La importancia de José de San Martín para los Movimientos Populares

Los relatos de la vida y la obra de los grandes hombres y mujeres de la Patria, tal y como lo estudiamos en la escuela allá lejos y hace tiempo solían ser épicos, magnánimos, una pintura en la que se exacerbaba al individuo como realizador de grandes proezas que lo alejaban de nuestra existencia ordinaria. Pocas veces escuchamos hablar de Pueblo.

Esas formas de relatar “la historia”, escondiendo la participación popular, sin dudas tiene intencionalidad. Porque despojarla de historicidad, permite invisibilizar que, quienes lideraron esos procesos, eran hombres y mujeres como nosotrxs, comprometidos políticamente para la emancipación.

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Alguna vez Néstor Kirchner, dijo “soy un hombre común, con responsabilidades importantes” y ese modo enunciativo nos convocó. Produjo en la militancia gran interés. Precisamente porque esa noción nos acerca la posibilidad de vernos y asumirnos protagonistas de nuestra historia. Y porque además el escenario de posible futuro a construir colectivamente era más que tentador.

La vida y la obra del General José de San Martín no escapa a esta lógica narrativa.

Y sin dudas la biografía del gran correntino puede ser enmarcada en la categoría de “hombre común” con enorme compromiso histórico y político dispuesto a asumir responsabilidades importantes. Un gran humanista, sin dudas.

Cada uno en su época libró batallas emancipadoras. Uno contra el Monopolio Español, otro contra el capitalismo financiero y ambos contra los detractores vernáculos.

En esas batallas no estuvieron solos. Hubo un pueblo convocado por su liderazgo, al que enamoraron con la idea de construir el sueño de “La Patria Grande”.

El abrazo con O’Higgins y Simón Bolívar son el antecedente del encuentro de Néstor con Lula, Chávez, Correa y Evo Morales que hoy se re edita con Alberto en la Argentina, López Obrador en México, Castillo en Perú y Arce en Bolivia; en una continuidad histórica de construcción de una América Latina más integrada y más justa.

Por eso resulta fundamental poner de relieve y rescatar hoy, el proyecto de país inclusivo que pergeñó San Martín: con un Estado presente en todos los órdenes de la vida política e integrado a nuestra América Latina.

Propició la educación popular y prohibió los castigos corporales a los niños protegiendo a las infancias. En 1815 siendo gobernador intendente de Cuyo (San Juan, Mendoza y San Luis) expresaba a los directores de las escuelas “La educación forma el espíritu de hombres. La naturaleza misma, el genio, la índole, ceden a la acción fuerte de este admirable resorte de la sociedad. A ella han debido siempre las naciones la varia alternativa de su política. La libertad, ídolo de los pueblos libres, es aún despreciada de los siervos porque no la conocen. Nosotros palpamos con dolor esta verdad. La independencia americana habría sido obra de momentos, si la infame educación española no hubiera enervado en la mayor parte nuestro genio. Pero aún hay tiempo. Los pobladores del nuevo mundo son susceptibles de las mejores luces.(…) El gobierno le impone el mayor esmero y vigilancia en inspirarles al patriotismo, y virtudes cívicas, haciéndoles entender en lo posible que ya no pertenecen al suelo de una colonia miserable, sino a un pueblo liberal y virtuoso”

No tengo dudas, que hubiese sido uno de los redactores de la Ley 26206, que acompañaría fervientemente la Educación Popular en nuestros barrios, y promovería la creación de más universidades.

San Martín pensó una política sanitaria para proteger tanto a la población como a la economía. Por eso en 1814 estableció la vacunación obligatoria contra la viruela argumentando “Uno de los primeros cuidados del gobierno debe ser el aumento de la población y conservación de los habitantes del Hemisferio Americano para que haya brazos suficientes al cultivo de la agricultura y ejercicio de las artes y comercio, al mismo tiempo que no falten quienes presenten sus pechos al tirano que intenta oprimir los sagrados derechos de nuestra civil libertad que con gloria sostenemos”

No le tembló el pulso cuando estableció una “contribución extraordinaria de guerra” consistente en un impuesto a la riqueza que implicaba ni más ni menos que quienes más tenían más debían tributar.  De igual modo, expropió las propiedades de los españoles prófugos y declaró públicas aquellas tierras sin testar.

Pionero en legislar por derechos dictó la primera ley protectora de derechos del peón rural por la que los patrones se veían obligados a certificar por escrito y pagar el trabajo realizado.

Nuestro Padre de la Patria estaría apoyando fuertemente a la UTEP y a los trabajadores de la agricultura familiar. Lo acredita su decisión política poco conocida de fomentar planes para la agricultura, así como la venta de tierras y la necesidad de “colonizarlas” para ser trabajadas.

También estaría al frente de la protección industrial y fomentando el consumo interno tal como lo acredita la medida que adoptó de gravar con un peso cada barril de vino y agua ardiente que se vendiera fuera del territorio. Protegió con legislación la industria vitivinícola.

Las personas hablan por sus hechos. Por eso no tengo dudas donde estaría hoy nuestro Padre de la Patria. Al frente de las políticas redistributivas, con los y las últimas de la fila, apoyando la integración regional y latinoamericana.

Por Patricia Cubría- Diputada Provincial