El 1° de Mayo es una celebración universal por el Día del Trabajo en recuerdo de los Mártires de Chicago que fueron ejecutados después de una semana de disturbios, tras el levantamiento de sindicalistas anarquistas contra el abuso de los propietarios que extendían a doce horas la jornada laboral.
Desde entonces los trabajadores lograron la conquista tan luchada para reducir a 8 horas su dedicación al trabajo y disponer del resto del día para su descanso y recreación.
Hoy desde nuestro presente en pleno siglo 21, a pesar de la distancia de más de un siglo con aquellas jornadas históricas q hicieron replantear las relaciones obrero-patronales en todo el mundo industrializado, sabemos que aquello fue el punto de partida para el otorgamiento de nuevos derechos a la fuerza laboral como la sindicalización, las vacaciones, la cobertura médica y los aportes previsionales, entre otras reivindicaciones.
Recorrer la historia sin embargo no es obstáculo para que miremos nuestro presente donde hallamos una verdadera desvirtuación de la defensa de los trabajadores por parte de sindicalistas millonarios que sólo reclaman por sus representados como parte de una negociación para obtener sus beneficios personales.
Este fenómeno del dirigente sindical rico con trabajadores agremiados pobres, nos señala con rigor indisimulable que es necesario una nueva legislación para poner fin a los gremialistas eternizados en sus cargos, que sin ningún control se sirven del aporte de los trabajadores para financiar sus negocios privados.
Otra cuestión crítica, cuando se habla de los derechos del trabajador es la necesidad imperiosa de dotarlos de capacitación tecnológica frente al avance global de las nuevas tecnologías que, por ejemplo en nuestro país, a pesar de la permanente demanda del sector informático, debido a esa carencia formativa en lugar de sumarlos al mercado laboral los excluye.
También debemos tomar conciencia y comprometer a la dirigencia empresarial, política y sindical en que no puede demorarse más un cambio estructural en el régimen de contrataciones laborales, teniendo en cuenta que hasta hoy rige una Ley de Contrato de Trabajo sancionada en 1974.
Por último, si es que realmente nos motiva defender los derechos de
los trabajadores, debemos poner fin al negocio de la industria del juicio que acabó con tantas Pyme, beneficiando a unos pocos y generando más desempleo para el resto.
Junto a la modernización de las condiciones de contratación, para lograr que cientos de miles de jóvenes accedan a su primer empleo, nuestra meta debe ser cambiar el paradigma de los planes sociales al desocupado por un empleo productivo que devuelva dignidad a quien puede vivir de su trabajo, recuperando la esperanza y la autoestima, al poder vivir de su esfuerzo y no dependiendo de los favores de quienes administran el Estado.
Por eso, este nuevo Día del Trabajo es una excelente oportunidad para dejar de mirar para otro lado y poner en el centro del debate los cambios impostergabbles que reclama nuestro régimen laboral.
Por Cesar “Tuta” Torres – Subsecretario de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires