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La primavera llegó antes

Por Federico Ugo

Desde el 7 de septiembre, cuando el peronismo se impuso con claridad en las elecciones legislativas bonaerenses, el clima político cambió de estación. Fue más que un triunfo electoral: significó el inicio de una primavera política que, para quienes integramos el movimiento nacional y popular, abrió un nuevo horizonte de expectativas.

Pero conviene ser prudentes. La primavera, como recordó Néstor, no dura para siempre. Lo que importa no es la estación en sí sino que las flores crezcan y se consoliden en un proyecto capaz de sostenerse más allá de un resultado electoral.

Milei en el laberinto

Mientras tanto, el gobierno nacional atraviesa un desconcierto evidente. Desde aquella jornada, Milei no logra reencontrar el rumbo. Su relato de “hacer lo que había que hacer” se resquebrajó en la provincia donde más impacto tuvieron sus medidas: Buenos Aires, que ya perdió más de 30 mil empleos formales. El presidente, que alguna vez se presentó como el “león”, hoy se parece más al puma perdido en Pilar: un animal desorientado que extravió su instinto.

Las señales se multiplican: legisladores aliados que empiezan a marcar distancia, gobernadores que huelen la debilidad, empresarios que corrigen sus apuestas, y un mercado que vuelve a recordar su papel de “gran elector”. Suben el dólar, el riesgo país y la desconfianza. La espiral es conocida en la historia argentina: cuando la política pierde iniciativa, el mercado ocupa ese vacío.

La derrota del relato

El golpe no fue solo electoral, también narrativo. El discurso mesiánico que le permitió a Milei encarnar la bronca contra “la casta” dejó de interpelar a una sociedad que ya no cree en su promesa de sacrificio compartido. Las redes, que hasta hace poco amplificaban su potencia disruptiva, hoy reflejan más rechazo que adhesión.

La cadena nacional, que intentó reafirmar el rumbo económico, chocó de frente con la realidad cotidiana de salarios deteriorados y una inflación que, aunque en descenso, no mejora la vida diaria. El contraste con la movilización universitaria y la derrota de los vetos en el Congreso fue brutal: allí la ciudadanía percibió un triunfo propio, mientras que al gobierno lo vio encerrado en su propio relato.

Un triunfo y sus límites

El resultado bonaerense reposiciona a Axel Kicillof dentro y fuera del peronismo. Fue el único gobernador que no se corrió de su eje: defendió políticas, discutió ideas, acompañó en la calle y mantuvo cercanía con la ciudadanía. Ese estilo, austero y persistente, encontró reconocimiento. Pero el desafío es mayor: convertir este triunfo en una construcción federal, amplia y estable, capaz de trascender la coyuntura.

Porque conviene no confundirse: un éxito electoral no resuelve las crisis de fondo. La representación política sigue fragmentada, la economía continúa condicionada y las demandas sociales exigen respuestas inmediatas. La historia argentina muestra que los ciclos políticos pueden ser breves y que los liderazgos se desgastan con la misma velocidad con la que se consolidan.

Aprendizajes

Si algo dejó esta elección es que la persistencia en la militancia y la protesta no fue en vano. Cada marcha, cada esfuerzo sectorial, aunque pareciera aislado, fue acumulando un clima que explotó en las urnas. Hoy, pocos recuerdan el protocolo represivo de Patricia Bullrich; lo que queda es la certeza de que el pueblo, cuando siente sus derechos amenazados, sabe organizarse.

El 7 de septiembre se convirtió en un plebiscito inesperado. Milei, que había hecho de Buenos Aires el epicentro de su narrativa contra la política tradicional, terminó pagando allí el costo más alto. Su figura, que en 2023 fue aire fresco para un electorado cansado, hoy aparece debilitada, casi domesticada.

Conclusión

La primavera política está en marcha, pero será tan breve o duradera como la capacidad del peronismo de transformar entusiasmo en proyecto, resistencia en propuesta, victoria en construcción de poder.

El gobierno nacional, golpeado y sin brújula, todavía conserva la capacidad de sorpresa. No conviene subestimarlo. Pero el mapa cambió: lo que hasta hace tres meses parecía una hegemonía en formación, hoy se asemeja a un ciclo que empieza a desmoronarse con una velocidad inesperada.

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