La larga marcha

¿Lograran sus dirigentes cruzar el desierto o como Moisés necesitarán caminar 40 años para lograr su renovación?

Fue en una China enteramente agraria en 1934, cuando el incipiente Ejército Rojo con  el liderazgo del gran Mao Tse Tung, arrancó una marcha por el interior de la antigua China donde a través de 13000 km y muchas batallas, este movimiento se convirtió en una poderosa marea popular que hacía temblar el suelo a su paso, y logró conquistar el poder de la nación más poblada de la tierra. Frente a todos los pronósticos, los dirigentes del Partido Comunista Chino lograron vencer en el frente externo (repelieron varias veces la invasión japonesa) e interno (Kuomintang). Esta revolución cambio para siempre la historia de la nación milenaria.

Con mucho cariño y respeto, recuerdo a mis compañeros con los que me formé (especialmente a Gonzalo Barciela) recordándome una y otra vez la importancia de reconocer la contradicción principal y actuar en consecuencia, como lo hizo Mao. Yo hasta el momento no conocía mucho de todo esto, por eso cuando atiné a creer que las revoluciones se exportaban, el Gonza me contó la bellísima historia (quizás incomprobable pero no por eso menos válida) cuando el mismísimo Mao Tse Tung le dijo a un representante del maoísmo argentino q “si él fuera argentino sería peronista”. 

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Con un poquito de ello y de aquello, la realidad se va volviendo algo comprensible para un militante que se va formando para el hermoso sueño de ser parte de algo más grande, de un maravilloso movimiento popular. 
Me acuerdo cuando lleno de prejuicios, escuché los primeros discursos del General Perón, compilados por Leonardo Favio. ¿Quién podría negar el carácter revolucionario del “Pocho” desde el balcón de la casa de gobierno hablándole a un pueblo que acababa de irrumpir en la historia, que se había agolpado en camiones, trenes, tranvías para invadir la ciudad oligárquica, un “aluvión zoológico” a los dichos de las señoras de bien, una masa descamisada sin los buenos modales de la ciudad europea que no los privó de meter las “patas en la fuente”? Imagino esa toma de lo simbólico como la ruptura de la historia. De hecho, en los años que se sucedieron, las relaciones sociales del antiguo “granero del mundo” cambiarían para siempre. El Pueblo tenía su movimiento y su líder. No había sido fácil conquistar su propia historia, muchas guerras civiles y sangre derramada, muchos compatriotas habían quedado en el camino de esa conquista que Perón articuló el 17 de Octubre de 1945. 
Realmente, no llama la atención que esta historia del primer peronismo termine con un golpe de Estado para la refundación oligárquica y con los aviones de la Marina bombardeando Plaza de Mayo y todo.  Difícilmente se puede entender el Movimiento Nacional Justicialista que crearon Perón y Evita sin evaluar la reacción de la oligarquía y los idiotas funcionales q siempre acompañan el status quo de las cosas. 

El peronismo es por lo que es y también por lo que no es. Porque el peronismo no es de los señoritos de los trajes importados, no es de los cómodos que pactando con el enemigo creen que podrán conseguir un poco de poder prestado. Sino que es, como dijimos, el aluvión zoológico invadiendo la ciudad europea, es el general de los humildes sacándoles por primera vez un pedazo de la torta para dársela a quienes nunca la tuvieron, son los cabecitas negras conociendo la playa, las patas en la fuente. El peronismo tuvo la osadía de darle un movimiento político de liberación para las y los trabajadores y por eso nunca será perdonado por los dueños de todo. Una revolución de las relaciones sociales no se produce con las limosnas de los poderosos, sino con la presión de todo un pueblo y la valentía de sus dirigentes. ¡¡Y vaya que el peronismo tuvo héroes y valientes!! Resistimos 18 años para traer al viejo de vuelta, cárceles, torturas, proscripciones, humillaciones, difamaciones, las mismas que sufren los pueblos cuando toman conciencia de su destino y se lanzan a la conquista de sus derechos, para todos, en todo el mundo. Como San Martín que cruzó los picos más altos de América con un ejército de gauchos, indios y negros libres para liberar el sur de América del yugo realista, como la resistencia de Mandela y su pueblo al apartheid que pagó con 28 años de cárcel, como los jóvenes cubanos y un argentino que llegaron a la Sierra Maestra en un barco para poner de pie a un pueblo, o como Moisés cruzando el desierto con su pueblo para liberarlo de la esclavitud y de sus propios vicios.
¡¡El peronismo no es status quo!! El peronismo es el movimiento de la dignidad de los humildes, es la voz de los que no tienen fuerza para hablar. No es la expresión de poder de los cómodos, de los negociadores, de la transa.

En los últimos años, he escuchado un gran número de voces tratando de aggiornar un peronismo digerible para todos, más ligth, con caras bonitas y trajes nuevos, un peronismo post verdad, el peronismo de la derrota, del fin de las ideas y de la historia. Como si lo moderno consista en reduccionismo o mejor dicho, oportunismo. No solo es un peronismo sin Perón, es un peronismo sin pueblo. Sin contradicciones, limpio como el agua cristalina y demasiado occidental para estas latitudes. Pero estos intentos nunca podrán torcer el sentido de nuestro movimiento, que tiene tres Banderas inalienables, 20 verdades y varios apotegmas y principios doctrinarios, que hacen que el Movimiento nacional justicialista de Juan y Eva no pasen de moda. Y no es cuestión de pasar el peronómetro, pero hay que estar a la altura para ser dirigente del Movimiento más grande que la historia occidental haya registrado. La especulación y el oportunismo no pueden ser valores nuestros, tampoco las giras amistosas y las fotos en la embajada de EE.UU. encuadran con nuestras banderas de soberanía política e independencia económica. No veo patriotismo en dividir el peronismo proscribiendo compañeros y compañeras, o rasgarse las vestiduras al grito de “traidor” cuando un compañero piensa distinto en tal o cual cosa. ¿No es la doctrina justicialista la que promueve que primero está la Patria, luego el Movimiento y por último los hombres? ¿Cómo entonces, el enemigo principal parece ser el adversario interno? 

El peronismo necesita renovarse y volver a enamorar, sin duda, su doctrina está preparada y dispuesta para esta tarea, el pueblo lo necesita más que nunca. ¿Lograran sus dirigentes cruzar el desierto o como Moisés necesitarán caminar 40 años para lograr su renovación? ¿Podrá nuestro Movimiento ponerse en marcha y recorrer nuestra nación, representar a nuestro pueblo silencioso, ser su voz y como Mao emprender la larga marcha a la victoria? Necesitaremos de los mejores, como San Martín, porque del otro lado de esa gran montaña está la liberación y la dignidad de nuestro pueblo o el fin de la historia.

 Alejandro (gringo) Cabilla – gringo7979@hotmail.com