“Llamar las cosas por su nombre” M.K. 31-1-2022

Digo lo que pienso y hago lo que digo” es el dialogo entre Al Pacino y Robert De Niro en “Fuego contra fuego “ -1995- Sus personajes del policía  Vincent y Neil, el gánster, se construyen una trama conversacional que reúne y separa el bien del mal

Nos quieren persuadir a unos y a otros a someternos a que lo correcto es “Rolear” la democracia -UCR- con mentiras y el espionaje ilegal con complicidad de jueces amigos de la rosca “política”. A usar la “viveza Criolla” contra los ciudadanos y ciudadanas de a pie. -Macri-

brickel

La cultura política de nuestro tiempo hace recaer en el ciudadano y ciudadana el peso de la legitimación y justificación de las instituciones y hace de él la última realidad moral y política. Él es la Unidad Básica de pensamiento, de deliberación y responsabilidad y el Estado (Justicia) está concebido como un marco institucional de garantía. De ahí proviene la configuración de derechos y deberes del ciudadano y ciudadana.

La fidelidad, el cumplimiento de las promesas es entonces una marca de honor, la prueba de la legitimidad de raíces intelectuales y de corazón. Se diferencia de la mentira que esta, se remoja en la codicia individual y el terror y cansancio colectivo-

Hoy llama la atención la renuncia de un ciudadano a un cargo de “Presidencia” del bloque representante del Pueblo. Y dice sus motivos, confronta el tiempo, ejercita la memoria, dice el contexto histórico, como es su lectura de los hechos y estimula, aún más, la conversación política con sus representados y con los pares “oficialistas” y los y las “opositores”.

Muestra las guías de comportamiento, una convicción no fingida de buscar la verdad. Es la integridad. Mantener las promesas. Sabe que la mentira nos ubica en lo más despreciable de la humanidad. Mentir es perder “crédito” es perder identidad, y cancela cualquier posibilidad de dialogo. La conversación abierta en la política fortalece la política.  Otros quedan “roleando” las deudas políticas con el conjunto del pueblo de la Nación.

Para algunos políticos, abogados y empresarios que mienten porque su objetivo es la ganancia, multiplicar los litigios y esconder su incapacidad de trabajo honesto. Llamar las cosas por su nombre es ponerle limite a los caminos tortuosos y extorsivos de los corruptores y sus negocios.

Parece sorprender toparse con algo importante dicho/hecho para mantenerse en la veracidad, del escuchar y transmitir compromiso con la verdad: “Ojalá todo salga en los próximos años como el sistema político, económico y mediático argentino promete y mis palabras sean las de alguien que en base a la experiencia histórica solo se equivocó y no hizo otra cosa que dejar un lugar para seguir ayudando.”

Algunos sienten que se les pone alta la vara a su mediocridad meritocrática.

Esta “renuncia” un acto popular, en tiempo y forma, del buen modo de la política; pues una verdad es un horizonte donde surge la libertad, autonomía y derecho del otro en lo político que sigue siendo un espacio complejo y lleno de oscuridades. Estas expresiones veraces desde un hecho político no menor le hacen sombra al cinismo y la mala leche del neoliberalismo antidemocrático.

Es cierto que la mentira desde cualquier poder del Estado se multiplica y magnifica sus efectos más allá de su presencia inmediata, extendiéndose hasta alcanzar las proporciones de una plaga inerradicable si no fuera por estos “hechos pequeños “veraces que le ponen limite propios de la política a la “Política gerencial” de la época.

Estamos, en gran medida, sometidos a la actitud irracional de políticos y jueces que con mentiras perniciosas – las blasfemias, obscenidades, murmuraciones, estupideces, difamaciones, halagos, sentencias, cajoneo de expedientes, perjurios y maldiciones, espionaje ilegal, detenciones arbitrarias-conducen poco a poco a la convicción de que las faltas que  se pueden cometer con el lenguaje/hechos se reducen a una sola: la violación de la verdad y perdida de libertad y un solo efecto: el crimen. El “Nunca Mas” fue también una promesa política de orientarnos hacia la verdad: cumplir las promesas políticas y rectificar sus errores si los hubiera.

 Al manipular con el engaño “meritocrático” se ejerce una forma inadmisible de poder sobre las decisiones del engañado. En este mundo político, la mentira y el engaño son dos formas de robo que hacen tambalear la libertad y el deber del ciudadano porque pueden obligarlo a actuar contra su voluntad. En el ejercicio del poder político se ha instaurado un dispositivo perverso que entrelaza la mentira con la meritocracia hacia el éxito “caiga quien caiga” y “muera los que tengan que morir”.  Hoy la mendacidad de unos representa la violación de la autonomía democrática de otros muchos y muchas.

Por Ricardo Arias – Mariano Añon – Agrupacion Sudeste – Verano 2022