El Lago D’Iseo está al norte del país, situado en la Val Camonica, a 60 km de la ciudad de Bergamo, a 103 km de Milano y a 29 km de Brescia. Es un lago pequeño encantador y casi desconocido.
La vista desde arriba en la ruta es espectacular. La bajada re empinada y con curvas cerradísimas.
El Hotel Araba Fenice en Via Caproni 246, Pilzone, precioso, en un lugar inmejorable sobre el lago. Nuestro cuarto miraba al lago y a la costa opuesta. Daban ganas de quedarse y disfrutar del hotel y de la atención del personal.
Decidimos, a pesar de la cercanía, . ir en auto hasta la ciudad de Iseo que está a dos km del hotel.
Nos recomendaron un restaurante para almorzar llamado la Tana del Orso, (que no es por mí que le pusieron “tana”, sino porque en italiano significa “cueva”), en Vicolo Borni 19/21. Queda en el casco antiguo de origen medieval que, como todos, tiene una plaza rodeada de pórticos donde hay bares y negocios y desde la plaza salen las callecitas y vericuetos como los rayos de una bicicleta.
Comimos re bien. De entrada, una ensalada de porotos y cebolla roja, y una tabla de fiambres locales. Después yo spaguetti allá carbonara y Eleonora (mi amiga, con la que compartimos este viaje) comió casoncelli con salvia y manteca, que es una pasta rellena típica del lugar. Tomamos un tinto di Montepulciano d’Abruzzo.
Recorrimos alguna de las calles que no son largas y fuimos hacia la orilla.
El café lo tomamos en el bar Blume frente al lago. Todo muy relajado, sin gente, sin turistas. En el camino a buscar el auto paramos a tomar una granite, que nos vino bien porque hacía calor.
Como habíamos comido mucho decidimos no cenar, pero sí tomamos un Apperol Spritz con unos quesos, en la terraza del hotel, con una noche preciosa.
El desayuno es muy bueno y como siempre es demasiado y por más rico que sea no puedo comer tanto.
Fuimos al pueblo de al lado, Sulzano para tomar el barco e ir a una de las tres islitas.
Las islas:
La más chica es Isola di San Paolo. Es privada y pertenece a la familia Beretta (dueños de la fábrica de revólveres).
La Isola di Loreto, también es privada y Monte Isola es la más grande (mide 9 km. de perímetro).
El barco tarda 5 minutos en cruzar.
Tomamos un mini bus e hicimos el recorrido de la isla. Son varios los pueblos, por supuesto todos chicos pero muy pintorescos.
La ruta muy angosta y todo el mundo usa moto o el bus. Pensaba cuanto caminaban para trasladarse de un lado a otro… antes del bus o la moto, habría asnos.
El chófer era de lo más malhumorado y se peleaba con los pasajeros, pero mal.
Ya de regreso, nos quedamos en un bar frente al lago a esperar el barquito, tomar un jugo y comer una piadina.
En el 2016 el escultor búlgaro Christo Yavachev hizo una instalación de un puente flotante de más de 3 km. revestido de tela color naranja que unía las islas. Según el artista la experiencia sería “como caminar en el agua cobre la espalda de una ballena”.
Hablamos con gente del lugar y nos contaron que en ocasión de esa presentación a la isla acudieron más de dos millones de personas en dos semanas. La poca población fue sobrepasada y saturada por la gente ya que físicamente la isla es muy pequeña y no estaba preparada para esa multitud. En la isla hay grandes posters con las imágenes de ese puente flotante.
En el hotel con una paz infinita, me senté en el pontile sobre el lago, con una vista de ensueño. El murmullo de las olas, el graznar de los patos, un sol tenue, y una suave brisa hacían de ese el momento perfecto. ¡Que más se puede pedir! Solo agradecer.
A la noche cenamos en el restaurante del hotel, muy elegante y unos platos muy ricos y bien presentados.
Ñoquis de papas con espuma de Gorgonzola, crema de apio y queso de cabra, luego costillas de cordero asadas con costra de pistachos y verduras con reducción de vinagre de manzanas. De postre comimos torta de chocolate con avellanas y salsa de sambayon, y parfait de miel de castañas y algo complicado que se ve en la foto, como un helado. El vino tinto Curtefranca Doc 2014. Cena estupenda. Con un buen precio.
El lago es chico, pero esta rodeado de una infinidad de pueblos preciosos.
Fueron pocos días para este lugar tan hermoso.
A la mañana siguiente partimos hacia Milano para dejar el auto. Nos iríamos a París.
Por Silvana Salvucci, autora de www.recorreitalia.com – s_salvucci@yahoo.com.ar
Gran parte de éste texto se encuentra publicado originalmente en www.recorreitalia.com