Néstor nos enseñó el valor de la justicia social

Hablar de Néstor Kirchner a diez años de su partida, puede llevar muchos escritos y muchas anécdotas, pero trataré, en estas breves líneas, hacer una radiografía sobre su figura y cómo nos movilizó a muchos jóvenes a volver a creer en la política.

Se fue un 27 de octubre de 2010, pero sus sueños y sus ideales están presentes en cada día de militancia social y de gestión. Diez años de ausencia que dejaron enseñanzas y huellas que nos acompañan. Se fue en un mes que cada vez moviliza más sentimientos en nuestro movimiento peronista.

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Néstor nos invitó a las y los jóvenes a transformar la realidad argentina, levantando las banderas de Perón y Evita. Nos sumamos con muchas fuerzas a ese trasvasamiento generacional donde a muchos de nosotros, por primera vez, un dirigente nos pidió que nos metamos a hacer política.

Política, ni más ni menos. Néstor era un hombre de fuertes convicciones políticas, con un norte claro, una persona que sabía dónde dar las discusiones, dónde dar las peleas y no arrugar ante nada ni nadie. Nos enseñó el valor de la militancia, la militancia como vocación de servicio y, sobre todo, con vocación de militar para trabajar por nuestro país.

Néstor condujo el Partido Justicialista, desde donde recorrió cada provincia argentina, cada municipio de la provincia de Buenos Aires, dando la discusión política con los actores propios y ajenos, donde su único objetivo era lograr la felicidad del pueblo desde su lugar militante.

A las y los jóvenes, como lo dije anteriormente, nos dio la posibilidad de ser protagonistas, empezar a militar y hacer política de cara a los vecinos y vecinas de nuestros barrios, porque conocer la realidad que nos rodea es fundamental para que cada militante pueda aportar soluciones a cada problemática. Nos volvimos caja de resonancia de cada reclamo social y aprendimos a hacernos responsables de la búsqueda de respuestas. Néstor nos enseñó el valor de la justicia social, esa justicia social que Evita llevó a cada rincón del país desde su Fundación.

Son muchos los logros que podría enumerar. Una de sus enseñanzas más importantes para mí fue tener un conductor político que fue generando el proceso del frentismo peronista para lograr los consensos políticos para llevar adelante la agenda de políticas públicas más importante desde la vuelta de la democracia.

También me comprometió su proyecto por una América Latina unida, tal como la soñaron San Martín y Bolívar, militando en cada rincón del continente junto a Lula y Chávez. Cómo olvidarnos cuando enterró el intento de George W. Bush en Mar del Plata de imponer el ALCA, y al carajo se lo mandó. Pero esto no fue romanticismo, sino que fue y sigue siendo convicción política, porque él buscaba lo mejor para su pueblo, lo que nos iba beneficiar verdaderamente a nosotros.

El 2001 nos dejó a todos pulverizados, no había proyecto ni plan para las y los argentinos. Hasta el año 2003, cuando apareció el compañero Néstor, que venía desde Santa Cruz a plantear cambiar la realidad argentina que nos había dejado el neoliberalismo. Así, empezamos a verle salida al hambre, a la miseria, a la pobreza, a la desigualdad social y a una estructura económica destruida. Catorce años tenía cuando lo escuché aquel 25 de mayo del 2003 hablar de sueños, ideas, proyectos. Recuerdo nítidamente como habló de sus años de juventud militante y se comprometió a no dejar sus convecciones en la puerta de la Casa Rosada.

Me dio vuelta la cabeza, como dice el saber popular. Lo seguí escuchando y vi como, a pocos días de asumir la presidencia, se tomó un avión y resolvió el conflicto docente de Entre Ríos, y como siguió trabajando para empezar el proceso de recuperación económica con redistribución de ingreso, en un plan de modelo con inclusión social. En lo personal, que con 14 años ya venía de leer a Perón y  Evita, o de emocionarme con Sinfonía del Sentimiento del gran Leonardo Favio,  lo primero que reafirmé fue “acá hay un peronista que hace peronismo” y encima me estaba diciendo que milite y que también busque transformar la realidad de mi lugar, que trabaje para lograr la felicidad del pueblo.

Florecen miles de recuerdos y no me arrepiento de nada. Con mucho orgullo elegí una forma de vida militante, donde Néstor Kirchner nos inspiró a miles de pibes y pibas a militar. A mí cada momento me hizo más peronista y me convenció más aún de que la política es la mejor herramienta para trasformar la realidad.

Seguro que cada militante peronista tendrá su punto de vista o habrá vivido el proceso de Néstor de distinta forma. Me quedo con el recuerdo de un militante que nos propuso a los jóvenes que estudiemos, que nos preparemos y trabajemos todos los días por nuestra patria.

Que levantemos las banderas del justicialismo, que él mismo habló de la actualización doctrinaria de nuestro movimiento como marco para la construcción de nuestra organización política.

La vida política y militante es linda, es una actividad hermosa, es la actividad de más alta humanidad solidaria y hay que rehabilitarla y honrarla constantemente. Para mí Néstor fue todo eso, es parte de mi proceso de formación, de la vivencia histórica del Presidente que nos desendeudó, que nos dio la mística de la militancia y nos devolvió las razones para seguir luchando por un país libre, justo y soberano.

Por Juan Ottavís Arias –  Militante de la JP San Isidro