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La irrefrenable marcha de Argentina al colapso capitalista

Por Pablo Giachello*

La salida y la intervención de los trabajadores en el orden del día

Argentina marcha, indefectiblemente, a un nuevo colapso capitalista. De hecho, el colapso está en pleno desarrollo. Así lo confirma la brecha cambiaria del 160%, que anuncia una inminente megadevaluación del peso en momentos donde la Argentina carga con la inflación interanual más alta desde la crisis del ‘89. La consumación de esa devaluación llevará la inflación a los tres dígitos y dejará planteada una evolución hiperinflacionaria. La tentativa del gobierno de ‘cuotificar’ la devaluación colabora a la desorganización económica generalizada, sin revertir el curso general de colapso. El nuevo “dólar turista” y las otras medidas anunciadas por el gobierno equivalen a una aspirina para un enfermo terminal. Las patronales agrarias continúan con la retención de granos a la espera de la devaluación, recrudeciendo la falta de dólares del Banco Central. Como consecuencia de eso el BCRA refuerza el torniquete a las importaciones, se incrementa la escasez de insumos y empiezan a paralizarse numerosas industrias.

La tentativa del gobierno de alcanzar el ‘déficit cero’ exigido por el FMI mediante el recorte del gasto público y de los subsidios a la energía empuja al alza de las tarifas y el proceso inflacionario. Es lo que acaba de evidenciar el aumento del 40% del boleto de colectivo en el AMBA. De otra parte, la pretensión oficial de financiar el déficit fiscal y contener la corrida hacia el dólar mediante la emisión de una gigantesca deuda del Tesoro en moneda local, pagando intereses exorbitantes, ha armado otra bomba de tiempo. Argentina tiene hoy la deuda pública más importante de su historia y afronta la tendencia al default de la deuda en pesos. Una emisión desenfrenada del BCRA para cumplir con esas obligaciones es la otra vía por la cual el país se coloca en la ruta de la hiperinflación.

El cuadro descripto viene a confirmar que el pacto con el FMI no traía soluciones sino un mayor desquicio económico y mayores penurias para el pueblo. Es lo que tempranamente denunció y combatió el Partido Obrero y el Frente de Izquierda, contrariando los relatos de oficialistas y opositores. En el trasfondo de esta crisis está el sometimiento de la Argentina a los preceptos del FMI y del imperialismo y el sistemático saqueo de las riquezas del país por parte de los capitalistas nacionales y extranjeros, que mantienen fuera del país más de 350 mil millones de dólares: el equivalente a todo un PBI o a la totalidad de la deuda pública. Este saqueo nacional y social contó, en forma indisimulable, con la complicidad del propio Estado argentino. En definitiva, el actual derrumbe es el resultado de la gestión capitalista del país que ejecutaron todos los gobiernos de las últimas décadas.

Las dubitaciones con las que el gobierno afronta la actual situación delatan que carece de una ‘salida’ que evite un estallido social. Pues la crisis coloca, objetivamente, la disyuntiva entre descargar más a fondo las consecuencias de la bancarrota capitalista sobre las espaldas del pueblo trabajador -que es lo que pergeñan, con sus matices, todas las alas del oficialismo y la oposición- o la de poner en marcha una salida anticapitalista propia de los trabajadores. El viaje de la ministra Batakis a Estados Unidos, para reunirse con Kristalina Georgieva, representa una señal inconfundible del compromiso a muerte del gobierno con el ajuste fondomonetarista.

Una salida propia de la clase obrera, en cambio, tiene como punto de partida la ruptura con el FMI, e incluye nacionalizar el sistema bancario y el comercio exterior y establecer el control obrero general de la economía y las cadenas de producción y abastecimiento. Solo así se podría terminar con la sangría nacional y la desorganización económica. Una salida de los trabajadores plantea, a su vez, establecer un aumento general de salarios y jubilaciones, llevándolos al costo de la canasta familiar y atándolos a la evolución de la inflación, proceder al reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario y establecer un seguro al parado equivalente a la canasta básica.

La tarea urgente que se le plantea a la clase trabajadora es irrumpir en la escena nacional en la pelea por sus reivindicaciones más urgentes -en oposición a la orientación colaboracionista de las burocracias de la CGT y las CTAs, que se mantienen alineadas a las patronales y al gobierno ajustador. La necesidad de un Paro nacional activo y un plan de lucha, por el aumento general de salarios y jubilaciones, es más evidente que nunca. Es el camino que marca la Unidad Piquetera, que promueve la unidad en la lucha de ocupados y desocupados y realizará una nueva movilización el día 27/7 a Plaza de Mayo por un bono de 20.000 pesos, un aumento de emergencia que lleve a 100.000 pesos el salario mínimo y por la universalización y elevación de los montos de los programas sociales. Es también el camino que marcan los obreros del neumático que, con su sindicato a la cabeza, vienen dando una batalla ejemplar por el aumento del salario real.

La emergencia de la clase obrera en el escenario nacional es la precondición para forjar una salida de los trabajadores a la crisis.

*Pablo Giachello, dirigente nacional del Partido Obrero en el FIT-U

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