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Mons. Ojea llama a comprometerse con el reencuentro entre los argentinos

El presidente de la CEA celebró la misa de apertura de la 119ª Asamblea Plenaria en la casa de retiros El Cenáculo, de Pilar, donde reflexionó sobre escándalo, perdón y fe. Eligen nuevas autoridades.

El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojea, presidió esta noche la misa de apertura de la 119ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), que con carácter electivo se desarrollará hasta el próximo viernes en la casa de retiros El Cenáculo, de Pilar.

“Como pastores de nuestra patria pedimos en esta Eucaristía el don de la sabiduría del Espíritu Santo para que nos ayude a recorrer los caminos de este tiempo de crisis a la luz del Evangelio de Jesús”, expresó en la homilía.

Ante casi un centenar de obispos que participan del plenario electivo, el prelado sanisidrense reflexionó sobre los tres temas del pasaje del Evangelio: el escándalo, el perdón y la fe.

“La palabra escándalo alude a las piedras que ponemos en el camino de los demás, a los obstáculos que puedan hacerlos caer y sufrir heridas que lastimen”, advirtió.

“La herida más grande que puede recibir el Pueblo de Dios de nosotros los obispos, sacerdotes y laicos, es la falta de testimonio. La falta de coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Profesar que adherimos a un estilo de vida sin vivirlo”, sostuvo.

Monseñor Ojea exhortó a “no fingir” la caridad y planteó: “Vivir disociado, vivir una doble vida, produce escándalo en el pueblo de Dios y si esto se establece como un estado habitual, ya no es un pecado de debilidad sujeto al arrepentimiento y al perdón, sino que es corrupción”.

“En este primer encuentro  después de tanto tiempo, alrededor de la mesa del altar, queremos renovar nuestro compromiso de vivir en la verdad, siendo testigos fieles, que tenemos el honor de servir al Señor y a su pueblo”, expresó.

En relación con el tema del perdón, monseñor Ojea recordó: “Debemos darlo incansablemente porque hemos sido perdonados”, al considerar que “el perdón es un proceso que comienza con la escucha del otro”.

“Esto me ayuda a ponerme en su lugar. El Sínodo sobre Sinodalidad se convierte entonces en un espacio extraordinario para vivir una Iglesia en salida, una Iglesia que sale a escuchar”, añadió.

“En este tiempo de tanta fragmentación en el que todos buscamos diferenciarnos y afirmarnos en nuestros derechos, que la Iglesia salga a escuchar, representa un cambio de paradigma, que significa no quedarse atrincherado en los propios discursos, buscando seguridades solo en aquellos con quienes tenemos afinidad de pensamiento y sensibilidad”, puntualizó.

El obispo indicó que “escuchar no es una actitud pasiva sino activa en la receptividad, requiere silencio interior. Cuando tengo mucho ruido interno no puedo escuchar. Muchas veces pensamos que ya sabemos lo que el otro va a decir y jugamos interiormente a confirmar nuestro presentimiento. Escuchar supone una decisión, requiere vaciarme de mi mismo y dirigir mi pensamiento y mis sentidos hacia el otro”.

Asimismo, subrayó que para escuchar hay que “saber jerarquizar lo más importante que sale del corazón de mi hermano”.

“Hay que saber escuchar lo que se esconde detrás de las palabras y sonidos, descubrir lo que le está pasando en realidad a mi prójimo, del modo como una madre sabe distinguir en el llanto de su hijo si se trata de hambre o sueño o cansancio o una enfermedad”, graficó.

Monseñor Ojea estimó que esta escucha, que es el primer paso del proceso del perdón, “nos deja a la puerta del comienzo del capítulo VII de la encíclica Fratelli tutti, en el que el Papa nos plantea un camino de reencuentro, recomenzando por la verdad”.

Tras las enseñanzas papales en cuanto a la reencuentro, reconoció: “Nosotros nos sentimos hondamente comprometidos para llevar adelante este camino de reencuentro entre todos los argentinos”.

Por último, monseñor Ojea se refirió al tema de la fe pidiendo poder aumentar ese don de Dios, y recordó: “Es una relación personal con Jesucristo que venimos llevando desde hace tiempo en nuestra vida. Este vínculo nos da fuerza y valentía para enfrentar realidades dolorosas y complejas. Nos ayuda a aceptar el sufrimiento con la conciencia que el mal no tiene la última palabra entre nosotros. Nos hace saber que Dios actúa en su pueblo y en cada persona. Y finalmente nos hace salir de nosotros mismos y nos lleva a darla y a entregarla, no nos deja inmóviles sino que nos lleva a transmitirla, no para convencer sino para ofrecer un verdadero tesoro que constituye lo mejor que nos pasó en la vida”, concluyó.

La información de la 119ª Asamblea Plenaria del episcopado argentino se podrá seguir a través de la página web www.episcopado.org y de las redes sociales Twitter, Facebook e Instagram.+

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