciona como un problema social y político, y en el camino hacia la igualdad de oportunidades se vuelve fundamental eliminar los obstáculos que hoy imposibilitan a las mujeres salirse del círculo de la violencia. Es por ello que resulta fundamental generar herramientas para el desarrollo autónomo de las mujeres: donde podamos elegir libremente qué hacer con nuestro tiempo y cómo, generar ingresos y disponer de ellos en las mismas condiciones que los varones.

Para que la violencia se produzca en primera instancia es necesario un marco de desequilibrio de poderes, que es cotidiano y ha sido naturalizado, y que en definitiva quita independencia a las mujeres. Y esto lo podemos observar en el mercado laboral, donde las barreras para acceder al pleno desarrollo económico se presentan en forma de desempleo, informalidad y, a nivel corporativo, persiste la brecha salarial entre varones y mujeres, conocida como techo de cristal.

Sumado a este dato, es importante visibilizar que las mujeres (en una inmensa mayoría) tenemos doble carga laboral ya que somos las responsables de las tareas de cuidado. Sobre nosotras, recae sobre la mayor parte del trabajo en el hogar, que implica preparar la comida, hacer las compras, limpiar la casa o cuidar a los chicos, sólo para citar algunos ejemplos. La cantidad de horas dedicadas en promedio al trabajo doméstico por parte de las mujeres, duplica la dedicada por los varones a las mismas tareas.

En este sentido, el reconocimiento formal de derechos es un paso necesario, pero insuficiente. El Estado en todos sus niveles tiene la responsabilidad de generar nuevos marcos de políticas públicas donde la perspectiva de género sea un eje transversal, que comprenda la naturaleza de las relaciones entre mujeres y varones, sus diferentes realidades sociales y los roles socialmente construidos.

El contexto de la pandemia mundial del COVID-19, nos desafió a poner en crisis muchas estructuras y sistemas culturales naturalizados que hoy se ha demostrado que están caducos, y nos invita a pensar qué sociedad queremos construir de cara al futuro en donde el género no condicione el acceso a los derechos de las personas, que acompañe, contenga, potencie y expanda los mecanismos que disminuyen las brechas y formule nuevos escenarios que avancen en el camino hacia la igualdad.

Por Rosalia Fucello – Concejal de JxC San Isidro y Vicepresidenta del Honorable Concejo Deliberante