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Las paradojas del medio pelo argentino, el sentido común y el pago de la deuda con el FMI

“La oligarquía es una minoría ínfima en nuestra sociedad; son dueños de la tierra, sí, pero su mayor poder es el de ser dueños de la cabeza de miles de argentinos de clase media que,  sin tener más tierra que la de los canteros del patio, se comportan como fieles defensores de un modelo que no les pertenece.” (…) “Cuando  el peón y el patrón votan al mismo candidato, el que pierde es el peón”. Arturo Jauretche

“Un sondeo actual de opinión reveló que solo 4 de cada 10 argentinos saben que la deuda con el FMI la contrajo el gobierno de Macri en  2018”. Consultora Analogías

En pleno gobierno de Macri me propuse como tarea militante de información y “proselitismo” kirchnerista, intercambiar opiniones sobre las políticas del gobierno con personas del barrio capitalino donde vivo.  

Esas conversaciones me llevaron a  pensar que habíamos perdido la batalla cultural por la hegemonía de un sentido común opuesto al sentido común neoliberal instalado en el seno de la sociedad argentina, caracterizado, entre otros aspectos, por un individualismo y un negacionismo cerriles frente a la realidad objetiva.

Ejemplifico lo anterior con tres anécdotas personales:   

  1. Un diálogo lo mantuve con  Argentino, (así se llama), el guardia de seguridad de mi edificio, un ex combatiente de Malvinas que vive en el segundo cordón del Conurbano y que hace changas de plomería y electricidad porque no le alcanza el sueldo que le paga la agencia de seguridad…. que lo tiene contratado en condiciones de explotación  en cuanto a sueldo y condiciones laborales.

¿Qué tienen en común estas tres situaciones?: mis tres interlocutores  votaron a Macri y, a pesar de pertenecer a una clase social media-baja, me aseguraban que lo seguirían votando porque atribuían los problemas económicos del país al anterior gobierno kirchnerista,” ladrón y  corrupto”, según ellos.

Estas anécdotas personales me remiten a las reflexiones de tres autores que tratan de explicar el sentido común neoliberal hiperindividualista y desclasado y la batalla cultural por su hegemonía :

Se trata de ese segmento vecinal medio bajo, no progresista, que se movilizó hacia arriba pero que no adjudicó esa movilidad a algo que no sea el “mérito propio” (movilidad individual ascendente), amante del “no le debo nada a nadie”, punitivista, que sufre la inseguridad, que es vecino o cercano a las villas, a los que “cobran planes”, que asocia progreso a “privatizar su vida” (pasar de la prestación pública de la obra social a la prepaga), porque asocia progreso con sacarse el Estado de encima,
La principal batalla, la más difícil y previa a todo proceso de cambio social, es la batalla por la ideas y por consolidar un sentido que suplante al sentido común dominante  neoliberal y sus principios. La lucha política es la lucha por el sentido común de la sociedad, por los criterios comunes de la vida, y si no se modifica la estructura de razonamiento de las personas, no hay victoria posible,
Las transformaciones en el continente van a depender mucho del papel de las ideas, de los debates, de los discursos y de la desnaturalización del orden existente. Hoy, el neoliberalismo se nos presenta como un orden natural, La desnaturalización de lo existente y la posibilidad de algo diferente que pueda ser alternativo es la clave de otras victorias.
Y luego vendrán otras más difíciles, vendrán los temas electorales y luego vendrán otras, todavía, más complicadas con los temas económicos y otras más complicadas con la justicia. No hay victoria revolucionaria sin previa victoria ideológica de las propuestas, de las iniciativas, de las ideas, de las opciones que emergen alternativamente en la sociedad.
El macrismo ganó la batalla cultural sobre el sentido común. Logró que vastos sectores de la sociedad creyeran que era posible, y hasta deseable, vivir en una sociedad profundamente desigual. Este sentido común, compartido por una amplia proporción de sectores altos, medios y bajos de nuestra sociedad, creyó que cada uno podía salvarse solo. Vio a los demás no como pares o semejantes, sino como obstáculos en una solitaria carrera de aspiración individual. Creyó que las víctimas del ajuste del gobierno eran responsables de su condición de víctimas, y que quien se quedaba sin trabajo o caía en la pobreza era porque no se había esforzado lo suficiente.
El orden neoliberal representado por Macri, se apropió de ese sentido común y permitió que amplios sectores sociales toleraran, apoyaran, y hasta defendieran el deterioro de las condiciones de vida de las mayorías en beneficio de una minoría de privilegiados. la hiperindividualización, la derechización, la preferencia por la desigualdad.
La posterior derrota electoral de Macri se explica porque fracasó como garante de esa sociedad aspiracional que él mismo promovió hasta el hartazgo, pero gran parte del sentido común de la sociedad aspiracional sigue en pie.
Todas las luchas políticas son luchas por el sentido común. Y la batalla cultural sobre el sentido común que hizo posible al macrismo está pendiente. Resignificar ese sentido común será fundamental para lograr algunos objetivos urgentes como el de revalorizar lo colectivo y la solidaridad como pilares fundamentales de la vida en sociedad, el de recomponer la legitimidad y la autoridad del Estado como herramienta de intervención social, o el de reivindicar la tolerancia y la capacidad de generar acuerdos como formas deseables de hacer política. Si bien Macri ya fue, la sociedad que lo hizo posible sigue vigente.

La batalla por la hegemonía un sentido común que promueva  los valores de la igualdad, de lo colectivo y de la soberanía nacional por sobre los valores neoliberales se relaciona con el análisis de las condiciones  para el no pago a la deuda con el FMI y con la evaluación de  las consecuencias sociales, económicas y políticas que podría acarrear en las circunstancias actuales de la sociedad argentina:   

En ese sentido, el no pago de la deuda, según Jorge Alemán, debería estar sustentado en una demanda, articulada y conjugada con otras demandas diferentes y  no debería ser sólo una decisión gubernamental sino la traducción política de una demanda popular real y concreta y no imaginada o supuesta., como una nueva voluntad nacional y popular emergente en la coyuntura. No pagar la deuda sin la construcción política que pueda dar la batalla hegemónica del sentido de esa decisión sería una catástrofe económica y política. O existe de verdad un pueblo que se apropie de la decisión o será un paso al abismo. La discusión sobre el no pagar no es sólo sobre las consecuencias económicas del default, es también la problemática cuestión de organizar a partir de ese acto el sujeto colectivo que lo va a tener que soportar y superar las consecuencias .

Por otra parte el politólogo y periodista Edgardo Mocca sostiene que elacuerdo con el FMI no cierra ni abre ningún camino de modo automático y que lo importante y decisivo es lo que Aldo Ferrer llamaba “densidad nacional”, lo que, hoy sería unidad en una voluntad popular transformadora y dotada de una amplia capacidad de movilización. .

Por Marta Gofin

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