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Libertad en tiempos de esclavitud

Todos nosotros nos despertamos cada mañana sintiéndonos libres en mayor o menor medida, o quizá pensamos en este concepto a la altura de la justicia y la igualdad.

Nos levantamos y sabemos que con un teléfono inteligente en mano, podemos expresar libremente lo que pensamos, sentimos, deseamos etc. Las redes sociales son  un gran método de manifestar nuestra posición frente a distintos tópicos. La realidad es que nuestra libertad no es más que una sensación.

Nos han robado la sensación (incluso el sentimiento) de ser libres.
“Libre mercado, libre comercio, elecciones libres, medios libres, libre pensamiento, libertad de expresión, libre albedrío”… En la barahúnda de intentos por definirla, el ideal de libertad ha sido desplazado y hábilmente moldeado para adecuarse a los intereses de los que tienen el poder para darle forma.
La historia oficial es que vivimos en sociedades libres y democráticas porque permiten que diferentes voces puedan expresarse y que cada quien elija su información. Pero no podemos contentarnos con esto porque esta afirmación es una verdad que contiene una ilusión; habla de una libertad formal y no sustancial.
La libertad se ha usado como máscara agradable de un sistema que promueve precisamente lo contrario.
Apostar por la libertad exige siempre un salto al vacío. Luchamos poco por ella porque creemos que ya somos libres, con un celular, con internet o tomando decisiones creyendo que nada nos condiciona cuando, habitualmente, todas nuestras respuestas siguen unos patrones a los que somos ciegos y sordos.
“Nuestras decisiones no son más que opciones que tomamos en una baraja que reparten otros”
Partiendo de la idea weberiana de la asunción del propio destino como alternativa a la situación del presente, donde el individuo corre el riesgo de ser anulado por el control burocrático, la libertad sin ley sería inconcebible.
Pero ¿por eso debemos agachar la cabeza si la ley nos limita lo realmente libre que somos?
Para ejemplificar esto podemos hablar de la despenalización del aborto. Este tema ha sido abordado en los últimos años por una gran parte de la población que lucha por conquistar sus propios derechos y defender su “libertad”.
Al decir que no somos libres estamos hablando de las limitaciones que nuestro propio sistema nos impone. Debemos replantearnos la idea de libertad bajo la cual estamos viviendo.
Basándonos en nuestras leyes; porque se imponen limites a la libertad cuando tratamos temas como el aborto. Teniendo en cuenta que los individuos son autónomos de sus cuerpos y mentes, involucrándose a sí mismo en acciones. Entonces si vivimos plenamente libres, la ley no debería entrometerse en las decisiones que tomamos sobre nuestros propios cuerpos.
Basándonos en el derecho irrestricto de la libertad, que estima la libertad por sobre todas las cosas. Que sea incondicional; sin limites. Planteamiento que durante la epoca feudal, era impensable.
La libertad sin el poder es una quimera. En los países empobrecidos como el nuestro, tenemos un régimen de libertad que es realmente una dictadura de los ricos contra los pobres. Tenemos derecho a todo, pero solo los ricos lo pueden todo. Según las leyes los hijos de los menos pudientes  tienen derecho a estudiar en las universidades más prestigiosas, pero solo los ricos tienen oportunidades para ello. Tener el derecho no implica tener las posibilidades de alcanzar ese algo. 
Una sociedad donde obligatoriamente tenés que trabajar para conseguir tus medios de vida no es libre, porque te obliga a renunciar a la administración autónoma de tu tiempo para invertirlo en un trabajo que no te gusta (al menos en la gran mayoría de los casos) y para producir cosas, muchas de las cuales el ser humano no necesita.
Esto no es descubrir el capitalismo
Es destacar un punto que tenemos naturalizado y no nos cuestionamos; “por qué las cosas son así”.

Por Nestor Torres  y Moisés Pelalle 

Nestor Torres  – Estudiante de Cs. Politicas, UBA
Moisés Pelalle – Estudiante de Economía, UBA

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