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Motivos para creer

Los pueblos Latinoamericanos son pacientes, pero aprenden.

Se toman su tiempo para avanzar en sus proyectos históricos, pero al final lo hacen, sin dudas. El comienzo del final del neoliberalismo en la región tuvo sus inicios con Chávez, Lula, Correa, Evo, Mujica, Lugo, Néstor y Cristina. Se puede afirmar, que el golpe mortal fue asestado por la construcción en nuestros pueblos de procesos nacionales, populares y latinoamericanistas.

La reacción frente al ALCA y colectivos como la UNASUR, el ALBA o la CELAC ha sido sintomáticos en esta última dirección. Mientras el ejemplo más claro de los procesos políticos nacionales y populares estuvo representado por un claro mejoramiento de la calidad de vida de los pueblos.

Vale señalar que Lula sacó de la pobreza a más de 30 millones de Brasileros con el programa bolsa familia, CFK llevo a más del 90% de las personas en edad de jubilarse la cobertura del sistema previsional, y todes les niñes y adolescentes cuyos adultos responsables trabajan en la informalidad o son desocupados están cubiertos por la Asignación Universal por Hijo, Bolivia creció como nunca en su historia y por primera vez en ella los pueblos originarios han tenido poder de decisión con sus representantes en el poder.

La reacción conservadora, acompañada otra vez por el Departamento de Estado de EEUU como en el plan Cóndor, no tardó en hacerse sentir. Bolsonaro en Brasil, Macri en Argentina, Lacalle Pou en Uruguay, Añez en Bolivia y Moreno en Ecuador representaron ese intento más o menos exitoso de retorno del neoliberalismo en la región.

 Sin embargo, luego de transcurrido algún tiempo emerge la novedad, Chile, Colombia y Perú (Mas allá de los resultados de las actuales elecciones en este último país) que han sido los pilares de la continuidad neoliberal en Latinoamérica durante el avance de los procesos populares, hoy se rebelan y son quienes toman la bandera de la lucha iniciada por aquellas experiencias.

Estos nuevos focos de resistencia al neoliberalismo, representan a su vez, una profundización de esa larga lucha iniciada hace veinte años por líderes del subcontinente acompañados por sus pueblos.

Dos características son centrales de esta novedad, la primera es que en este caso no hay líderes, sino movimientos populares que reclaman otro mundo posible y la segunda es su radicalidad, exigen reformas constitucionales cuestionando las bases mismas del poder conservador. Si la historia avanza por saltos, al retroceso de los últimos cinco años le continúa hoy, una superación los procesos nacionales y populares anteriores a dicha regresión.

El futuro, es hoy más que nunca, un espacio a construir colectivamente por todos los pueblos de Latinoamérica. A pesar de la pandemia y la profunda crisis económica que se abate sobre la región, son tiempos de esperanza. Cuando los pueblos se hacen cargo de su destino, hay motivos para creer.

Por José Manuel Grima – Carlos Muggeri – Agrupación Sudeste – Otoño 2021

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