La llama de la Independencia: un desafío Permanente

Por María Laura Guazzaroni*

Cada 9 de julio evoca además de una conmemoración, una nueva oportunidad para revisar las decisiones políticas y económicas que tomamos. Como Nación, nos sigue honrando aquel grito de libertad que nació con sangre, batallas y visión de futuro. Porque aquella Declaración de la Independencia no fue un acto simbólico, fue la respuesta política y militar de un pueblo que había tomado conciencia de su derecho a gobernarse a sí mismo. En ese sentido, las batallas de Suipacha, Salta, Tucumán o San Lorenzo no fueron gestos románticos: fueron enfrentamientos reales, dolorosos, necesarios, donde patriotas comunes apostaron su vida a una causa extraordinaria. Es esa llama la que, cada 9 de julio, tenemos el deber de avivar.

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Pero hoy, más de dos siglos después, la pregunta sigue viva: ¿Estamos tomando decisiones que fortalecen nuestra independencia o que la diluyen? En los últimos años hemos visto con creciente preocupación cómo, en nombre del desarrollo o la inversión, se han habilitado proyectos que involucran la cesión del uso del suelo nacional a intereses extranjeros. Por lo tanto, impugnar estos hechos no tiene que ver con aislarse del mundo, sino de integrarse con dignidad. De negociar desde la firmeza, y no desde la entrega. De promover el crecimiento de la Argentina sin los recursos naturales.

En este Día de la Independencia, más que celebraciones vacías, necesitamos un compromiso renovado. El pueblo argentino tiene el derecho y el deber de exigir que sus representantes gobiernen con sentido de Nación, con respeto al mandato popular y con una mirada estratégica que no repita los errores del coloniaje. Delegar autoridad no es renunciar a la responsabilidad: es confiar con conciencia. Y esa conciencia hoy nos dice que debemos mirar con lupa cada concesión, cada acuerdo, cada entrega que hipoteque lo que no se debe recuperar: la soberanía nacional.

No todo está perdido, al contrario. Existe una generación que interpela, que pregunta, que resiste y propone. Una juventud que abraza las banderas del federalismo, de la justicia social, de la autodeterminación. Una esperanza activa y lúcida que, como en 1816, vuelve a decir: queremos una patria libre.

La independencia no es una fecha. Es una práctica diaria. Es decisión política. Es coraje colectivo. Y es también una promesa que no se rompe: la de construir un país donde no nos manden desde afuera ni se impongan los intereses de unos pocos. Porque ser independientes no fue un milagro, fue una lucha. Y seguir siéndolo, también lo es.

En el partido de Escobar, como en tantos otros lugares de la Argentina, la gestión municipal puede ser un ejemplo de cómo se defiende la Independencia desde lo cotidiano. Se trata de un gobierno municipal que prioriza el desarrollo sostenible, protege el medio ambiente, fomenta la producción local y escucha a su gente, está encarnando los valores de una Nación soberana y puede ser un modelo a seguir.

La pregunta es: ¿Estamos eligiendo modelos de país que garanticen estados presentes y autónomos, o estamos permitiendo que intereses externos dicten nuestra agenda? La respuesta a esta pregunta es crucial para definir la construcción de nuestro futuro.

*María Laura Guazzaroni – Presidenta HCD Escobar